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lunes, 9 de septiembre de 2019

Críticas: Quien a hierro mata

5/10
Quien a hierro mata (España, 2019).
Dirección: Paco Plaza.
Intérpretes: Luis Tosar, Xoán Cejudo, Enric Auquer, Ismael Martínez, María Vázquez, Dani Currás.
Guión: Juan Galiñanes, Jorge Guerricaechevarría.
Música original: Maika Makovski.
Fotografía: Pablo Rosso.
Montaje: David Gallart.
Idioma: Español.
Duración: 107 minutos.



Muriendo a hierro

Por Manuel Barrero Iglesias



Paco Plaza es ya un nombre consolidado dentro del terror español. Una trayectoria muy sólida que ha llegado a su punto álgido con [Rec]³: Génesis (2012) y Verónica (2017), sus dos últimos largometrajes. Ahora, el director afronta un nuevo reto en su carrera con un thriller psicológico que no elude involucrarse en cuestiones morales y sociales. Plaza asume el riesgo de salir del género en el que ya sabe que funciona, y lo hace con un trabajo de cierta ambición temática.

Lo primero que hace Quien a hierro mata es anclar su relato en la particularidad de un lugar concreto. Al igual que en Verónica se reconocía a uno de los barrios madrileños con más solera, aquí reconocemos -ya desde el primer momento- la costa gallega y sus particularidades. Después del éxito de la televisiva Fariña, parece que está de moda hablar del tráfico de drogas en la zona.  Podríamos discutir la idoneidad del tópico, más cuando el guion está trufado de giros con escasa verosimilitud. Aquí encontramos la primera gran debilidad del film, la manera en la que fuerza los acontecimientos para que avance la acción resulta muy poco creíble. Da la impresión de que hay momentos sacados directamente de otras ficciones a los que se intenta encajar en esta trama con calzador. Aunque sea en detrimento de la coherencia y buscando solo el impacto en el espectador. 
Un impacto que también parece buscar el autor con una dirección, en ocasiones, pasada de rosca. Plaza tiene la habilidad suficiente como narrador de imágenes para no tener que recurrir a trucos efectistas (por favor, esos flashbacks) que no aportan nada más que desagrado. Una pena, ya decimos que el director demuestra -durante buena parte del metraje- su solvencia para la puesta en escena del thriller. Especialmente en la relación que se establece entre el enfermero y el anciano dentro de la residencia. Ahí es donde guion y dirección lucen de manera más clara, construyendo un sólido relato sobre venganza, víctimas y verdugos. Nada muy novedoso, pero sí muy bien edificado.

Lástima que los elementos adyacentes no estén a la altura, empezando por el retrato de los hijos del patriarca. Un momento muy significativo es la aparición de la mafia china, aquí tanto el guion como la dirección, nos remiten a la burda parodia cultural (y dudamos mucho que fuera esa la intención). Hasta en uno de los últimos -y definitivos- giros de guion la más mínima credibilidad salta por los aires, precipitándose hasta el final impactante. El efectismo, un defecto que también acusaba Verónica, y que le corta las alas a una película que podría haber sido mucho más importante.



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