Por Paulo Campos
Queridos, cuánto tiempo ha pasado. Desde luego la oportunidad de florecimiento intelectual, con esto de la pandemia mundial, no es algo que haya recaído en mí y han sido los meses menos provechosos de mi vida. El karma cinematográfico, que me lo imagino como Danny DeVito vestido de duende verde, me ha castigado con la negativa de Venezia a acreditarme para su Festival. Por lo tanto, os priva de mis crónicas diarias con críticas que se entienden y no son más complicadas que una película hindú sobre temas folclóricos. Así que ya os imagináis, en pleno agosto, rechazado, aislado... y no se me ocurre otra cosa que, por despecho veneciano, acudir a la página de acreditaciones del Festival de Toronto a pedir limosna. El resultado otro NO, como el de Snoopy al entrar en la biblioteca. Pero claro, en Toronto, que son gente con empatía y con cariño con los más pobres, rectificaron. Y el viernes pasado me llegaba uno de los mejores mails de mi vida, diciéndome que sí, venga, que la plataforma para ver películas aguanta que te conectes y te damos unas claves. Eso sí, sé bueno, habla de nosotros y, ojo cuidao, que este año tenemos embargo. Justo el año que las películas no le importan ni a Perry.
Pues en estas estamos, en comentaros todo lo que pueda ver, lo que pase y lo que nos cuenten del Festival de Toronto, que siempre supone la plataforma de inicio a las películas con ínfulas de premios en América del Norte, y que luego salen de allí reforzadas como Green Book, Parasite, Silver Linnings Playbook. O que después de verlas no las quiere distribuir ni el videoclub Paqui de Santomera como … para qué perder el tiempo con ellas, si cuatro críticos americanos ya decidieron su destino, que es el caldero de Amazon Prime de tapadillo.
Este año el Festival se sigue desde casa, se ha habilitado una plataforma en la que cada día se activan algunas de las películas según tu acreditación. Por ejemplo, con la mía, la de prensa, se activan las de sección oficial y secciones paralelas. Pero sólo algunas de las que se presentan a la industria con vistas a que alguien las compre para ser distribuidas por el mundo adelante. Así pues películas como Explota, explota, Sentimental, La vampira de Barcelona o El año de la furia (todas ellas españolas) en principio no podré verlas por ser para compradores en exclusiva. Y después, dentro de las de prensa hay restricciones geográficas como para ver el musical American Utopia de Spike Lee o Nomandland, una de las primeras favoritas a los lejanísimos Oscars 2021, que tampoco podremos ver. Y finalmente, sólo porque les sale del higo toronteño, tampoco nos dejarán ver las películas estrella del festival como Ammonite, The Father o Falling.
Una vez presentado el Festival, queridos míos, os contaré un poco qué películas nos habilitaron el primer día, que más bien fue el día cero, porque no contábamos con ellas. Así Apples de Christos Nikou, Lacci de Daniele Luchetti, Passion simple de Danielle Arbid, Tove de Zaida Bergroth, Holler de Nicole Riegel, Karnawal de Juan Pablo Félix y Garçon Chiffon de Nicolas Maury.
En el siguiente artículo os comentaré lo que me han parecido estas películas, hasta donde pueda leer, claro, porque hay, como no, los malditos embargos. En este caso en aquellas que coinciden con el Festival de San Sebastián y de las que hablaremos más tarde, claro, porque hay mucho, mucho que decir.
Espero que os interese tanto el Festival como a mí, que como dije, aunque este año sea un poco light en contenido destinado a premios, sí veremos alguna joyita escondida de entre tantísimas películas. Os aguardo estos días y confío en que me preguntéis o critiquéis lo que queráis desde aquí o desde mi cuenta de Twiter que eso da muchísimo prestigio que es @opaulocampos.
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