"Es muy bonito si en la adolescencia tienes la oportunidad de leer escritoras que hablan de cosas que te puedan interesar"
Uno de los trabajos que esperábamos con más ganas en este DocumentaMadrid, era Ainhoa: yo no soy esa, el segundo largometraje de Carolina Astudillo (Santiago de Chile, 1975). Tras indagar en la memoria histórica española con El gran vuelo (2014), ahora se inclina por una historia más reciente e íntima. Aunque siempre con algo en común: la mujer como eje articulador del discurso. Así ha sido también sus cortometrajes De monstruos y faldas (2008), Lo indecible (2012) y El deseo de la civilización: Notas para El gran vuelo (2014). Afincada en España desde hace unos años, la directora chilena tiene ya en marcha varios proyectos que ahondan en la línea que ha seguido desde sus inicios. En su paso por el festival pudimos charlar con ella un rato que se nos hizo muy breve. Hablamos sobre Ainhoa: yo no soy esa, mención especial del jurado oficial de la competición nacional, pero os hubiera encantado hablar sobre el resto de una obra que nos parece apasionante. Y sobre más cosas. Al final, este fue el resultado de nuestro encuentro.
Por Manuel Barrero Iglesias
-Quería preguntarte por el tema de la identidad, que está muy presente en tu cine. En El gran vuelo intentabas construir, casi sin imágenes, quién era Clara. Y ahora con Ahinoa hay muchas imágenes, pero tampoco está muy claro quién es. De hecho, lo dice su hermano, que la Ainhoa que hay en los diarios no es la que él conocía. Y me interesa mucho ese trabajo que haces con las imágenes y la identidad.
La
identidad está muy presente en ambas, pero son identidades que no
están enteras. Como dices, con Clara me pasó que tenía muy pocas
fotografías y sabía muy poco de ella. Solo pude investigar hasta
los 29 años, ya que luego desapareció. Siempre digo que era como un
puzle al que le faltaban piezas. Y tampoco es una biografía, son
como pinceladas de la historia de una mujer que podría ser la de
muchas mujeres. En el caso de Ainhoa pasa lo mismo, aunque hubiera
mucha abundancia de material. Había muhas fotografías, películas
familiares y entrevisté a gente que la conoció. Mientras en El gran
vuelo solo pude entrevistar a una persona que había conocido a Clara
hacía 80 años, y que además había sido la mujer de su amante. La
entrevisté cuando tenía 100 años, y no sé qué grado de fidelidad
tenía el testimonio. En cambio, con Ainhoa sí que está su hermano,
que era una fuente muy importante. Estaban sus amigas de infancia,
sus amigos de adultez, también entrevisté a otra gente...Pero pese
a la cantidad de material, con entrevistas y diarios, tampoco queda
muy claro el tema de la identidad. Justo por la dicotomía, por la
diferencia brutal entre los diarios y la Ainhoa que todos conocieron.
Entonces para mí tampoco queda muy claro quién era Ainhoa. Y lo
mismo me pasa con Clara. Sí que de alguna manera se puede
definir un poco la identidad, qué tipo de mujeres eran. Pero son
como piezas, hay algunas que no encajan y otras que faltan. Entonces
son retratos que no están completamente definidos.
-He escuchado alguna crítica en relación a tu implicación, tu presencia en la película. A mí me pare muy honesta, porque es tu visión de Ainhoa, cómo te ha influido y tu relación con ella.
Es curioso, porque otro crítico decía que encontraba que mi implicación había sido muy sutil y pudorosa. Al comienzo yo no tenía la más mínima intención de aparecer en la película, mi idea era que una narradora contara la historia con un texto muy parecido al que he escrito. En la película se reivindica la escritura y lectura de los diarios de otras mujeres, como eso te puede servir en la vida, te puede salvar, estimular, puedes sentir identificación... encontraba muy bonito hacer estas conexiones entre estas escritoras y la historia de Ainhoa. Entonces tuve una experiencia y me sirvió una carta que Ainhoa le hizo a su hijo no nacido. Como estaba hablando de eso en el documental, me pareció muy honesto que yo apareciera y contara cómo me había servido esa carta. Entonces a la vez me convertía en otras de las voces, por eso lo hice. Y ahí surgió la idea de escribir una carta a Ainhoa, porque las dos vivimos esa experiencia de decidir si queríamos ser madres en un momento o abortar. Y a la vez vivimos en generaciones muy similares. Nacimos en la década de los 70, nacimos en una dictadura, vivimos más o menos los mismos años en la transición. Tuvimos vidas distintas, pero hay similitudes generacionales. Si bien hay diferencias entre nuestros países, también se parecen bastante.
