Por Manuel Barrero Iglesias
Entre las jornadas segunda y tercera coincidieron en la sección oficial tres películas que se detenían en el retrato de sendos escritores. Dos de ellos existieron en la realidad del siglo XX, donde tuvieron no poca relevancia. Hablamos de Siegfried Sassoon y Marguerite Duras, aunque ambas propuestas escapan de las fórmulas del biopic tradicional. El tercero es un escritor ficticio, aunque la historia que cuenta se inspira en el caso real del Mehdi Meklat. Tres propuestas diversas que siguen demostrando la estrecha conexión que siempre ha existido entre cine y literatura.
La presencia de Terence Davies en la sección oficial se ha convertido en una bonita costumbre en esta última década del certamen donostiarra. Optaba a la Concha de Oro por tercera vez, y no nos equivocamos demasiado si decimos que fue el mejor de los filmes presentados. En el palmarés se llevó un premio "menor" (guion), pero tampoco es Davies un director que necesite ser aupado a estas alturas de su carrera. En Benediction consigue algo a la altura de muy pocos, ya que consigue hacer una película clásica, de una elegancia formal admirable, a la vez que propone un discurso muy moderno. Un film con varias dimensiones, en el que cabe el antibelicismo y a la vez se trata el conflicto de la homosexualidad del protagonista con gran naturalidad. Un film que hace tan difícil de conjugar lo íntimo y lo general, hablando tanto de la persona que retrata como de la época en la que vivió.
Claire Simon se aproxima a la figura de Marguerite Duras de una forma muy diferente. De hecho, su personaje no aparece el film, salvo varios extractos de la Duras real en el rodaje de alguno de sus filmes como directora. Simon lo hace a través de Yann Andréa, amante y compañero de la escritora durante sus últimos 16 años de vida.. El film recrea las conversaciones que mantuvo este con la periodista Michèle Manceaux, en las que encontramos explícitos detalles sobre esa relación. Un texto que dice mucho sobre las relaciones de poder, que en este caso ejerce una mujer. Aunque no puedo evitar pensar que lo valioso está en esas grabaciones, más que en la traslación literal de las mismas. Reconociendo el buen gusto de la directora al filmar esos diálogos con una cámara que se mueve de forma tan natural, es complicado evitar la sensación de simple "recreación". Son los escasos momentos de impasse los que realmente consiguen un interés por lo que vemos en Vous ne désirez que moi, más allá de lo que escuchamos. Muy interesante, bien es cierto, pero quizás otro tipo de acercamiento al material lo hubiera enriquecido en lugar de aportar tan poco.
Y acabamos con Laurent Cantet, que en Arthur Rambo construye una película hija de su tiempo. Las redes sociales, los límties del humor, la cultura de la cancelación...temas muy de actualidad que el film trata a través de un joven escritor de éxito que cae en desgracia por culpa de unos tweets pasados. El carisma de su protagonista destaca en una propuesta que parece tan efímera como la realidad que retrata. Escasa en profundidad, cabe la razonable duda de si la película sobrevivirá al paso de los años. ¿En el futuro será una referencia para explicar estos tiempos? ¿O será uno de esos filmes que caen rápidamente en el olvido? Me inclino más por esta segunda opción, pero no deja ser una predicción aventurada que podría ser errónea. Veremos.
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