Por Víctor Garijo
Ya no acumulamos años, ya no sumamos días, no querida amiga
mía, ahora, atesoramos momentos, y los celebramos in situ, alzando una gran
sonrisa mientras ufanos brindamos. Mira, a ti que me enseñaste a bailar sin
STOP te deseo lo mejor porque no habrá nunca calle que aparezca lo
suficientemente oscura al ritmo de nuestras caderas. Baila mi niña de los ojos
verdes, baila, yo, esta noche me ocuparé de pinchar. Atravesaremos las calles
de Albacete, surfearemos las olas Cántabras y nos rendiremos ante los encantos
de las auroras boleares desde un cielo que infinito nos hemos recorrido. Y
quiero escucharte cantar, suave, también alto, y además deseo verte, admirarte,
subir a un piano. Lo quiero ver ahora, Flaqui, porque sí, porque la felicidad no
soporta demora y tu sonrisa de pirata invita a cumplir sueños. Querida mía,
salta, brinca, vuela, mis brazos siempre serán tuyos. Como tu mirada siempre
será la que me contemple al tiempo que lees desde una de esas nubes uniformes
que fueron el trampolín hacía lo que somos hoy.
Choca los five, lo mejor está por
llegar.
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