Por Paulo Campos
Dirección:
Después de tantos año de seguir carreras al Oscar, de ver cientos de películas, de gustarme cinco o seis, aún es hoy el día en el que me pregunto qué se premia en el apartado de mejor dirección: el llevar a buen puerto la peli, el que los actores estén bien, el poner la cámara en sus sitio, el conseguir juntar al mayor número de extras posibles en una escena. Otros opinarán menudencias, como el de adaptarse al espíritu del guión, el conseguir que la peli esté en el mismo tono, el conseguir plasmar el mensaje de la peli combinándolo con tus intenciones, o simplemente tratar de hacer mover los dinosaurios para que convenzan a los jefes de darte 20 millones para rodar tu peli. Todo ello lo debieron conseguir, o al menos intentar conseguir, los cinco señores (más que nada porque a pocas mujeres se les da, aún hoy, la oportunidad de dirigir proyectos de igual envergadura, aún llamándote Katheryn Bigelow) nominados este año:
- Damien Chazelle por La la Land
Hay gente que nace con una flor en el culo y Chazelle nació con dos, porque con una sola peli ya pasó a ser director de culto y mejor director del mundo mundial, la peli fue Whiplash y convenció a mucha gente de que el "chazellismo" había llegado para quedarse. Apoyado en su montador de confianza, Chazelle marca ritmos rápidos, da vigor a sus películas y se preocupa mucho más por la estética que por el propio contenido de la historia, a fin de cuentas es director y no guionista (upsss, espera que también está nominado por ello). Ahora da un paso más y además de hacer sudar a sus actores arrancándoles interpretaciones sudadas (aunque no tanto como a Teller en la batería) pero carismáticas, hace sufrir también a todos sus técnicos, decoradores, figurinistas (que me gusta a mí esta palabra aunque sea teatrera), sonidistas, al pobre compositor que le quedó la batuta como un mondadientes de tasca de extrarradio y al montador que le aguanta. Todo ello funciona como una melodía muy bien afinada, nunca mejor dicho, y sí, hay que rendirse ante la magia chazellista, porque el chaval es bueno. Ahora queda que pula esos guiones para que la peli tenga algún mensaje más claro y no se quede en el cascarón.
- Mel Gibson por Hacksaw Ridge
El autor de películas como Braveheart, por la que ya le regalaron el Oscar, la muy chula Apocalypto y la porno gore The Passion of the Christ -y sobre todo de frases míticas como “cuando vaya una manada de negros a violarte a tu casa yo estaré fuera prendiéndole fuego a la mansión” y otros poemas inspiradores dedicados a su ex-mujer-, parece que se reconcilió con Hollywood, después de soltar por esa bocaza y arremeter contra “los que no debes decir su nombre” (es decir, judíos con pasta). Ahora han vuelto a dejarle jugar con la cámara y rodar una película. Vamos a ver, ¿es justa su nominación? Expongo, las secuencias bélicas están muy bien rodadas, de hecho algunas espectacularmente rodadas con escenas brutales (la primera bajada de herido del acantilado, el primer contacto con la realidad de la guerra a través de un camión mortuorio) con lo cual por una parte sin objeción, pero claro si en una peli de dos horas, una hora es chula pero la otra es una tontería supina, está mal dirigida (los actores a su libre albedrío, en pelis distintas cada uno) de una forma tan academicista como pasada de moda, pues aparecen los peros. Yo no lo hubiera nominado, y no por gilipollas, sino porque ha habido trabajos de dirección mucho mejores que el de Mel.
