Por Alberto Gallardo
Locas de alegría (Paolo Virzì. Italia-Francia, 2016)
Sección Oficial - Espiga de Oro y Mejor Actriz
El director de El capital humano, interesante drama de historias cruzadas que triunfó hace dos años en los premios David Di Donatello, se adentra en su nuevo filme en el peliagudo tema de la enfermedad mental para retratar a dos mujeres con trastornos psicológicos, internadas en un remoto centro médico del que escapan con el objetivo de intentar ajustar cuentas con su tormentoso pasado.
Madre solo hay una (Anna Muylaert. Brasil, 2016)
Sección Oficial - Mejor dirección y Mejor Actor
Tras sorprendernos con la estupenda Una segunda madre, la brasileña Anna Muylaert insiste en los conflictos familiares y de clase en Madre solo hay una, película que parte de una premisa que invita a pensar en el culebrón -un bebé robado que, ya de adolescente, es 'reubicado' de forma repentina junto a sus padres biológicos- y que sin embargo opta por la contención, ciñéndose al punto de vista de su rebelde y hermético protagonista (Naomi Nero, discutible premio al mejor actor).
El filme tiene un ajustado metraje de apenas 80 minutos, que limita su alcance dramático pero que basta para sacar a relucir los problemas de asumir dogmas morales en conflictos de difícil resolución y para trazar una metafora sobre el choque cultural y generacional en el nuevo Brasil. Muylaert, evita el melodrama y las trampas emocionales en su relato, optando por retar hábilmente a la audiencia a entender a unos personajes que se resisten a aceptar un nuevo estado de las cosas, demasiado chocante para ser asumido.
Reparar a los vivos (Katell Quillévéré. Francia-Bélgica, 2016)
Sección Oficial
Basada en un popular best-seller francés, la película aborda el tema candente de la donación de órganos y lo hace a través de una narración episódica en las que se nos presenta sucesivamente al donante, a la destinataria del órgano en cuestión y a los médicos que proceden a la delicada operación. Todos ellos acaban componiendo un insulso relato coral alrededor de un hecho tan dramático como crucial.
El filme abusa del didactismo en su contenido y está visualmente sobrecargado de imágenes pretendidamente líricas. Los personajes (muchos y poco desarrollados) deambulan entre el dramón familiar con coartada lírica y el reportaje de concienciación. Es cierto que la coartada es poderosa, pero la utilidad de su mensaje no la convierte de ningún modo en una buena película. Mención especial para un clímax de quirófano no apto para estómagos sensibles (y totalmente prescindible).
Le fils de Jean (Phillippe Lioret. Francia-Canadá, 2016)
Sección Oficial - Clausura
Más interesante resulta el último filme de Phillippe Lioret, responsable de entre otras la notable Welcome. El cineasta francés pone en marcha en Le fils de Jean un pausado y sutil drama familiar con un par de estimulantes giros, que reposa sobre los hombros de su contenido protagonista Pierre Deladonchamps (El desconocido del lago) y de un guion tan clásico como bien construído sobre detalles y matices.
La historia arranca con una inesperada invitación al protagonista, que vive en París, para asistir al funeral en Montreal, de su padre, al que no conocía. Es un amigo íntimo de su progenitor el que le presentará a sus hermanos y al resto de personas cercanas al fallecido (sin desvelar quién es). La peripecia se convierte así en un viaje identitario hacia las raíces familiares, narrado con elegancia y con los conflictos justos para mantener la atención de la audiencia sin cargar las tintas.
Queimafobia (Daniel Sánchez-Arévalo. España, 2016)
Sección Oficial - Mejor cortometraje
A pesar de tener ya a sus espaldas una carrera consagrada en el largometraje, el inquieto Daniel Sánchez-Arévalo nunca ha abandonado el mundo del cortometraje en el que se inició como cineasta. En esta ocasión pone en imágenes un breve fragmento de su novela 'La isla de Alice', con la que ganó el premio Planeta en 2015. Temas predilectos de su autor como la familia, la muerte y los secretos no revelados, aparecen en una pequeña joya, premiada con una Espiga de Oro, y que como sugirió en la Seminci el propio Sánchez-Arévalo, podría ser el banco de pruebas para un futuro largometraje.
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