Críticas: Alien: Covenant

6/10

Alien: Covenant (Estados Unidos, 2017).

Dirección: Ridley Scott.

Intérpretes: Michael Fassbender, Katherine Waterston, Billy Crudup, Demián Bichir, Danny McBride.

Guión: John Logan, Dante Harper, Jack Paglen, Michael Green; sobre los personajes de Dan O'Bannon y Ronald Shusett.

Música original: Jed Kurzel.

Fotografía: Dariusz Wolski.

Montaje: Pietro Scalia.

Idioma: Inglés.

Duración: 122 minutos.

De Prometheus a Frankenstein

Por M. Lofish

Ridley Scott lo vuelve a intentar después del chasco de Prometheus, con una nueva entrega no tan pretenciosa, con más intención de asustar; pero sin perder del todo los temas filosóficos y existencialistas de creadores y sus criaturas.

¿El verdadero monstruo es el que ha sido programado para matar o lo es su creador? ¿Cuales son los límites de la inteligencia artificial? ¿Pueden volverse contra nosotros nuestras creaciones? El mito de Frankenstein, referencias a Byron y citas de Shelley, un refugio como La isla de los muertos de Böcklin, música de Wagner, le dan un toque literario, romántico y macabro a la vez, como Ofelia ahogada en las aguas.

Lo malo es que nos encontrarnos otra vez con una tripulación muy descuidada y con poca formación a la hora de colonizar planetas. Una cosa es que tomes malas decisiones y salgan las cosas mal, y otra que te lo busques. Por lo que lo único que podemos hacer es celebrar que los xenomorfos estén ahí para llevar a cabo una selección natural más que merecida y rezar para que suceda lo antes posible. De todo el grupo de colonos, el personaje de Daniels (Katherine Waterston), que intenta ser la “Ripley” de esta entrega, es la única que parece tener un poco más de sentido común y suscita mayor simpatía, pero se queda en un plano un poco secundario todo el metraje.

Alien: Covenant es una variación de la misma estructura ya vista a la que se le añaden nuevas formas de xenomorfos, escenas un poco más sangrientas y donde descubrimos qué pasó con los supervivientes de la anterior entrega, sin la cual no tiene sentido.

El resultado es una experiencia un tanto descafeinada, que resuelve dudas pero te deja a la vez un tanto indiferente. Sin destacar ni en la reflexión ni en la parte de terror termina siendo un producto de usar y tirar, en cierta medida disfrutable pero bastante olvidable.