-En la película hay una reivindicación feminista muy fuerte. Todo el tiempo planea la marginación de la mujer en el arte. Incluso Ainhoa parece que esconde esas habilidades artísticas que tiene. Así que me gusta mucho esa reivindicación de las escritoras que haces aquí.
Sí que es bonito. Yo hubo un tiempo que estuve muy mal y mi terapia fue leer los diarios de Renacida de Susan Sontag. Más que ir al psicólogo o conversar con mis amigos o familia. De alguna manera, creo que que te sirve mucho leer y también escribir. Entonces por eso esta reivindicación. Y también son escritoras que no se conocen. No sé cómo será acá en España, pero a mí en el colegio nunca me hablaron de Silvia Plath, ni de Alejandra Pizarnik (siendo latinoamericana), ni de Alfonsina Storni...te puedo citar un montón de ellas.Los referentes siempre eran masculinos, entonces siempre hablaban de temas relacionados con los hombres. Es muy bonito si en la adolescencia tienes la oportunidad de leer escritoras que hablan de cosas que te puedan interesar. Lo he conversado mucho con mis amigas, cuando te preguntan por qué pintor admiras siempre se dan referentes masculinos. Es un tema de cómo se construye la historia, no es porque no existiesen pintoras, escultoras o escritoras. Para mí era importante hablar de estas mujeres. Por ejemplo, hay una escena donde se habla del diario de Frida Kahlo, y yo cito a algunas de las mujeres que salen en él. Se dice que siempre hablaba de Diego, pero no es verdad. También hablaba de las mujeres que la ayudaron, como su enfermera o sus amigas. Y les dedica poemas y pinturas en el diario. Era importante hacer como la reivindicación que hace Frida Kahlo, y así se va tejiendo como una telaraña con todas las mujeres ahí.
-También quería preguntarte por la elección de las imágenes que acompañan el texto. Por ejemplo, cuando se habla de la relación con los hombres de Ainhoa, siempre aparece su madre.
Esa decisión la tomé con la montadora, Ana Pfaff, y decidimos utilizar las imágenes de la madre para hacer contrapunto. La mayoría están filmadas cuando la madre tenía entre 20 y 28 años. Estaba casada, tenía hijos y estaba muy feliz. En cambio, Ainhoa a esa misma edad pasaba de un hombre a otro. No había encontrado el amor y para ella eso era un problema. Porque uno puede llevar esa vida y llevarlo bien, pero ella tenía esa necesidad de una relación estable. En los escritos de Ainhoa está ese anhelo, y el contrapunto era la mamá, que también era su referente. Porque, queramos o no, nuestras madres son un referente. Y por otro lado, también las escogí para hacer la diferencia generacional. En la década de los 90, con veintitantos no estabas casado, a lo mejor ni siquiera lo habías pensado. En los años 60 ya estabas casado y tenías hijos, ya estabas pensando en otras cosas.
-El suicidio, aunque está ahí, no es el tema de la película. Es siempre muy delicado. Dices que has investigado bastante sobre ello, y quería saber cuál fue tu relación con este tema.
Es complejo, porque la verdad es que a día de hoy no sé si fue una decisión premeditada o un arrebato, aunque yo tiro más por el arrebato. Ahora hay mucha gente que cree que es como una especie de enfermedad, y que desde pequeño hay ciertas características. Yo no creo eso, me parece que depende de muchas cosas. Leí bastante sobre el suicidio, Patxi me pasó reportajes y también leí un libro muy que se llama El dios salvaje, que es una revisión de lo que ha significado el suicidio a lo largo de la historia. Es un tema tabú en esta sociedad. muchas familias esconden cuando alguien se suicida. Aunque investigué mucho, no me sentía capacitada para hablar de ello. No lo quería hacer tan presente en el documental, porque es muy complejo. Y tampoco sabía bien por qué Ainhoa se suicidó. Obviamente tuvieron que ver las drogas, el prozac o que fuese depresiva. Pero no sé si eso fue realmente determinante. También creo que era una persona muy inteligente, y sabía las consecuencias que eso podría traer. De hecho, su madre murió a los seis meses, le afectó muchísimo. De hecho, a ella le ocultaron que había sido un suicido, le dijeron que Ainhoa había muerto de un ataque al corazón. Un día un amigo la llamó para darle el pésame y así se enteró.. Como digo, es un tema tabú. Y hay una cosa muy importante que digo, y en referencia a Silvia Plath, es que muchas veces creemos que las personas que se suicidan siempre han tenido una vocación. Y empezamos a revisar fotos, a ver lo que han escrito, y vemos pistas.
