Por Manuel Barrero Iglesias
La segunda jornada de la sección oficial comenzó con un programa doble que nos habla del sufrimiento, aunque sin enseñarlo de forma directa. Ambos obras muestran un enorme respeto por las víctimas, protagonistas ausentes de unos relatos que les dan voz sin hacer espectáculo de su desgracia.
Es algo que vemos muy claro en WASTE no.2 WRECK (Finlandia, 2016), en la que el director Jan Ijäs se traslada hasta Lampedusa, esa bella isla italiana acostumbrada a convivir con la tragedia. Los algo más de 100 kms marítimos que la separan de Túnez son testigos de numerosas muertes, personas procedente de África que pierden la vida antes de pisar tierra firme. Una situación tan dramática que ha atraído a renombrados cineastas, que se han trasladado hasta el lugar para dar su visión del tema. Pero a diferencia de Lampedusa in Winter (Jakob Brossman, 2016) o Fuego en el mar (Gianfranco Rosi, 2016), el director finés jamás nos muestra las maniobras de rescate a los inmigrantes. Algo que se ha convertido en tendencia y que llega casi hasta el paroxismo en 4.1 Miles, nominado este año al Oscar al mejor cortometraje documental, y que a veces está demasiado cerca de sobrepasar los límites que marca el rubor. WASTE no.2 WRECK no recurre a lo obvio, sino que evoca la tragedia a través de los barcos en ruinas. Sus estructuras muestran las secuelas del desastre, y en su interior aún contienen vestigios de esas vidas puestas en peligro. Pero el autor no solo aborda el tema desde estas presencias fantasmagóricas, también establece una dualidad irónica: Lampedusa fue la playa mejor valorada de Europa por los usuarios de tripadvisor el mismo año que se producía el mayor desastre humano en sus costas. La inclusión de algunos de los comentarios de la web en el film consiguen reflejar ese contraste entre dos mundos tan distantes, pero a la vez tan próximos.
Con Treblinka (Portugal, 2016) el director Sérgio Tréfaut también nos habla de la tragedia. A través del pasado proyecta lo que ocurre en el presente, aunque podríamos decir que estamos ante un film que trata la tragedia humana como un continuo. Hablábamos de las presencias fantasmagóricas de los barcos en ruinas de Lampedusa, pues Tréfaut también recurre a presencias fantasmales para articular su relato. Las palabras escritas de un superviviente al holocausto son pronunciadas por personajes casi espectrales que viajan en tren, recorriendo las mismas vías por las que transitaban aquellos que eran trasladados hacia el exterminio. Las palabras tienen la suficiente fuerza, y el director las acompaña de imágenes llenas de simbolismo y respeto. Como decía el mismo Tréfaut, después de la II Guerra Mundial hubo un propósito general: Nunca más. Han pasado muchas décadas, pero así seguimos.
La segunda sesión del día nos deparó sendos filmes que indagan en la memoria, tanto individual como colectiva. Con propuestas narrativas poco convencionales ambos autores recorren la historia del último siglo a través de historias particulares.
En Colombi (Italia, 2016), el director Luca Ferri hace un repaso del último siglo desde la perspectiva de una anciana pareja que lleva toda la vida junta. Ese recorrido, narrado por una voz en off, abarca cada década desde 1916, entrelazando la evolución de la pareja con la de la situación socio-política de su entorno. Se incide en esa idea -parece que inevitable cuando se llega a cierta edad- de que el pasado siempre fue mejor. El desprecio por los "nuevos tiempos" conlleva un aislamiento que, en este caso, refuerza el sentimiento de pertenencia a una pareja que, además, decidió no tener hijos. Atención a los surrealistas interludios musicales.
Para The Host (Reino Unido, 2015) la directora Miranda Pennell plantea un objetivo mucho más ambicioso, sumergiéndose en su historia familiar para construir un camino que no lleva hasta el colonialismo británico en Irán, representado por la compañía BP, de la que su padre fue empleado. También a través de voz en off -en esta ocasión la muy personal mirada de la misma directora- el film está construido sobre imágenes fijas. Fotografías que el espectador tendrá que escudriñar con cuidado para acercarse a este complejo puzzle que nos propone Pennell.
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