- Barry Jenkins por Moonlight
Hay veces que un director tiene tan claro como va a lucir su película desde el principio que eso se ve a la legua, y éste es uno de esos caso. Jenkins, que había dirigido una película que aseguran que existe que se tituló Medicin for Melacholy -o algo así, paso de buscarla-, se ve que este era SU PROYECTO, no había más y se rodaba como él quería o no se rodaba. Y mira, a cabezón no le ganó nadie y la rodó como quiso. Cosas buenas: que los actores están impecables y eso que tenía la dificultad de que eran los mismos personajes por actores diferentes (creo que como en las últimas cinco películas de Garci, pero bien hecho e interesante), de rodar en segmentos distintos con la dificultad de mantener el tono (como en las últimas diez películas de Garci pero consiguiendo mantener el tono). El problema es que a veces las ansias de mostrar lo buen director que es se comen a la peli y queda su labor por encima de ella, nada peligroso si eres alguien, pero que te puede joder la vida si eres Barry Jenkins y tu peli no gusta. Por suerte es otro que nació con flor y se convierte en uno de los pocos directores negros que consiguen figurar entre los nominados al Oscar.
- Kenneth Lonergan por Manchester by the Sea
Lonergan aparenta ser ese señor que está sentado al final de la barra del bar Manolo, sentado en un taburete rodeado de serrín y cáscaras de cacahuetes resecos, que maldice la vida diciendo que todo es una mierda. Tal cual lo hace en sus películas, como You can Count on Me o Margaret, que estuvo seis años en una nevera para estrenarse y que no la viera nadie. Ahora nos trae un dramón de cuidado ¿qué si no? Que gracias a él no lo emiten en exclusiva en Antena 3 a las cuatro de la tarde de un sábado. Sabe ir desgranando poco a poco la historia, aquí sí sabe que quiere contarnos algo con el guión y lo hace prevalecer ante todo, es perro viejo el Lonergan, a los personajes y finalmente todo encaja y nos hace decir junto a él: “qué mierda de vida”. Desde luego, más que dificultades técnicas en rodar, porque no es que haya espectaculares imágenes ni montaje vertiginoso, es la de mantener en un tono sombrío a los actores, el unir a un reparto de resabidillos interpretativos y el de primar el contenido al continente. De esos trabajos que parece que no haces nada y luego todo sale rodado, como Gobernador del Banco de España por ejemplo, o notario de GH Vip.
- Denis Villeneuve por Arrival
Haciéndole caso a su abuela canadiense, Villeneuve cogió todo lo que le daban para dirigir para hacer bolsillo y luego si cuadra, un día, contar una historia que le interese. Y así surgieron Incendies, Sicario, Prisoners, entre otras y todas ellas con un nexo común, un personaje central que se las ve y se las desea para lidiar con todos los de alrededor que se ponen una y otra vez en su contra y una falta de personalidad en la dirección que acaba por ser marca de la casa. Lo que parece un argumento en contra no lo es, Denis es un funcionario de Hollywood, pero no el funcionario español medio (atentos que viene topicazo), sino el que te resuelve la papeleta después de llevar dando tumbos por el edificio municipal toda la mañana, diciendo: “Ya está, solo le tengo que poner un sello y lo envío, ya está”. Así, de forma sencilla acaba poniendo buen hacer, sentido del ritmo, satisfacción final por el resultado y buena actitud del prota principal. Y esto es lo que hace en Arrival: buena dirección de actores (que no excelente), buen sentido del ritmo (que no excelente), buena planificación de tomas (que no excelente) y finalmente un resultado satisfactorio que quizá con otro director más egocéntrico hubiese dado un toque más personal que pudiera conducir al fracaso a la peli o a un mayor interés. Este es Villeneuve del que no oirás, al menos de momento, “soy fan de la carrera de Villeneuve”.
Ganará: Damien Chazelle por La la Land
Quiero que gane: Damien Chazelle por La la Land
No les dirijo la la palabra si gana: Mel Gibson por Hacksaw Ridge
Alternativas: mejor que Gibson yo nominaba a David Mackenzie por Hell or High Water, Martin Scorsese por hacer lo que le salió de los huevos, porque él lo vale por Silence, Paul Verhoeven por atreverse a enseñar en Hollywood Elle, Garth Davis, por rodar una primera parte de peli muy chula en Lion (si lo hicieron con Gibson porque no con este).
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