"Los niños son las víctimas olvidadas de la violencia de género"
El francés Xavier Legrand ha tenido una breve y poco significativa carrera
como actor antes de pasarse a la dirección. En 2013 debutó detrás de las
cámaras con el cortometraje Antes de
perderlo todo, por el que fue nominado al Oscar. Un trabajo sobre la violencia
de género que ha tenido continuidad en su primer largometraje, que ganó el
premio al mejor director en Venecia. Custodia
compartida ahonda en el tema de la violencia hacia la mujer, un film turbador
que angustia al espectador con esas formas de thriller que incluso se acercan
al cine de terror. Con motivo del estreno en España, charlamos con el director.
©Laurent Champoussin |
Por Manuel Barrero Iglesias
Como decimos, Custodia compartida es la continuación de un proyecto anterior: “Tenía la idea de hacer una trilogía de cortometrajes que contaban tres momentos diferentes en la vida de esta pareja. Pero cuando hice el primero, me di cuenta que era más interesante reunir los otros dos en un largometraje. Fue una cosa natural”.
El film toma el punto de vista
del hijo menor de la pareja, personaje que canaliza el conflicto. Estamos ante
uno de los grandes aciertos del director: “Era muy importante mostrar el punto de
vista del niño, porque ellos son las víctimas olvidadas en este tipo de
conflictos. Se piensa que no están en peligro. Solo en 2016 murieron 123
mujeres y 35 niños. Me parece importante que se hable también de eso. Además
creo que hay una identificación muy interesante adoptando este punto de vista. Todos
hemos sido niños y hemos vivido situaciones, quizás no tan dolorosas como en la
película, pero complicadas”.
Siempre es complicado encontrar el punto exacto a la hora de retratar a un maltratador. A veces es difícil
evitar el maniqueísmo, así que el director trató de humanizar lo máximo posible
a su personaje: “Mi objetivo no era retratar un monstruo, sino un hombre. Un hombre
enfermo. Este tipo de persona se siente como una víctima y niega su violencia. Pero
antes que violentos, son manipuladores. Saben utilizar la máscara, tienen
muchísimas facetas y las utilizan para conseguir sus fines”. Durante el film hay momentos en los que
podemos llegar a dudar, en las que el personaje da muestras de ternura o
verbaliza un supuesto arrepentimiento: “Con Denis pensamos que era bueno atravesar
toda la situación de forma sincera y pensar que durante toda la película él
debe estar en su papel de víctima”.
En cuanto a la forma de rodar, Legrand
recurrió a algo muy poco habitual en una producción, pero que ayudó a construir
la tensión dramática: “Está rodada en orden cronológico Logísticamente la película lo
permitía, ya que tenía pocos escenarios diferentes. Y servía para facilitar el
trabajo de Thomas Gioria. Ya que cuanto más avanza la
película, más difícil es. Y como era su primera película, quería que tuviera
cada vez más confianza. La solución era ideal para nosotros”. El trabajo
con un actor infantil en una película como esta es algo muy delicado. El director
ahonda en su forma de afrontar la dirección de Gioria: “Le
acompañé muchísimo, estuve mucho a su lado. Y también hay una cosa de
confianza. Él quiere ser actor, y yo, que también lo soy, creo que se puede
entregar lo mejor de uno mismo si te sientes cómodo y seguro. Es lo que hice
con él, pero también con el resto. No
podía usar violencia para denunciar la violencia. Así que no podía robarle
cosas que él no quisiera darme, y lo entendió muy bien”.
Ya hemos dicho que la película
adopta la forma de thriller: “Pero un thriller que no utiliza la recetas
de Hollywood, como el montaje musculoso o la música que anuncia el peligro. Más
bien los ruidos cotidianos, partir de situaciones banales del día a día. Las mujeres
que son víctimas de este tipo de violencia están siempre alertas a cualquier pequeña
señal, ya que el peligro puede llegar en cualquier momento. Siempre pongo el
ejemplo de una mujer que me dijo que cuando su marido llegaba a casa por la
noche, sabía si le iba a pegar o no por la forma de meter la llave en la
cerradura. Entonces pensé que eso debía ser la esencia de la película”.
Y es que Legrand lo tuvo siempre muy claro: “Desde el guión pensé que no
podía hacer concesiones. Tenía que ir al hueso, directamente a lo esencial. Sin
intentar ir a la fantasía o lo poético”.
Si durante todo el film reina ese
tono de thriller, la última parte remite directamente al cine de terror. Una última
secuencia que desde fuera parece muy difícil de rodar, y cuyo proceso nos
explica el autor: “Sí, fue difícil. Como al principio, es a tiempo real. Primero rodé la
totalidad de la escena desde el punto de vista del padre, grabando todo el
sonido. Luego pasé al interior, y lo que hice fue poner el sonido para que lo
oyeran la madre y el niño. En el rodaje con la madre, el actor que hace de
policía está en el plató y habla con ella por un pinganillo. Aquí también grabé
el sonido. Mezclo las dos escenas y por fin ruedo con el policía que tenía el
sonido de las otras dos”. En el rodaje de esta secuencia se cuidó mucho
al actor infantil, como ya nos había comentado Legrand: “Él sabía que no había nadie
detrás de la puerta, y que nunca se hubiera disparado, que solo era sonido. Pero
como se sentía seguro se dejó llevar junto a su compañera de rodaje”.
Hay una escena significativa y
que rompe un poco con lo demás, que también entrañó cierta dificultad a la hora
de rodar: “Digamos que la película toma otro punto de vista ahí. Es el único
momento en el que hay música. Eso me interesó mucho para que nosotros como
espectadores nos pudiéramos implicar en la fiesta. Y como en cualquier fiesta,
es difícil hablar, que te entiendan. Me pareció un punto de vista
cinematográfico interesante que no se oyera lo que se dice. Quizás lo más
difícil fueran los ensayos con 60 figurantes. Es un plano secuencia y debía
estar milimetrado para equilibrar el ritmo”. Y como dificultad añadida
el director nos cuenta una anécdota que le dio algún quebradero de cabeza: “Hasta
tres días antes no estábamos seguros de tener los derechos de la música que
suena. Dispuse solo de ese tiempo para imaginar cómo funcionaría. Así que por
la noche me ponía los cascos y yo solo ensayaba los movimientos de cámara y en qué momento entraba o salía de cuadro un
personaje”.
Acabamos hablando de las
reacciones que ha provocado la película. En el público la mayoría han sido
muy positivas, pero nos interesaba saber hasta qué punto podía haber reacciones
de otro tipo: “Es algo que me cuesta oír, pero algunos me dijeron que lo que le
ocurre a la protagonista se lo ha buscado ella, porque lo llevó hasta el
extremo. Comentarios tanto de hombres como de mujeres. Por suerte, no fueron
muchos”. La crítica se ha mostrado también muy entusiasta con esta
ópera prima, algo que llena de orgullo al autor: “Me siento muy honrado, feliz por
estos cumplidos. Sobre todo por parte de periodistas que ven muchísimas
películas. No creo que sean gratuitos. Eso lo que me da es confianza en mí
mismo. Veo que el trabajo que hecho se entiende y eso me empuja a seguir
trabajando de la misma manera”.
Entrevista realizada en la librería Ocho y Medio de Madrid, el 17 de abril de 2018
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