"En Islandia tenemos que buscar el humor dentro de nuestra tristeza"
El
cine islandés vive un momento dulce, con varios directores
alcanzando prestigio internacional en los más diversos festivales.
Entre ellos encontramos a Guðmundur Arnar Guðmundsson (Reykjavik,
1982), quien debuta en el largometraje tras realizar varias películas
cortas.Heartstone(2016)
compitió en Venecia, donde obtuvo el Queer Lion. Una película
protagonizada por adolescentes que viven en un pequeño pueblo de
Islandia. Un debut lleno de sensibilidad y que nos descubre a un
director a tener muy en cuenta.
Por Manuel Barrero Iglesias
-Entre
otras cosas, la película trata sobre el despertar sexual en la
adolescencia, un tema siempre delicado. Creo que está muy bien
conseguido el punto de vista adolescente, y me gustaría saber cómo
trabajaste con los actores para llegar a ese punto de verdad.
Fue
un proceso muy largo, empezando por el casting. Luego preparamos a
los actores, hicimos una especie de taller donde les enseñamos a
actuar, porque no lo habían hecho nunca. Les entrenamos como si
fuera un equipo de fútbol, les enseñábamos a concentrarse para que
su atención fuera más fuerte. Luego a la hora de rodar la película
les dejábamos moverse cómo quisieran. Al fina fue una colaboración
con el director de fotografía, yo y los niños. Les dejábamos que
fluyeran de manera natural en sus movimientos, de la manera más
espontánea posible.
-Me interesa
mucho el trabajo con el director de fotografía. No solo por los
paisajes, que determinan mucho el aspecto visual de la película,
sino también por el uso de la luz natural.
Creo
que la genialidad de su trabajo estaba en buscar la sensibilidad con
los actores. En este caso, el director de fotografía se supe mover
muy bien, casi como si fuese un espejo, y adaptarse al movimiento de
los actores. Con respecto a la luz, la ventaja fue que tuvimos mucho
tiempo para rodar. Así que íbamos buscando la luz que más nos
gustaba. Yo no soy especialmente técnico con este tema, solo sé si
me gusta o no. Y él encontraba la manera de hacer que me gustara.
-El
tono de la película me ha parecido luminoso a la vez que opresivo,
un poco como es la adolescencia, ¿fue algo buscado?
Queríamos
que la película tuviese mucho color. En parte es por la zona donde
se ha rodado, que es muy colorida. Hay verde, hay rojo...muchos
colores. Quería capturarlos y que estuvieran en el film. Con
respecto a la parte opresiva, no lo sé. Creo que en Escandinavia es
un estado natural, no creo que haya nada especial.
-Sabemos
que la geografía influye en el comportamiento de la gente, ¿cómo
crees que un lugar tan específico como Islandia afecta a sus
habitantes?
Creo
que somos muy sarcásticos, porque tenemos que soportar esos
inviernos largos y el frío constante. Tenemos que buscar el humor
dentro de nuestra tristeza.
-¿A
qué se puede deber el auge que vive ahora el cine islandés?
Creo
que es por la libertad que tenemos los directores a la hora de hacer
películas. No hay mercado en Islandia, así que no tiene sentido
hacer películas para ganar dinero. Las hacemos porque queremos,
porque nos gusta. Además, la Comisión de cine de Islandia nos da
mucha libertad. No interfieren en nada, nos dan el dinero para hacer
la película, y ya está.
-Me
gustaría que me hablaras sobre la importancia de los animales en la
película. Están siempre muy presentes, incluidas algunas secuencias
bastante crudas.
Creo
que muestran la dureza del entorno de un pueblo pequeño, es algo
simbólico. Cuando era niño y me mudé de la ciudad al pueblo, una
de las cosas que me sorprendieron fue cómo los niños trataban a los
animales. A los que no se comían los trataban muy mal. Mientras a
los que se podían comer los trataban con mucho respeto. Eso me
sorprendió, se me quedó grabado y quería reflejarlo de alguna
manera.
-Quería
acabar con un tema que está de actualidad. El machismo y la
masculinidad tóxica. Es algo que está muy presente en el film, y lo
vemos representado en varios personajes.
Islandia solía
ser una sociedad muy machista. En la época en la que crecí, los
niños teníamos que ser muy fuertes y no podíamos mostrar
emociones. En los últimos quince años todo eso ha cambiado bastante
y hay más igualdad. Pero todavía quedan influencias de aquella
educación. Yo tengo un hijo y a veces me sorprendo diciéndole que
tiene que ser más duro, o que tiene que comportarse de cierta forma
por ser un niño.
Entrevista realizada en la librería Ocho y Medio de Madrid, el 9 de abril de 2018
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