Por Andrea Dorantes
La douleur ( Emmanuel Finkiel. Francia, 2017)
Sección Oficial
En La Douleur, película de Emmanuel Finkiel,
encontramos a una joven Marguerite Duras que narra, con su acostumbrada voz en
off, sus memorias. Nos introduce en la etapa de su vida en la cual, Marguerite,
junto a su marido, era miembro de la Resistencia francesa durante la ocupación
nazi, y éste es deportado y enviado a un campo de concentración. Marguerite
entonces intenta conseguir información sobre él por todos los medios posibles, espera
su vuelta, anhela, imagina y se recrea en la especulación sobre el paradero de
su marido, se pierde y se desdibuja en el paso de las horas.
La cinta ahonda en ese periodo de tiempo, en la espera.
Alexis Kavyrchine, el director de fotografía, captura elegantemente a
Marguerite como una Penélope que pierde la paciencia ante la espera, situada en
el encuadre con la mirada perdida como Hopper sitúa a sus modelos en
habitaciones vacías: retrata fielmente la soledad.
Una propuesta cinematográfica que quizá se pierde demasiado
en la fórmula habitual de la voz en off, pero no por ello deja de ser un
acercamiento interesante y poético sobre la otra cara de las guerras: las
mujeres que se quedan en pausa, abocadas a la espera.
Village Rockstars (Rima Das. India. 2017)
Nuev@s Director@s
Village Rockstars, de Rima Das, nos sumerge en un
relato natural y orgánico acerca de la infancia en los pueblos pequeños de la
India. Dhunu, una niña 10 años que vive en Assam, estado del noreste y lugar
natal de la directora, se desmarca del estereotipo femenino, ella quiere formar
parte de la banda de rock que tienen otros niños de la zona, y lucha por ello
aunque tenga que enfrentarse a los tabúes y las ideas preconcebidas.
La película consiste en una historia sencilla, contada con
naturalidad y que observa desde fuera la vida de una población humilde, los
problemas cotidianos a los que se tienen que enfrentar sus habitantes, como las
inundaciones constantes o los problemas económicos, y la carga que suponen los
tópicos y las convenciones sociales sobre lo que “debería” hacer una mujer o
una niña, y qué actividades están para ellas vetadas. La utilización de un
sonido orgánico da más sensación de espontaneidad a la película, que nos hace
asistir a las vidas de sus protagonistas, introduciéndonos en un ambiente
sonoro único ubicado en un entorno natural alejado del mundanal ruido.
Temporada de caza ( Natalia Garagiola. Argentina, 2017)
Horizontes Latinos
Natalia Garagiola debuta en el largometraje con Temporada
de caza, un relato simple que captura el momento en que Nahuel, un
adolescente algo violento que tras la muerte de su madre, debe abandonar su
casa de Buenos Aires para vivir en la Patagonia argentina con su padre
biológico.
El padre, Ernesto, es un hombre duro, un cazador, habitante
del invierno y las montañas. Vive con su segunda mujer y sus hijas pequeñas.
Entonces sus personalidades chocan, la agresividad surge del encuentro entre ambos,
que pretenden hasta negar la existencia del otro: Nahuel repite “ése no es mi
padre”.
En un ambiente violento en el que prevalece la masculinidad
tóxica y hegemónica, poco a poco la tensión va desapareciendo para dar paso a
la curiosidad: el padre parece querer compartir con su hijo momentos
importantes de su rutina como cazador, y Nahuel parece darle una oportunidad, a
la vez que empieza a hacer amigos en la zona.
Natalia Garagiola no podría haber escogido una localización
mejor para narrar la personalidad de dos personas que se envuelven en una capa
dura para no dejar lugar a los sentimientos: la Patagonia argentina durante el
invierno se muestra como un lugar en el que el clima configura la personalidad
de la gente, son personas duras y resilientes, pero con un núcleo duro de
bondad innata. El entorno es hostil y la vida no es fácil durante el invierno,
y en medio de esas difíciles circunstancias nace el relato sobre la paternidad,
la que se gana y no se hereda. Asistimos a la última etapa del bildungsroman
de Nahuel, que empieza a configurar finalmente su personalidad para dejar atrás
la adolescencia y llegar a la madurez, con sus rituales de cambio de ciclo.
Los movimientos de cámara al hombro con distancias focales
largas generan un movimiento frenético en la imagen que transmite a la
perfección el momento crítico de la adolescencia en el que las hormonas y la
metamorfosis hacia la edad adulta provocan que haya tal energía acumulada, que
cualquier roce haga saltar chispas, que la agresividad se cuele por cada hueco.
Una película que nos mantiene sentades en la butaca, gracias
a la enigmática y contenida interpretación de los personajes, una puesta en
escena efectiva y atrayente, y a un paisaje envolvente que nos introduce en un
lugar mágico en el que decidimos sumergirnos y dejarnos atrapar por él.
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