Por Manuel Barrero Iglesias
Comienza Punto de Vista con un doble programa que experimenta con la imagen. Filmes muy diferentes en cuanto a concepción y desarrollo, pero que tienen en común el juego con los formatos para construir un discurso que va mucho más allá de ese juego.
En Green Screen Gringo (Países Bajos-Brasil, 2016), el holandés Douwe Dijkstra se desplaza hasta el país sudamericano para dar una visión que supere la curiosidad del turista. El director utiliza un recurso -muy asociado al cine más comercial de Hollywood- como la pantalla de croma verde para conducirnos por diversos rincones de Sao Paulo. Un uso al que no estamos acostumbrados y que sirve para mostrarnos -muchas veces compartiendo plano- los contrastes de la gran ciudad. El experimento de Dijkstra resulta apasionante, como un "metacroma" en el que las imágenes se mezclan creando un efecto asombroso. Pero más allá de esto, el film también funciona como retrato social y hasta político de una sociedad tan compleja como la brasileña.
Y complejidad es la que hay en We Make Couples (Canadá, 2016), donde el veterano Mike Hoolboom presenta un intrincado ensayo cinematográfico. El director recurre a diversos formatos y técnicas para dar forma a una propuesta que se mueve en muy diversos niveles. Con un fuerte poder evocador, esas imágenes son capaces de despertar múltiples emociones en un espectador abrumado. El director reflexiona sobre relaciones, política e imagen; en un mundo en el que todo está en constante interconexión.
Con tono muy diferente llegamos a la segunda sesión del día, en la que nos encontramos con Normal Autistic Film (República Checa, 2016), cuyo título ya es toda una declaración de intenciones. El director Miroslav Janek busca normalizar un trastorno bastante estigmatizado. Y para ello le da voz a los protagonistas, quedando en un muy segundo plano la gente de su entorno. El director consigue acercarse lo suficiente a estas cinco personas como para recibir testimonios muy esclarecedores sobre cómo se sienten respecto al mundo. El film escenifica eso de que la "discapacidad" (término en desuso) es algo con lo que tenemos que lidiar todos, en mayor o menor medida, y según qué ámbitos. En el retrato de estos jóvenes nos podemos identificar con muchas de sus inquietudes y problemas. El film se beneficia del carisma de todos ellos (especialmente de ese adolescente freak) para conseguir un tono cómico muy acertado, cuyo contraste rabioso es la joven rapera. Quizás se echa de menos ver algún caso más complicado, ya que los protagonistas escogidos tienen un nivel muy avanzado de comunicación. Puede que la visión sea demasiado optimista, puesto que el autismo es un trastorno con infinitos niveles, y en otras personas la comunicación es mucho más difícil. Pero estaríamos hablando de otra película distinta, lejos de las intenciones de su autor, que sí consigue con su film visibilizar con respeto un tema problemático.
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