Dirección y guión: Jean Pierre Dardenne, Luc Dardenne.
Intérpretes: Idir Ben Addi, Olivier Bonnaud, Myriem Akheddiou, Victoria Bluck, Claire Bodson, Othmane Moumen.
Fotografía: Benoît Dervaux.
Montaje: Tristan Meunier.
Idiomas: Francés, árabe.
Duración: 84 minutos.
Vuelven los Dardenne a la adolescencia, el momento vital en el que más se han detenido a lo largo de su carrera. Ese momento decisivo en el que se forjan las personalidades de los futuros adultos. En sus películas tiene un papel primordial el entorno, y como este influye de forma definitiva en esa construcción del carácter. Muy especialmente en ambientes desfavorecidos o complicados. Ahmed es un joven de trece años al que ya conocemos captado por el integrismo islámico. Terreno pantanoso, ya que siempre existe el riesgo de dar una visión parcial -la del europeo blanco- de una problemática muy compleja.
Hay buenas ideas en el film, empezando por el rechazo al patriarcado. No es casual que la persona de la comunidad que se contrapone al fanatismo sea una mujer. Ella representa esa parte del islam que no renuncia a sus raíces, a pesar de vivir en Europa, pero que cuya visión está muy alejada del odio impuesto por ciertos sectores. Volvemos al eterno tema de la violencia que, venga de donde venga, casi siempre viene de la mano de hombres. Y la rueda sigue girando con la captación de futuros hombres que seguirán esos pasos (véase la contraposición con la hermana del protagonista, que aparece bastante "europeizada".
Pero como suele pasar en sus películas, los Dardenne se dedican de forma casi exclusiva a Ahmed, del que casi no se despegan con la cámara. Sus protagonistas suelen ser seres obstinados, y aquí esa obstinación es llevada hasta el extremo, dada la naturaleza del personaje. Aquí es donde el film flaquea, especialmente en un abrupto desenlace, forzando con demasiada precipitación los conflictos que perturban al joven aspirante a mártir. Frente al mérito del retrato de su vida interior -a través de pocas palabras y muchas rutinas- nos encontramos con la tosquedad con la que se recogen sus enfrentamientos con el mundo exterior.
También extraña la benevolencia con la que sale parada la sociedad belga. Aunque el film muestra la ineficacia del sistema de educación, lo hace criticando su excesiva inocencia o benevolencia. Todo el mundo se esfuerza una barbaridad por ayudar a Ahmed, al que no vemos sufrir ninguna muestra de racismo. Es muy posible que los directores así lo hayan querido, en una intención de mostrar como un entorno más o menos estable y "feliz" también puede ser víctima del fanatismo. En ese sentido, podría ser buena decisión no cargar las tintas en el tema del racismo, pero tampoco parece lo más adecuado ese retrato tan dulcificado de todos los blancos que se encuentran en el camino del protagonista. Aunque la intención del film sea no exponer motivos, solo mostrar el proceso, los recortes en el contexto provocan la sensación de estar ante un film incompleto.
Fanático
Por Manuel Barrero Iglesias
Vuelven los Dardenne a la adolescencia, el momento vital en el que más se han detenido a lo largo de su carrera. Ese momento decisivo en el que se forjan las personalidades de los futuros adultos. En sus películas tiene un papel primordial el entorno, y como este influye de forma definitiva en esa construcción del carácter. Muy especialmente en ambientes desfavorecidos o complicados. Ahmed es un joven de trece años al que ya conocemos captado por el integrismo islámico. Terreno pantanoso, ya que siempre existe el riesgo de dar una visión parcial -la del europeo blanco- de una problemática muy compleja.
Hay buenas ideas en el film, empezando por el rechazo al patriarcado. No es casual que la persona de la comunidad que se contrapone al fanatismo sea una mujer. Ella representa esa parte del islam que no renuncia a sus raíces, a pesar de vivir en Europa, pero que cuya visión está muy alejada del odio impuesto por ciertos sectores. Volvemos al eterno tema de la violencia que, venga de donde venga, casi siempre viene de la mano de hombres. Y la rueda sigue girando con la captación de futuros hombres que seguirán esos pasos (véase la contraposición con la hermana del protagonista, que aparece bastante "europeizada".
Pero como suele pasar en sus películas, los Dardenne se dedican de forma casi exclusiva a Ahmed, del que casi no se despegan con la cámara. Sus protagonistas suelen ser seres obstinados, y aquí esa obstinación es llevada hasta el extremo, dada la naturaleza del personaje. Aquí es donde el film flaquea, especialmente en un abrupto desenlace, forzando con demasiada precipitación los conflictos que perturban al joven aspirante a mártir. Frente al mérito del retrato de su vida interior -a través de pocas palabras y muchas rutinas- nos encontramos con la tosquedad con la que se recogen sus enfrentamientos con el mundo exterior.
También extraña la benevolencia con la que sale parada la sociedad belga. Aunque el film muestra la ineficacia del sistema de educación, lo hace criticando su excesiva inocencia o benevolencia. Todo el mundo se esfuerza una barbaridad por ayudar a Ahmed, al que no vemos sufrir ninguna muestra de racismo. Es muy posible que los directores así lo hayan querido, en una intención de mostrar como un entorno más o menos estable y "feliz" también puede ser víctima del fanatismo. En ese sentido, podría ser buena decisión no cargar las tintas en el tema del racismo, pero tampoco parece lo más adecuado ese retrato tan dulcificado de todos los blancos que se encuentran en el camino del protagonista. Aunque la intención del film sea no exponer motivos, solo mostrar el proceso, los recortes en el contexto provocan la sensación de estar ante un film incompleto.
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