Por Paulo Campos
Si hay alguna categoría que con los años ha pasado de una oscura habitación y a punto de quedar fuera de la gala en directo, a revalorizarse y ser una de las más esperadas ha sido esta. Nos guste o les guste o no, mucho tienen que ver en ello dos cosas: la primera es Bowling for Columbine y Michael Moore, que abrió camino para demostrar que el género interesaba si se le ofrecía a la audiencia temas innovadores y dejaban de aparecer señores con pelos estrambóticos y gafas de pasta agradeciendo el premio por un documental de imágenes de archivo del Holocausto. La segunda razón, unida a al éxito de la anterior, es que la exposición del género ha aumentado, ahora se estrenan documentales en salas, mucho, cosa que antes se reducía a festivales y poco más que salas de arte y ensayo.
Otra pista de la importancia que ha cobrado la categoría es que este año se ha batido el récord de documentales enviados para la valoración de los académicos, más de 200 películas de este género confirman el interés por hacer este tipo de cine y mucho han ganado con las nuevas ventanas donde verlos. De todo ese porrón de films los cinco que han pasado los múltiples cortes y son los finalistas son estos:
Collective de Alexander Nanau
Rumanía es un país que no había tenido mucha suerte en los Oscars, a pesar de ser, desde principios de este siglo XXI una de las cinematografías más solicitadas por los festivales de cine más importantes; es curioso que un documental tan sobrio como Collective les haya dado tantas alegrías en los premios de industria. Ya en diciembre avisó de su potencial cuando se hizo con el Premio de Cine Europeo en su categoría y siguió despuntando entre la crítica USA, que lo colocó como uno de los más importantes del año.
Al más puro estilo de películas americanas sobre investigaciones periodísticas, muy en la línea tanto argumental como formal de Spotlight, nos cuenta como periodistas rumanos logran acceder a rincones inéditos anteriormente a instituciones del gobierno rumano en la investigación del incendio del Colectiv Club en un concierto en 2015 donde murieron en el local unos treinta jóvenes a los que siguieron, de forma un tanto extraña, otros tantos en los hospitales. Al levantarse las alfombras se descubrió un fraude masivo en la atención hospitalaria. Bueno, no cuento más porque quiero que lo veáis, pero la fuerza del documental está en cómo se investiga, en cómo rascando sale la roña en cualquier país del mundo y la corrupción se revela como un peligro no sólo para las democracias, sino para las vidas de los habitantes.
No puedo decir que sea un documental arriesgado, de hecho hay un par de cosas que me molestan, como esa inclusión casi sorpresa de las imágenes del concierto o remarcar varias obviedades, pero sí lo que cuenta que la convierten en una de las más necesarias películas del año y elevan la categoría.
Crip Camp de Nicole Newnham y James LeBrecht
Siempre se cuela en esta categoría una película bienintencionada que nos cuenta una historia de superación en clave positiva y que los académicos les suelen hacer ojitos. A ver, es comprensible, en navidades en plena recepción de screeners prefieren ver un documental de duración normal con carácter positivo que un sesudo estudio de un gobierno o de una región en clave política, que al fin y al cabo ni les va ni les viene. Así vemos Oscars tan baratitos como el de 20 Feet From Stardom por delante de maravillas como The Act of Killing.
En este caso esta cuota parece que tiene representante, es esta historia sobre un campamento para adolescentes discapacitados que se crea para un concierto muy cerca de Woodstock a finales de los años 60. El trabajo de los directores es el de recuperar la historia a través de imágenes de archivo poco conocidas y recrear lo que se vivió en este campamento y de presentar historias de superación con las que empatizar. La crítica no deja de repetir, y yo no puedo ser menos, que resulta todo muy inspirador; yo añado que no descubren la pólvora, la verdad, pero la hora y media que dura se te pasa volando y se disfruta mucho. Ya desde su estreno el pasado año en Sundance, donde se hizo con el principal premio, avisó de su potencial y a ver si la inspiración llega al corazón de los votantes y se hace con el premio. Para mí los hay mejores, bastantes, este año pero no me extrañaría su victoria, la verdad.
