Dogman (Italia,
2018).
Dirección: Matteo
Garrone.
Intérpretes: Marcello
Fonte, Edoardo Pesce, Nunzi Schiano, Adamo Dionisi, Francesco Acquaroli, Alida
Baldari Calabria.
Guión: Mauricio
Braucci, Matteo Garrone, Ugo Chiti, Massimo Gaudioso.
Música: Michele Braga.
Fotografia: Nicolai Bruel.
Montaje: Marco
Spoletini.
Idioma: Italiano
Duración: 102
minutos.
Perros tratados como
humanos y humanos como perros
Por David Sancho
Marcello, dueño de una peluquería canina situada en un barrio
marginal de Roma, tiene una existencia bastante apacible, pero de vez en cuando
se relaciona con Simoncino, un criminal que está fuera de control. Al principio
se trata de pequeños trapicheos, pero cuanto más se descontrola Simoncino, más
exige a Marcello, el cual ve peligrar todo lo que tiene.
Matteo Garrone dirige una película violenta, directa y
desasosegante. Consigue con suma habilidad que empaticemos con su protagonista
a pesar de sus malas decisiones y que suframos cada segundo de película.
Sabemos en todo momento que la situación se va a complicar para Marcello y
sufrimos por anticipado pues le sabemos el extremo débil. Sin dinero, sin
fuerza física, parece estar a merced de Simoncino, el cual rara vez muestra
apego por los demás.
Una película que sabe aportar sentido del humor para rebajar
el nivel de tensión en el espectador y que maneja el tempo a la perfección. La
ambientación le otorga un toque de suciedad extrema que realza la sensación de
desamparo de Marcello. No se trata de una película agradable para el
espectador, es violenta, está cargada de rabia y muestra como una buena persona
actúa cuando se ve desesperada. Un retrato de los instintos humanos más
primarios, de la lucha por la supervivencia.
Y esencial para que todo funcione es su reparto. Pero hay que
mencionar por encima de todos a su protagonista, Marcello Fonte, ganador en
Cannes por este papel. Actuación memorable, aparentemente sencilla pero capaz
de trasmitir tristeza y alegría con la misma facilidad. Gran parte de la culpa
de que esta película funcione es suya. Está magistral, y punto.
Probablemente una de las películas del año, pero por
desgracia, no para todo el mundo. Abstenerse aquellos que no disfruten
sufriendo en una sala de cine. Aquí se sufre y mucho. Y ahí está su encanto, en
saber llevar al espectador del alivio al agobio extremo con facilidad y sin
demasiados artificios, por conseguir que ya no es que empaticemos, sino que
sintamos que estamos sufriendo lo mismo que Marcello, que nos embullamos en la
película a pesar de su fealdad y que no queramos salir de ella. Una película
por la que da gusto pagar.
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