Por Paulo Campos
Una de las cosas que más me sorprende de la labor de dirección es que haya un total pasotismo a la hora de supervisar el trabajo de montaje. Una cosa es que confíes ciegamente en tu montadora o montador, porque para mí un montaje mediocre te puede estropear una película que te había quedado chuliña. Ya no hablo de hacer el pino con el rollo de película o, para los que no son viejunos, con la digitalización (o cómo coño se llame con lo que se rueda ahora, me entendéis). En los últimos años se han impuesto películas con trabajos de montaje basados en planos rápidos y cortos y sucesión de imágenes que apabullan al espectador, como son los trabajos de Ford v.Ferrari o el absurdo premio al locurón de edición de Bohemian Rhapsody. Este año, como vengo repitiendo casi en cada artículo de cada categoría, las nominadas no buscan la excelencia sino que son películas bien montadas, pero de una forma más a “la antigua usanza”, ciñéndose a lo que piden los guiones y sin afán de protagonismo. Así llegamos con la ausencia de una favorita clarísima, aunque por trabajo sí que las hay mejores que otras. Son estas cinco las nominadas:
The Father de Yorgos Lamprimos
Querido Yorgos, me vas a perdonar, pero la primera vez que leí que te llamabas así (en los créditos de Custodia compartida) me pareció un chiste a costa del director de The Favourite y resulta que no, que eres un montador de verdad, y uno de los buenos. El trabajo que realiza este buen hombre en la adaptación teatral marca esa diferencia que no logran levantar otras adaptaciones teatrales de este mismo año como Ma Rainey's Black Bottom, que arrastra todo el tiempo el lastre de que claramente es obra teatral pasada a pantalla.
Aunque, como comenté en la categoría de diseño de producción, el trabajo puede correr el peligro de pasar desapercibido. Pero esos continuos saltos en la narración, tanto temporales como narrativos, hacen que el espectador pueda sentirse un poco descolocado, ayudando así a identificarse con el personaje de Hopkins y vivir a través de esos saltos en la mente de un enfermo de Alzheimer. Sin duda, uno de los trabajos del año, que me alegro que se vea reconocido con esta nominación.
Nomadland de Chloé Zhao
Hasta cuatro nominaciones este mismo año ha conseguido la buena de Zhao, batiendo un récord en los 93 años de estos premios benditos. Además, la muchacha es favorita para hacerse con ellos, quizá el que menos sea este el del montaje de la película del año. El ritmo tan reposado juega en su contra y puede sonar a nominación para agrandar un poco el número de premios a los que opte, operación que tristemente los montadores son muy proclives a hacer. Al lado de otros trabajos de este mismo año queda un poco cosa más pobre, pero siempre defiendo que el saber dotar a una película de ritmo propio es muy de alabar y los montadores deben reconocerlo.
En los premios de la crítica este trabajo ha sido bastante apreciado, es verdad que ya la directora montadora productora guionista, lo hacía en sus anteriores películas y vuelve a usar un montaje que recupera a pantalla gestos y caras en lugar de líneas de diálogo, necesitas ver muchas veces tus imágenes para introducir esas secuencias para darle el sentido a la película que tú quieras. Me gusta, funciona y marca un puntito de diferencia.
Promising Young Woman de Fréderic Thodaval
Que la película de Emerald Fennell ha sido una de las sorpresas del año no hay duda ninguna y buena prueba de ello es que se ha hecho con casi todas las nominaciones que el tipo de película que es podía aspirar. Para optar a lo grande debía estar en esta categoría, generalmente si quieres ganar premios más importantes tienes que estar presente en esta categoría, la llaman el Ohio de los Oscar, como si todos tuviéramos que ser Emilio Domeneq y conocer que coño se vota en cada estado de los EEUU.
El trabajo de edición recae en el francés Thodaval, que consigue su primera nominación tras cientos de películas en las que Liam Neeson se lía a mamporros con todo cristo o pelis tipo Sinister o Peppermint, es decir películas de acción de ritmo rápido y vertiginoso. Nada que ver con su trabajo en esta película de Fennell, más reposada y sin que el montaje obtenga el protagonismo, salvo el clímax final o alguna secuencia musical de las que pueblan extrañamente la película. Un buen trabajo y, sin ser espectacular, mejor que nominados sin sentido de ediciones anteriores tipo Dallas Buyers Club o algo así.
Sound of Metal de Mikkel E.G. Nielsen
La comparación que hacía de la carrera en las categorías técnicas entre esta película y Whiplash sigue vigente en esta categoría. Un montador venido del cine danés, cuyo trabajo en The royal Affair no pasó desapercibido y fue incorporado después a Hollywood con Beasts of no Nation consigue destacar este año y logra su primera nominación. Lo extraño es que el montaje de Sound of Metal no tiene nada que ver con la espectacularidad de la película de Chazelle, allí el ritmo era frenético, la batería marcaba el ritmo de edición y, sin embargo, pese a coincidir en instrumento, el montaje va totalmente por otro lado, nada de prisas ni pulsaciones desenfrenadas, el director opta por dotar a la película de planos largos, pausados, lejos de ritmos desenfrenados que apabullen al espectador. No se están premiando últimamente películas así, aunque habrá que ser cauto.
Desde hace unos años las categorías de sonido y edición van extrañamente de la mano, ya me dirás tú por qué, y esta película es la máxima favorita para ganar en sonido, lo que la convierte en una de las grandes contendientes a este premio también. Por mi parte, y siendo gran defensor de la película, creo que la nominación es premio suficiente, pero en un año tan extraño, quién sabe. Si gana, tampoco me voy a tirar de los pelos.
The Trial of the Chicago 7 de Alan Baumgarten
Baumgarten es el único de los cinco candidatos que tenía experiencia previa en los Oscar, había sido nominado por aquel fraude llamado American Hustle (¿qué coño le echarían al agua de Los Angeles aquel año?). Por lo tanto es prácticamente, como ocurre en muchas de las categorías, un apartado para principiantes oscarizables, lo que siempre está muy bien.
Curiosamente, pese a ser un principiante, no lo es con Sorkin, porque ya le editó su Molly's Game con bastante acierto, para mi gusto, y ahora vuelve a demostrar que hay madera de gran montador aquí. Lo digo ya, es la mejor edición del año, rica en matices, como los que ocurren en la sala del juicio, tan proclive a mantener plano fijo. Pero lejos de ello, tienen un ritmo envidiable y después tiene el regalo de montar las secuencias de las manifestaciones y cargas policiales y las aprovecha de la mejor manera posible. Sin más, para mí tenemos en esta película el premio claro, lo que también es una oportunidad de no dejar pasar a cero a una de las pocas alternativas a Nomandland de este año
Merece ganar: The Trial of the Chicago 7
Mis nominadas:
The Father
Judas and the Black Mesiah
Nomandland
Time
The trial of the Chicago 7
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