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martes, 29 de septiembre de 2020

Crónicas: Festival Toronto 2020 (XIII)

Por Paulo Campos 


Notturno (Gianfranco Rossi. Italia-Francia-Alemania, 2020)

Desde que comenzó su carrera como documentalista allá en el 93 en EEUU, Gianfranco Rossi se ha convertido hoy en día en el más reconocido cineasta italiano del género. Si consiguió hacerse con el León de Oro contándonos la vida en un nudo de autopistas en Sacro GRA y un par de años después estaba nominado al Oscar por Fuocoammare (que nos ponía al día de la inmigración en el Mediterráneo), ahora vuelve a centrarse en una zona del mundo para contarnos las miserias de cualquier rincón, extrapolando a donde vivimos.

No es tan complicado como parece. Rossi decide instalar durante un período de unos tres años sus cámaras en países vecinos y conflictivos como Irak, Siria, Kurdistán o Líbano para mostrarnos la vida cotidiana allí, donde se agolpa la violencia, la pobreza, el puto Daesh y la competencia territorial. Más allá de centrarse en unos personajes concretos, esta vez opta por mostrar más rostros, pero sin poner demasiados nombres para que desde el anonimato veamos como es posible salir adelante en unas condiciones deplorables.

La mayor hazaña del documental es pensar ¿cómo coño puede meter la cámara ahí?, porque consigue imágenes poderosísimas, en las que no tienes la más remota idea cómo consigue acceder a esas situaciones, algo así como Pablo Casado a dirigir un partido. En las trincheras, en una cárcel (impactante es la imagen de los presos vestidos de naranja en una cárcel de colores pálidos). Así esta parte buena entra en colisión a su vez, porque más preocupado esta vez de abrumar a la vista se olvida un poco de profundizar en los sentimientos y se queda su documental más superficial de los últimos que le hemos visto.

La profundidad de la imagen no es la de la temática y, claro, aleja un poco al espectador que busca más personalizar esos problemas cotidianos. En fin, que puede que Rossi se haya pasado esta vez de frenada en la presentación del documental, pero apoyado en esa fuerza de la imagen, hacen de Notturno uno de los documentales europeos importantes del año.


Good Joe Bell (Reinaldo Marcus Green. Estados Unidos, 2020)

Hace poco os hablaba de la película Penguin Bloom y la traigo a colación porque la intención de reflejar una historia real desde el dolor que provocan acontecimientos negativos se sigue la historia de un progenitor (madre en el caso de la peli neozelandesa, padre en este caso que nos ocupa) que debe adaptarse a las nuevas condiciones de vida, pero que las intenciones quedan por encima de la realidad cinematográfica que finalmente presenta.

Veamos, la película nos cuenta la historia verídica, por supuesto, de Joe Bell, un hombre bueno, como dice en el título, que después de varias tragedias decide homenajear a su hijo recorriendo a pie EEUU para llegar a Nueva York mientras va haciendo paradas en institutos o allá donde lo quieran escuchar para hablar de bullying y acoso. Todo ello porque su hijo ha pasado por ello, su condición de abiertamente gay en un pueblo de mierda de esos agobiantes del país hace que reciba ese trato por parte de compañeros que lo llevan a tomar decisiones desesperadas.

Un punto de partida clásico, poco original que resalta las figuras reales de los Bell, que consiguieron cierta fama en su momento por el caso que trata. Pero lo más sorprendente de la película es la presencia como entregado padre de Mark Wahlberg, el Marky Mark aquel que se dedicaba a soltar por la boca cosicas no muy bonitas sobre homosexuales, es el elegido para el proyecto. No sé si es esto una provocación o una justificación. Habrá que preguntarle. De todas formas no destaca de forma negativa, Whalberg está deseoso de mostrar que es un buen actor, cuando no lo es, pero sí se esfuerza en mostrar otra cara, de ahí su mérito y como dije en el podcast de La sexta nominada cuando hablé de la película, como productor lo quiero sin duda en ella, pero como director de casting no lo contrataría en la vida. Pero vuelvo a repetir, está voluntarioso, trabajador y en el tono correcto, lo que probablemente es lo mejor que puedo decir de una de sus interpretaciones desde su nominación al Oscar por The Departed.

Lo mejor de la película, más allá de sus intenciones, está en un reparto muy coordinado donde sí destaca el chaval Reid Miller, que aporta frescura, cara dura y emoción a la historia (una auténtica revelación) y la consistencia de actores secundarios habituales como Connie Britton, una madre bastante choni que debe de lidiar con personalidades tan opuestas como la de padre e hijo, o Gary Sinise, actor abiertamente republicano que aquí parece seguir la estela de Whalberg y justificar su presencia en la película como “eh, a pesar de ello, soy humano”.

Hablando ya para terminar de Whalberg y Sinise, ¿es cosa mia o lo de la vocalización regular? A Sinise no le he entendido una palabra en la vida y a Whalberg regular, pero hay una secuencia en la que Sinise habla (creo) y el otro lo hace también con la boca llena y me parece que es una secuencia en la que dicen cosas importantes, no entendí nada, me pareció igual que una conversación entre urogallos ibéricos. Es todo lo que tengo que decir de la película que parecía que iba a dividir más al público, pero ni siquiera es audaz en la presentación ni deja poso. No deberíamos tenerla muy presente para los premios, pero es que este año es todo tan raro que no descarto que Whalberg se gaste una pasta gansa para convencernos de que le debemos un Gotham Award o algo así.


180 Degree Rule (Farnoosh Samadi. Irán, 2020)

Una película iraní sobre una profesora ya veterana que se prepara para asistir a una boda y que de buenas a primeras se encuentra con que su marido no le da permiso para hacerlo, lo que le lleva a tomar unas decisiones que afectarán a su modo de vida tan asentado y a todo lo que en su momento creía correcto.

Es una más en las películas iraníes que llegan a los cines, no parece tener mucha ambición en los primeros minutos de metraje, que para mí son los mejores, presentando la vida de la profesora, incidiendo en cómo es ser una mujer en Irán. A ver, no es nada original, al contrario, desearías que aparezca otro enfoque. Pero la segunda parte se enrevesa de forma a veces un poco incómoda y a mí me hace alejarme.

Una buena historia que, a veces, el complicarla hace que como espectador te expuse de lo que te quiere contar. Las interpretaciones son correctas, y ese aspecto de montar un buen personaje con la vida de esta mujer. Es verdad que más interesante de lo que seguramente sea la vida de una profesora de instituto, porque sus relaciones con alumnos y entre ellas son más interesantes de lo que se convierte después la película. En fin, que un poco a medias nos deja la película que parecía que llegaba un poco de rebote a un festival importante, porque venía apenas sin carrera alguna y no creo que con el poco bombo que tuvo en pases consiga levantar mucho el vuelo.

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