Críticas: La bailarina

4/10

La Danseuse (Francia, 2016). 

Dirección: Stéphanie Di Giusto.

Intérpretes: Soko, Gaspard Ulliel, Mélanie Thierry, Lily-Rose Depp.  

Guión: Stéphanie Di Giusto, Sarah Thibau (basado en la novela de Giovanni Lista “Loïe Fuller danseuse de la Belle Époque”.

Fotografía: Benoît Debie.

Montaje: Géraldine Mangenot.

Idioma: Francés.

Duración: 108 minutos.

Baile a la americana

Por Luis López

La debutante Stéphanie Di Giusto adapta para la gran pantalla la vida de la bailarina norteamericana Loïe Fuller, icono de la Belle Époque parisina. Su camino a la prosperidad empieza en el salvaje Oeste, en un estado de Nevada en plena fiebre del oro, y avanza contra el sol hasta triunfar en el hogar de las cigüeñas. 

Fuller era una pionera y como tal hay que reconocerla. Su vida fue un ir contracorriente en uno de esos pequeños paréntesis históricos donde se valoraron todas las manifestaciones artísticas por estrambóticas que pudieran parecer. La suya es una historia de superación que culmina en la ópera de París. Ahora bien, el desarrollo es previsible y teniendo mimbres para construir un relato áspero en un momento dulce; una de esas contradicciones que justifican un papel protagonista, la efervescencia se diluye en tópicos que acaban por corromper el resultado final. 

No deja de ser paradójico que una persona que emprendió un viaje hasta cumplir su sueño en la meca de las fantasías, que era París en ese momento, haya terminado por convertirse en un personaje de película que adquiere lo peor de Hollywood para crear y recrear una historia en la que brillan la coreografía y el vestuario. Sin embargo el desgarro personal debido a sus problemas físicos unidos a la aparición de una bailarina más joven y guapa no se imponen sobre esas facetas más estéticas y secundarias. Un biopic a la europea con mucho fasto pero poco contenido.

La Bailarina estuvo en el festival de Cannes, en la Selección Oficial Un Certain Regard. Y la única explicación que encuentro fue cumplir el cupo de películas nacionales que Francia exige a su festival más internacional. El poeta Mallarmé impresionado por el espectáculo que Fuller ofrecía quiso conocer a la bailarina en persona, cuando lo consiguió quedó decepcionado. Cien años después sigue ocurriendo lo mismo.