El agente topo de Maite Alberdi
Otra cinematografía en auge desde hace un par de décadas es la chilena, ha crecido enormemente en producciones, en calidad y en exposición en festivales y premios de industria. La elección de este documental para representar a Chile en los Oscars como mejor película Internacional siempre es noticia, porque el género no parece el óptimo para concurrir a una categoría, habiendo otra específica. Pero desde la camboyana The Missing Picture o, rizando el rizo, Waltz with Bashir (animación, documental y nominada a mejor peli Internacional). Finalmente la película chilena no pudo repetir la hazaña rumana de este año o la macedonia del pasado año. Me quedo con esta última comparación.
El año pasado Honeyland hizo historia al ser la primera película que hacía un doblete inédito, conseguir las nominaciones de mejor documental y de mejor película internacional, y no me extraña. En mis artículos del año pasado barruntaba que si cualquier académico veía la película se iba a “enamorar” de Hatidze y probablemente muchos votos irían para ella. Este año ocurre lo mismo con Sergio, un protagonista carismático, al que se le coge mucho cariño y te rompe el corazón con sus “descubrimientos” como detective en el asilo donde debe hacer esa doble vida.
Una maravilla, al que quizá hay que coger con pinzas en esa calificación de documental, pero que nos hace reflexionar sobre la soledad, la vejez, el abandono de nuestros mayores y la expiación de la culpa de ese sentimiento de dejar a familiares prácticamente sin contacto con la familia a través de entramados para hacer ver desde fuera una preocupación inexistente. Es mi favorito del año y no sólo porque parte de su producción sea española porque detrás está Malavanda producciones, con Marisa Fernández Armenteros y María del Puy Alvarado, a las que deseo toda la suerte del mundo.
My Octopus Teacher de Pippa Ehrlich, James Reed
Me gusta que se dé visibilidad a este tipo de documentales de naturaleza para demostrar que no todos son los que nos daban por TVE 2 sobre el león que tiene que cazar a la puta cebra para alimentar a su camada y enseña a sus cachorros cómo hacerlo; o los ñus, también conocidos como los yonkis del desierto, que cruzan el río para meterse directamente en la cara del cocodrilo. Hay más, se puede ser original rodando un documental de naturaleza y este lo hace. La “amistad” entre un pulpo que, desde aquel que se hizo millonario por acertar quien ganaba el partido de fútbol de no sé que mundial, que ahora debe de ser la estrella de la mejor pulpería de Carballiño, sabemos que son listos como bueno, otros animales que nos digan los documentales, claro.
A favor, sin duda, las imágenes, la presentación de cómo el pulpo es capaz de hacer todas esas cosas, que ya es bastante más que cualquier votante de VOX. Por otro lado, me molesta bastante ese tonito de autoayuda baratísima con reflexiones filosóficas de todo a un euro que no vienen a cuanto y que para mí hacen que sea el más flojito de los cinco en liza.
Time de Garrett Bradley
Es el turno del documental reivindicativo del año y que ha marcado los premios de la crítica, haciéndose con muchos de los premios de su categoría. Se trata de un enorme trabajo de montaje de vídeos caseros que abarca unas dos décadas, desde que la protagonista Fox Rich (el nombre ojito, eh) y su novio de entonces cometieron un crimen por el que él está cumpliendo una condena a todas luces abusiva y la mujer y sus hijos presentan cómo es crecer sin la figura paterna y que si continúa en prisión es por el color de piel, porque blancos con igual delito no cumplen semejante condena.
En blanco y negro y primeros planos de los protagonistas hablando a la cámara vemos las ansias de Fox de dar a conocer su caso al pueblo y de los hijos de servir de apoyo a su madre en ausencia de su padre. Lo mejor es el gran trabajo de edición de horas y horas de grabaciones y condensarlos en los sentimientos a lo largo de los años de los protagonistas y su infatigable lucha a lo largo del tiempo que pasa por una resignación inicial a una indignación cuando ven que nada cambia en su situación cuando sí lo hace en la de otros casos semejantes. Pasa rápido, se ve fácil y se empatiza aún más. Ahora mismo yo lo podría favorito por el premio, pero quien sabe si la opción happy o la opción rumana pillan atajo.
Merece ganar: El agente topo
Mis nominados:
Collective
Dick Johnson is Dead
El agente topo
Time
The Truffle Hunters
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