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lunes, 28 de septiembre de 2020

Crónicas: Festival Toronto 2020 (XI)

Por Paulo Campos 


Un triomphe (Emmanuel Courcol. Francia, 2020)

Aquella película que llegó en 2011 llamada Intocables marcó una época para el cine francés, a partir de entonces cientos de películas que conjugaban el drama con comedia localista y buenos sentimientos aparecieron como un nuevo género que a los franceses se les daba bien y al público en salas parecía que les era necesario, porque los datos de recaudación era apoteósicos. En esa línea se incluye esta película que es candidata número uno a ser la “comedia francesa del año”, si es que esta frase aún significa algo.

Llenita de buenas intenciones, nos cuenta la historia de Etienne (un achuchable Kad Merad),  un actor sin mucha suerte en el campo laboral, que es elegido para dar clases de teatro en un centro penitenciario y representar, no por casualidad, 'Esperando a Godot' de Samuel Beckett, referente del absurdo donde los personajes esperan y esperan por alguien que nunca llega.

El abanico de personajes viene marcado por los distintos internos del centro que se suben al carro del grupo teatral y que no son tratados con condescendencia. Sus frustraciones, sus anhelos y sus situaciones se presentan sin dramas, a través de conversaciones y ensayos para finalmente obtener éxitos en muchos aspectos (así lo dejo y no revelo gran cosa)

Una película de la que no tenía ni una sola referencia cuando me la puse en la sacrosanta plataforma torontiana, y que mira, me hizo pasar un buen rato, divertirme y desear que sea un pronto estreno en los cines españoles, porque es cantera de esas películas que reflotan cines pequeños de centro de ciudad con público fiel y que se dejan llevar por el feel good movie francés, que algún nombre galo tendrá pero que no tengo idea. Recomendada queda, sabiendo que tampoco estamos ante una obra cinematográfica de culto ni nada parecido, pero sí con encanto y buen rollo suficiente para que nos gastemos unas perras en ella.


Preparations to be Together for an Unknown Period of Time (Lila Horvát. Hungría, 2020)

Hace un par de años apareció casi de la nada una película húngara llamada En cuerpo y alma de ildikó Enyedi, que sorprendió por su sencillez y la originalidad de la propuesta. Aquella película llegó incluso a los Oscars y marcó una senda al cine húngaro de la que la película que hablo ahora es una de sus caminantes.

El punto de partida es el de una mujer húngara que trabaja como médica en Estados Unidos, pero que por amor decide regresar a Budapest, aunque allí el hombre del que está enamorada cambia hasta no reconocerla. Un punto de partida que, tal y como se desarrolla la película, abre la puerta a muchos cambios argumentales que a veces funcionan mejor que otras y que basa en la construcción (o mejor dicho, deconstrucción) temporal de la película.

El punto de unión con aquella de Enyedi es la decisión de utilización de planos cortos, basar en el rostro inexpresivo de los actores parte de su encanto y con transiciones sutiles pero temáticamente algo forzadas. Sencillez estilística para complicar la trama, no sé si me explico o estoy soltando palabras para que me den el Premio Espasa de poesía en un par de años. Pero vamos, creo que os podéis hacer una pequeña idea.

No sé si la película se hundirá entre ofertas húngaras, si es que la hay, o la Academia del país magiar le dará la oportunidad de hacer carrera y convertirla en una “hay que verla” en este 2020. Yo digo que sin ser la repanocha es una película rescatable, también fácilmente odiable, no lo escondo, pero siempre es buena esa dualidad.


Kill It and Leave This Town (Mariusz Wilcynski. Polonia, 2020)

La segunda película de animación que me vi en la plataforma del Festival de Toronto es esta película tan biográfica, difícil y autoreferencial del polaco Wilcynski, a quien no tenia el placer de conocer de nada y después creo que voy a seguir sin conocerlo mucho, porque es una película escarpada, dura de ver y bastante rebuscada.

El argumento es una especie de viaje por los recuerdos del director, sus memorias familiares, adornados con canciones infantiles y tradicionales que se vienen a su mente, adornado con superhéroes, comics que supongo marcarían su infancia y todo ello en una coctelera gótica que la hace poco accesible y para muy cafeteros del género.

Los dibujos manuales, en blanco y negro con estilo muy gótico, dominan el conjunto. No está buscando en ningún momento apabullar con la técnica de animación, más bien al contrario, pretende una tosquedad y una sequedad que marque su estilo y se centre en presentarnos la dureza de la Polonia pasada (pues ojo cuidao con la actual con unos mierdas gobernando el país, uno más)

A ver, para resumir es como si un tipo nos contara una parte de su historia y la de su imaginario colectivo con bocetos inacabados de un comic y le diera al mismo tiempo por homenajear a Lynch en sus intenciones. Poco más que decir

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