-Hablas mucho de la memoria en España, sobre todo en tus trabajos anteriores, y también creo que en algún proyecto que estás desarrollando. Me da la sensación de que lo haces más que sobre Chile. No sé si es porque te resulta más fácil hablar del tema desde la distancia que supone que no sea tu país natal.
Tengo un corto que se llama Lo indecible, que hice en 2012, y es sobre el testimonio de una mujer represaliada durante la dictadura de Chile. Aunque más que eso, habla sobre la representación de la tortura. Es por un tema de lejanía geográfica, no por falta de interés. Sí tengo muchos proyectos sobre Chile, pero no los he podido hacer por falta de financiación, y me costaría mucho también a nivel logístico. Tengo otro proyecto sobre que está en carpeta, se presentó en Márgenes y gustó mucho. Está en el cajón, pero sí me interesa mucho hablar sobre la memoria de mi país y creo que es una deuda pendiente. Más adelante quiero hacer una película que hable sobre la dictadura, pero a través de mi generación. Eso me interesa mucho, pero como tengo tantos proyectos abiertos... Y como te digo, la historia de España se parece mucho a la de Chile. Y como estoy acá, me intereso por lo de acá. Aunque curiosamente mi interés por los temas de España vienen desde hace mucho tiempo. Soy periodista e hice mi tesis sobre Belén de Sárraga, una anarquista española que recorrió Latinoamérica durante los años 10 y 20. Entonces siempre ha habido un interés, no sé por qué, en España.
Entrevista realizada en Matadero Madrid, el 6 de mayo de 2018
-He escuchado alguna crítica en relación a tu implicación, tu presencia en la película. A mí me pare muy honesta, porque es tu visión de Ainhoa, cómo te ha influido y tu relación con ella.
Es curioso, porque otro crítico decía que encontraba que mi implicación había sido muy sutil y pudorosa. Al comienzo yo no tenía la más mínima intención de aparecer en la película, mi idea era que una narradora contara la historia con un texto muy parecido al que he escrito. En la película se reivindica la escritura y lectura de los diarios de otras mujeres, como eso te puede servir en la vida, te puede salvar, estimular, puedes sentir identificación... encontraba muy bonito hacer estas conexiones entre estas escritoras y la historia de Ainhoa. Entonces tuve una experiencia y me sirvió una carta que Ainhoa le hizo a su hijo no nacido. Como estaba hablando de eso en el documental, me pareció muy honesto que yo apareciera y contara cómo me había servido esa carta. Entonces a la vez me convertía en otras de las voces, por eso lo hice. Y ahí surgió la idea de escribir una carta a Ainhoa, porque las dos vivimos esa experiencia de decidir si queríamos ser madres en un momento o abortar. Y a la vez vivimos en generaciones muy similares. Nacimos en la década de los 70, nacimos en una dictadura, vivimos más o menos los mismos años en la transición. Tuvimos vidas distintas, pero hay similitudes generacionales. Si bien hay diferencias entre nuestros países, también se parecen bastante.
-En la película hay una reivindicación feminista muy fuerte. Todo el tiempo planea la marginación de la mujer en el arte. Incluso Ainhoa parece que esconde esas habilidades artísticas que tiene. Así que me gusta mucho esa reivindicación de las escritoras que haces aquí.
Sí que es bonito. Yo hubo un tiempo que estuve muy mal y mi terapia fue leer los diarios de Renacida de Susan Sontag. Más que ir al psicólogo o conversar con mis amigos o familia. De alguna manera, creo que que te sirve mucho leer y también escribir. Entonces por eso esta reivindicación. Y también son escritoras que no se conocen. No sé cómo será acá en España, pero a mí en el colegio nunca me hablaron de Silvia Plath, ni de Alejandra Pizarnik (siendo latinoamericana), ni de Alfonsina Storni...te puedo citar un montón de ellas.Los referentes siempre eran masculinos, entonces siempre hablaban de temas relacionados con los hombres. Es muy bonito si en la adolescencia tienes la oportunidad de leer escritoras que hablan de cosas que te puedan interesar. Lo he conversado mucho con mis amigas, cuando te preguntan por qué pintor admiras siempre se dan referentes masculinos. Es un tema de cómo se construye la historia, no es porque no existiesen pintoras, escultoras o escritoras. Para mí era importante hablar de estas mujeres. Por ejemplo, hay una escena donde se habla del diario de Frida Kahlo, y yo cito a algunas de las mujeres que salen en él. Se dice que siempre hablaba de Diego, pero no es verdad. También hablaba de las mujeres que la ayudaron, como su enfermera o sus amigas. Y les dedica poemas y pinturas en el diario. Era importante hacer como la reivindicación que hace Frida Kahlo, y así se va tejiendo como una telaraña con todas las mujeres ahí.
