"En muchas sociedades no se puede hablar de placer femenino"
Después de varios años en el documental televisivo, la suiza Barbara Miller dio el salto al largometraje con Voces prohibidas (2012), un film que investigaba sobre las restricciones de la libertad de expresión a lo largo del mundo. Con #Placer femenino (2018) la directora pretende dar una visión global de la situación de la mujer en cuanto a su propia sexualidad, y siempre teniendo en cuenta la relación con el entorno social en el que viven. La japonesa Rokudenashiko (procesada en su país por hacer arte vaginal), la estadounidense Deborah Feldman (criada en una comunidad jasídica de Brooklyn), la somalí Leyla Hussein (activista contra la ablación femenina), la alemana Doris Wagner (antigua monja que sufrió abusos dentro de la Iglesia) y la india Vithika Yadav (también activista en relación a la educación sexual. Estas son las cinco mujeres que cuentan su historia, teniendo que superar barreras y dificultades impuestas por sus respectivas sociedades. Y un enemigo común: el patriarcado.
¿Cómo fue el proceso del film? ¿Primero conociste lo que hacían estas mujeres y a partir de ahí surgió la película, o pensaste hacer este tipo de película y buscaste mujeres que pudieran encajar?
Fue
lo segundo. Viajando mucho como directora me pregunté cómo están verdaderamente
las mujeres hoy en todo el mundo. Me pregunté por qué para la mayoría de las
mujeres la sexualidad no es algo que dé mucho placer o una decisión libre, es
más una obligación. En muchas sociedades ni se puede hablar de sexualidad,
mucho menos de placer femenino. Así pensé en coger estas cinco religiones
mundiales (o culturas, el límite es muy difuso hoy día), donde se encuentran la
demonización del cuerpo femenino y su sexualidad. Entonces busqué cinco mujeres
de estas culturas/religiones, para mí era importante que tuvieron el coraje de
hablar de este tema tabú, de su experiencia personal, pero también de la
situación de su religión o cultura, y dar el paso de hacerlo en público. Así
fue posible encontrarlas, dos de ellas han escrito libros. Rokudenashiko hace
este arte vaginal en Japón, es muy divertida. Pero le piden dos años de cárcel
y dicen que es una obscenidad, en un país donde hay ese gran festival de penes.
Es una contradicción.
-Es muy curioso lo de Japón. Para
algunas cosas es un país muy avanzado y cívico, pero sigue existiendo un
machismo muy fuerte.
No
lo sabía, para mí Japón también era una sociedad muy moderna y pensaba que la
cosa era más igualitaria. Pero me di cuenta cuando conocí a Rokudenashiko,
leyendo sobre ella y la situación. Es una sociedad muy cerrada, y la sexualidad
es un tema sobre el que no se habla, solamente cuando se venera el pene. Esto
sí se puede hacer. Ella me dijo que muchos hombres tienen un nombre para su
pene, es como una persona más en la relación. Pero toda referencia al cuerpo
femenino es totalmente tabú.
-No sé si sabes que aquí en
España, en Sevilla, un grupo de mujeres sacó en Semana Santa una procesión que
se llama el ‘Coño Insumiso’ y están siendo juzgadas por ello.
No
sabía. Es increíble. En Suiza hubo un grupo de mujeres que pintaron la forma
del clítoris en la calle y también han querido procesarlas, porque dicen que
esas cosas no se pueden mostrar en público.
-Cuando luego hay pollas
dibujadas por todos lados.
Sí.
Y cuando tú pones el cuerpo de la mujer como un objeto sexual, entonces sí se
puede. Pero cuando la mujer escoge la autodeterminación de la sexualidad,
todavía no está aceptado en nuestras culturas.
-Es algo que simbolizas muy bien
al principio de la película, con todas esas imágenes publicitarias. A la mujer
la podemos sexualizar nosotros, pero ella no puede decidir su propia
sexualidad.
Exactamente.
