Por Paulo Campos
A ver, chicos y chicas de vestuario, no os entiendo. ¿No se supone que vosotros sois los que controláis del asunto? ¿Cómo es posible que después de que en vuestro gremio nominaréis bastante bien, os volvéis más rancios que una cena de picoteo en casa de José Manuel Soto? Es que a ver, vale que no os haya encantado Dolemite is My Name (que no entiendo por qué), pero coño, ¿es tan difícil ver que tiene el mejor diseño de vestuario del año? ¿En serio no creéis que Rocketman tiene un vestuario que merece estar entre los cinco mejores del año? De verdad que no os entiendo. Se supone que vosotros sois lo más, estáis a la última y me salís con las nominaciones más conservadoras desde la elección de Miss Estados Unidos Infantil. Vamos a ver, que las cinco nominadas no tienen un mal vestuario, pero aquí no están las cinco mejores del año ni de puta coña. Veamos:
The Irishman (Sandy Powell y Christopher Peterson)
Sandy Powell tienen que estar sí o sí, aunque haga el vestuario de una película nudista. Se pilla a un señor que debuta en los Oscar y consigue su decimoquinta nominación, de las que ganó tres. Scorsese tira de oficio y sabe que Powell le va a proporcionar un vestuario acorde con lo que quiere, y aquí disfruta de un lapso de tiempo de 40 años para mostrar la moda de las ropas de los mafiosos en Estados Unidos. De los trajes de fieltro y paño, se pasan a los más modernos de tergal y abrigos de esos que están ahora de última moda (Amancio no da puntada si hilo, nunca mejor dicho). También los vestidos de ellas indican su función en aquellos años y Scorsese lo utiliza como recurso narrativo y a la vez da posibilidad a Powell de lucirse en fiestas de “alta sociedad” y en la variedad de colores de esos trajes que ríete tú de Los Manolos (cuando tenían bolos suficientes para comprarse trajes, no ahora).
Jojo Rabbit (Mayes C. Rubeo)
Primera nominación para la diseñadora mexicana, tras Apocalypto o Avatar. En esta ocasión con un vestuario algo manido -la II Guerra Mundial-; que ella le da un punto de originalidad con los vestidos de Johansson y, sobre todo, con los modelitos finales de Sam “ya es uno de los grandes” Rockwell. Todo esto otorga esa aura "wesandersoniana" que buscaba, sin duda, Waititi. Oficiales nazis, soldados rusos y miembros de las SS no suponen hoy en día un reto de vestuario, pero sí los niños de campamento, sus instructores, las víctimas escondidas y el pueblo llano, cuando tu intención es crear color donde la realidad te dice blanco y negro. Es un riesgo que corrió Rubeo y creo que se sale con la suya, porque el colorismo mágico de todo el aspecto visual otorga esa idea de cuento mágico a la peli del bueno de Taika.
Joker (Mark Bridges)
El maestro Bridges tiene dos Oscar, uno por The Artist y el otro por su soberbio trabajo en The Phanton Thread. Como no quiere dejar de ser icónico, crea el traje rojo del Joker para dejarnos su impronta en una de las secuencias del año (la de la escalera, sí). Así, de pronto, ya tenemos un Joker que pasa a la posteridad por su colorido; pero el rojo es ira, violencia o venganza, cosas que como un guante se adaptan a la historia. Esa es la labor de un diseñador de vestuario, no la de crear cientos de trajes almidonados, sino la de dotar con su vestuario carácter a los personajes y tener relevancia en la trama. Pero no se queda ahí, los distintos trajes de payasos, el traje con el chaleco marrón con el que Arthur hace su monólogo y los poco vistosos y monocromos vestuarios de Gotham refuerzan la idea de que estamos ante un vestuario estupendo. Cuesta verlo, a mí me costó ver otra vez la peli para apreciarlo (lo cual no es motivo de queja).
Little Women (Jaqueline Durran)
A Jaqueline Durran le debemos uno de los mejores vestidos de la historia del cine, aquel verde que lucía Keira “dónde coño estás” Knightley en Atonement. Está claro, pues, cual es el fuerte de Durran: el vestir a la gente con ropajes de hace un siglo. Sus nominaciones son casi todas por vestuarios de época isabelina tardía (¡toma!), y desde luego sabe captar la elegancia en pantalla con el estrato social con el que identifica a los personajes. Las mujercitas de Gerwig, por mucha vuelta de guión que les diera, siguen teniendo menos dinero que un licenciado en doble grado en España, y por eso se refleja en la calidad de sus telas y en como las demás damitas de alta sociedad les superan en lujos. También para crear los caracteres de las muchachitas se apoya Gerwig en el trabajo de Durran. Ronan más desvergonzada y moderna, mientras Emma "que siga trabajando es un misterio" Watson clásica y descolorida (de ahí que sobresalga cuando se pone el vestido azul de marras). Mientras, un trabajo espléndido es esa inspiración en Soroya para acercarnos a las playas de la época con esos niños o mocitas en la playa.
Once Upon a Time in Hollywood (Arianne Phillips)
Arianne pasará a la historia por ser lo único bueno del engendro aquel que dirigió Madonna llamado WE y que también fue nominado al Oscar. Además, tuvo nominación con Walk the Line. Ahora consigue su tercera (¿irá la vencida?) con su soberbio trabajo para la película de Tarantino. La novena peli de Quentin es uno de los prodigios técnicos del año y su vestuario no es ajeno a ello. Las minifaldas y los sweters ajustado de Tate, la chupa de cuero marrón que da status de estrella y pinta de fucker a Dicaprio y la camisa floreada y amarilla, o las camisetas tamaño S de Pitt son ya icónicos a estas alturas. Los albores de la década de los sesenta supusieron una auténtica transformación en el vestir y así lo refleja el Los Ángeles de Tarantino. Además, rizando el rizo, hay que vestir a los actores que actúan en una película dentro de la película; aquellos con reminiscencias a los westerns folletinescos, y que están muy conseguidos. Trabajazo que bien le debería suponer el premio a la señora Phillips.
Debería ganar: Con Dolemite is My Name fuera me quedo con Once Upon a Time... in Hollywood
Mis nominados:
-Dolemite is My Name
-The Irishman
-Little Women
-Once Upon a Time... in Hollywood
-Rocketman
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