Por Paulo Campos
La quietud (Pablo Trapero. Argentina, 2018)
Fuera de concurso
El arte de hacer película un culebrón de libro. Así podría titular mi crítica sobre la película presentada por Pablo Trapero. Con tres intérpretes femeninas estupendas, las hermanas (Martina Gusman y Berenice Bejo) y una férrea madre (Graciela Borges), recrea una historia de enredos, engaños y situaciones propias de las telenovelas, y espero que siendo consciente de ello, se ayuda de esas situaciones para meter el dedo en la yaga del enriquecimiento de las familias “de bien” en la dictadura argentina.
Mal recibida por la prensa del Lido, acusándola precisamente de ser un ligero acercamiento a temas más importantes que ver cómo dos hermanas muy bien avenidas no lo son tanto en los temas del sexo. Sin embargo, en el pase de público sí hubo ovaciones y largas. Estamos quizá ante la disyuntiva de lo que quiere el público y lo que quiere la crítica. Juzguen ustedes, público crítico.
Charlie Says (Mary Harron. Estados Unidos, 2018)
Orizzonti
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La hostia viene cuando te das cuenta de lo mal contado que está todo esto en la película, desde un Matt Smith que para nada llega a la altura que el papel requiere hasta un guión que se queda en la absoluta superficie y en la moralina, con esa maestra carcelaria tan sumamente guay. Pinta a la “familia Manson” como una comuna, donde de vez en cuando salía Charlie para decir unas cuantas cosas y salir del plano.
En fin, que no voy a perder más tiempo, porque espero que no llegue a ningún sitio ni se premie una película tan acartonada. La sección Orizzonti se merece mejores películas.
Napszàllta (László Nemes. Hungría-Francia, 2018)
Sección Oficial
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Después, la trama, es una película muy complicada, porque a la vez es ambiciosa y pretenciosa. Son muchos los temas que quiere abarcar, sobre todo, mediante metáforas -no todas bien construidas ni afortunadas- la situación europea a punto de entrar en la I Guerra Mundial. Caídas de condesas, de hombres de poder por parte del otro bando construyen esas metáforas.
Más, la historia es que la muchacha protagonista no para de buscar a un hermano que de pronto conoce su existencia. Y son dos horas de “llego a un sitio, pregunto, me miran mal, me dicen que no debo estar allí, me responden vagamente y me echan”. De verdad, son dos horas así. Eso sí, con un acabado técnico brutal, en foto, decoración y vestuario.
Y para acabar, después de todo ello diré que es hipnótica, un viaje que vale la pena vivir en el cine y para sacar conclusiones de cómo una época marcó la actual Europa. Nemes lo logra cuando deja de ser el Nemes que hizo Saul fia, y además cuenta con la ayuda de una actriz estupenda, fría pero que consigue llevar sobre sus hombros todo el peso de la película. Es Juli Jakab, y no me extrañaría verla salir de Venecia con la Copa Volpi bajo el brazo.
At Eternity's Gate (Julian Schnabel. Estados Unidos, 2018)
Sección Oficial
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Para alejarse de un biopic al uso, no recurre a abarcar decenas de años de la vida del señor de turno, lo hace con retazos, más preocupado por mostrar el porqué pasa eso en su vida que en el cómo pasa. Así tenemos todos los detalles de la vida del pintor, su vida en Arles, su amputación orejil, su internamiento, su relación con el hermano, con las mujeres, pero casi en forma de episodios, huyendo de los lugares comunes. Y para ello cuenta con un buen guión, que escarba en la personalidad y en cómo la pintura va convirtiendo a Vincent en el que finalmente recordamos.
Hay dos puntos contrapuestos que hacen tambalear la película, uno es Dafoe, el bueno, el actor que saca a relucir sus galones, un guionista más de la película por su forma de acercarse a la figura de Van Gogh. Es sin duda una de sus mejores interpretaciones, haciendo inconcebible un mejor actor para interpretarlo. Por el otro lado, el negativo, está cuando Schnabel se pone en plan directorazo, con planos imposibles, herederos de La escafandra y la mariposa, que creo que no eran necesarios reiterar. Es lo que lastra la película y queda la pregunta de si con una mejor dirección, menos preocupada por epatar, la película hubiera mejorado.
De momento podemos poner en el caldelero a Dafoe, merecedor de premios, aunque no sé si con la película tan anticomercial conseguirá interesar en EEUU. Por el resto, por muy esforzada que sea la fotografía de la película yo no la tendría muy en cuenta a la hora de arrasar entre la crítica.
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