Si miramos también las imágenes hoy día de la pornografía mainstream, es la
misma cosa. El cuerpo femenino lo puedes utilizar para penetrar y dar placer al
hombre, pero el clítoris y el placer femenino no existen. Y la cosa que más me
molesta, que necesitamos mirar muy bien, es la humillación. Hay mucha violencia
contra la mujer, y muchachos de todo el mundo (desde los 11 o 12 años) piensan
que así es como los adultos tienen sexo. Así es como aprenden y nadie habla con
ellos, porque todavía tenemos ese tabú de no hablar con los niños sobre estos
temas. Pero es importante decirles que esa no es la forma en que a la mayoría
de mujeres y hombres les gusta tener relaciones.
En
la educación sexual de las escuelas muchas veces no existe el placer de la
mujer. Se habla del cuerpo, pero no del clítoris, solo se explica cómo no
quedar embarazada. Pero del pene del hombre se dice todo. Hay todavía esa gran
diferencia también en la educación.
-Hay ahora un gran repunte del
movimiento feminista, pero del placer no se habla demasiado.
He
querido mostrar que todavía estamos sufriendo estas ideas que tenemos desde
hace miles de años. Las tradiciones, la religión, las sociedades…Hoy en día
debes ser linda, debes mostrar que eres inteligente, pero las mujeres no tienen
el coraje de decir qué quieren en la sexualidad, en la vida. Me gusta que en
todo el mundo hay hoy en día mujeres, también hombres, que apoyan y dicen que
queremos relaciones y posiciones igualitarias en todo el mundo.
-Durante el rodaje, ¿sufrió el
equipo o las protagonistas algún tipo de presión o violencia?
La
única situación de violencia fue en la India, cuando hablamos con el gurú
fundamentalista. Él quiso hablar con la protagonista, estaba muy convencido de
sus ideas: que la homosexualidad es algo que no existe en la India o que las
mujeres no tienen el mismo derecho. Allí había muchos creyentes que estaban en
torno a nosotros y llegó un momento en el que mi equipo dijo que nos fuéramos,
porque si no, nos podrían golpear. También en Brooklyn, filmando esa área de
los ultraortodoxos, se podía sentir la tensión. No les gusta que se vaya a
filmar. Yo probé ser muy gentil y amable para poder tener algunas imágenes. Semanas
atrás destruyeron el material de gente que conozco de la televisión alemana.
Trabajé
en todo el proyecto durante cinco años y al comienzo fue muy difícil encontrar
financiación. Nos decían que mejor no hacer una película con una historia de
mujeres, religión y sexualidad…muchos tabúes. Al final presenté un dossier de
150 páginas, donde expliqué la idea y cómo desarrollarla, no como historias
aisladas, sino mirando a través de estos cinco personajes la situación mundial.
Al final la película fue mucho más costosa
de lo que pensamos. No he querido hacer ese viaje de yo como directora ir a los
países y mostrar los problemas. Quería que ellas contaran la historia desde su
posición, desde su experiencia. Por eso he probado seguirlas y no decir yo lo
que íbamos a hacer. Así que, claro, viajé muchísimo. Así estuve cinco años, y
luego otro año con el montaje y encontrar la forma de que funcionara.
-Imagino que tendrías
muchísimas horas de material, ¿cómo fue el proceso de edición?
Con
cada una de ellas podría hacer un documental de 90 minutos, sí. Miré todo el
material, hice el guion, y luego tuve una montadora suiza muy valiente, y hemos
trabajado juntas durante un año. Lo interesante de mostrarla a otra persona es
ver qué funciona o qué se entiende y qué no. Fue un proceso muy intenso.
-¿Proyecto a la vista?
Cuando
he hecho este documental me he preguntado en qué punto está la sexualidad de
los hombres hoy en día. Pienso que, verdaderamente, es uno de los grandes
tabúes. Porque ni los hombres hablan ellos mismos de lo que verdaderamente
significa la sexualidad para ellos. Pienso que sería muy interesante investigar
esto. Creo que se pueden mostrar cómo y cuáles serían las otras posibilidades, lejos
de los estereotipos que tenemos sobre cómo debe ser un hombre. La relación
mundial de los sexos sería mucho menor. Ese sería el proyecto, veremos si al
final sale una película o es solamente una investigación.
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