-También quería preguntarte por la elección de las imágenes que acompañan el texto. Por ejemplo, cuando se habla de la relación con los hombres de Ainhoa, siempre aparece su madre.
Esa decisión la tomé con la montadora, Ana Pfaff, y decidimos utilizar las imágenes de la madre para hacer contrapunto. La mayoría están filmadas cuando la madre tenía entre 20 y 28 años. Estaba casada, tenía hijos y estaba muy feliz. En cambio, Ainhoa a esa misma edad pasaba de un hombre a otro. No había encontrado el amor y para ella eso era un problema. Porque uno puede llevar esa vida y llevarlo bien, pero ella tenía esa necesidad de una relación estable. En los escritos de Ainhoa está ese anhelo, y el contrapunto era la mamá, que también era su referente. Porque, queramos o no, nuestras madres son un referente. Y por otro lado, también las escogí para hacer la diferencia generacional. En la década de los 90, con veintitantos no estabas casado, a lo mejor ni siquiera lo habías pensado. En los años 60 ya estabas casado y tenías hijos, ya estabas pensando en otras cosas.
-El suicidio, aunque está ahí, no es el tema de la película. Es siempre muy delicado. Dices que has investigado bastante sobre ello, y quería saber cuál fue tu relación con este tema.
Es complejo, porque la verdad es que a día de hoy no sé si fue una decisión premeditada o un arrebato, aunque yo tiro más por el arrebato. Ahora hay mucha gente que cree que es como una especie de enfermedad, y que desde pequeño hay ciertas características. Yo no creo eso, me parece que depende de muchas cosas. Leí bastante sobre el suicidio, Patxi me pasó reportajes y también leí un libro muy que se llama El dios salvaje, que es una revisión de lo que ha significado el suicidio a lo largo de la historia. Es un tema tabú en esta sociedad. muchas familias esconden cuando alguien se suicida. Aunque investigué mucho, no me sentía capacitada para hablar de ello. No lo quería hacer tan presente en el documental, porque es muy complejo. Y tampoco sabía bien por qué Ainhoa se suicidó. Obviamente tuvieron que ver las drogas, el prozac o que fuese depresiva. Pero no sé si eso fue realmente determinante. También creo que era una persona muy inteligente, y sabía las consecuencias que eso podría traer. De hecho, su madre murió a los seis meses, le afectó muchísimo. De hecho, a ella le ocultaron que había sido un suicido, le dijeron que Ainhoa había muerto de un ataque al corazón. Un día un amigo la llamó para darle el pésame y así se enteró.. Como digo, es un tema tabú. Y hay una cosa muy importante que digo, y en referencia a Silvia Plath, es que muchas veces creemos que las personas que se suicidan siempre han tenido una vocación. Y empezamos a revisar fotos, a ver lo que han escrito, y vemos pistas.
-Hablas mucho de la memoria en España, sobre todo en tus trabajos anteriores, y también creo que en algún proyecto que estás desarrollando. Me da la sensación de que lo haces más que sobre Chile. No sé si es porque te resulta más fácil hablar del tema desde la distancia que supone que no sea tu país natal.
Tengo un corto que se llama Lo indecible, que hice en 2012, y es sobre el testimonio de una mujer represaliada durante la dictadura de Chile. Aunque más que eso, habla sobre la representación de la tortura. Es por un tema de lejanía geográfica, no por falta de interés. Sí tengo muchos proyectos sobre Chile, pero no los he podido hacer por falta de financiación, y me costaría mucho también a nivel logístico. Tengo otro proyecto sobre que está en carpeta, se presentó en Márgenes y gustó mucho. Está en el cajón, pero sí me interesa mucho hablar sobre la memoria de mi país y creo que es una deuda pendiente. Más adelante quiero hacer una película que hable sobre la dictadura, pero a través de mi generación. Eso me interesa mucho, pero como tengo tantos proyectos abiertos... Y como te digo, la historia de España se parece mucho a la de Chile. Y como estoy acá, me intereso por lo de acá. Aunque curiosamente mi interés por los temas de España vienen desde hace mucho tiempo. Soy periodista e hice mi tesis sobre Belén de Sárraga, una anarquista española que recorrió Latinoamérica durante los años 10 y 20. Entonces siempre ha habido un interés, no sé por qué, en España.
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