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miércoles, 23 de septiembre de 2020

Crónicas: Festival Toronto 2020 (IX)


Por Paulo Campos 


Pieces of a Woman (Kornél Mundruczó. Canadá-Hungría, 2020)

Mundruczó es una de las figuras claves de la nueva ola de cine húngaro, sobre todo por películas como White God Jupiter's Moon. Ahora da el salto a Norteamérica con su primer proyecto en lengua inglesa y seguramente no último. La producción viene sobre todo de capital canadiense, así que ningún sitio mejor que Toronto para presentarla en sociedad.

La piezas de una mujer son las que trata de componer la película, es la historia de las dificultades de una pareja cuando pasan por el trance de perder en un parto de estos caseros (¡ay, válgame el zeñó!) a su hija recién parida. Las secuelas psíquicas de ella, de cómo le afectan en su relación con pareja, familia y entorno laboral son básicamente las tramas de la película, que ahonda de manera a veces excesivas en los vericuetos que la vida busca a veces.

El cómo está planteada cinematográficamente hace que estemos ante dos películas diferentes. La primera es un cortometraje sobresaliente, el parto está rodado en un único plano secuencia, con energía, cámara en mano y viva, que hace que enseguida te enganche la película y empiece a un nivel enérgico brutal. Una vez acabado el parto y su trágico desenlace la energía baja y creo que en muy poco momentos se recupera. Era demasiado bueno el inicio para mantener el nivel. Cosas del cine. La segunda parte es más acomodaticia, más tópica y a veces, más de dos o tres, echamos de menos que si el director sabe hacer lo que hace al inicio, no siga desarrollando la película por esos cauces. Y no me refiero al plano secuencia, que os conozco, Iñarritus.

Pero si algo debe ser destacado son los actores, una es la ya estrella naciente del 2020, Vanessa Kirby, la Princesa Margaret de The Crown, sabe que esta es su oportunidad para el estrellato y se agarra al personaje con uñas y dientes. Su Copa Volpi de Venecia la confirma como una seria aspirante a hacer carrera por el Oscar, y merecer lo merece. Su interpretación llena de fragilidad, matices, orgullo y redención es un arco que para si querrían muchas actrices y aquí lo tiene todo en uno y no, a pesar de llevar todo el peso de la película sin ser un figurón sí sale fortalecida y a tres películas de fichar por Marvel. Plantándole cara está la inmensa Ellen Burstyn, en el papel de una madre, con dinero por castigo, que no le caen los anillos (de oro, claro) al cantarle las cuarenta a la hija y a enfrentarse a ella (tiene dos clips Oscar clarísimos). Y por otro lado está Shia LaBeouf, decidido a caer mal fuera y dentro de la pantalla con personajes secos, ambiguos y nada complacientes para el espectador.

Netflix ya le ha puesto el ojo (quién si no) y pretenderá hacer campaña por Kirby y asegurarse así que tiene al menos cuatro nominados de cinco y todas y cada una de las categorías existentes. A ver cómo nos llega la película, porque creo que puede tener público y aunque no sea lo mejor del año, sí merece verse por el recital de una actriz con un futuro de baldosas amarillas.


Quo Vadis, Aida? (Jasmila Zbanic. Bosnia y Herzegovina-Austria-Rumanía-Alemania-Polonia, 2020)

Zbanic es ya una directora reputada en los países balcánicos, sus películas Na putu o From those who can tell no tales tuvieron bastante eco en Europa en los años de su estreno. Ahora conjuga en esta película dos sensaciones distintas, la primera, la más loable, es la de revisitar la Guerra de la ex-Yugoslavia; que, aunque parezca increíble, pasó hace cuatro días mal contados. Describir el horror que supuso para millones de personas en el corazón de Europa, mientras que el resto estábamos flipándolo creyéndonos clase media mundial. Así pues, por un lado está la necesidad de ir contando estas historias, pero al mismo tiempo aparece aquí el brochazo gordo, Zbanic tiene de sutil en esta historia lo que yo para la poesía.

Aida es aquí una traductora de la ONU que debe asistir atónita a las reuniones de los soldados que están decidiendo sobre su futuro y sobre su vida. Hasta que la familia de la propia Aida es una de las que se encuentran en ese campo de refugiados condenados a penurias, como poco, así que trata de mediar utilizando influencias hasta donde puede, que no es mucho. El personaje de Aida,interpretado magníficamente por Jasna Djuricic, es lo más trabajado y acertado de la película, su desesperación, el mediar entre aguas y el mostrarse neutra ante lo que pasa es muy valorable. Sin embargo el resto de personajes están poco hechos, los soldados son mostrados como unineuronales (cosa que igual no dista de la realidad), pero sin recorrido durante la película, se quedan como un bosquejo sin llegar a más. En cuanto a la violencia es más sutil, de hecho lo mejor es como presenta el drama de forma muy elegante, cosa que nunca diría por cómo comienza la historia

Historia dura, real y que debe ser más visitada por el cine, porque hay mucho que contar, que denunciar y aprender. Aquí tenemos un primer paso a traer a pantallas hechos como esta matanza de Srebrenica del 1995 y sus consecuencias. La película se presentó en la sección oficial de Venecia de este año, no rascó mucho premio, pero al menos tuvo visibilidad suficiente para que su carrera no haya más que empezado.


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