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miércoles, 19 de octubre de 2016

Relatos Cinéfilos: "El cálido aliento"

Por Víctor Garijo



— Arriba las manos —exclama una voz que me es rotundamente familiar, para mi desgracia. O quizás para mi absoluta fortuna.
Obedezco: ¡recórcholis, qué puedo hacer si siento su cálido aliento calentándome la oreja y sé que me apunta con su revólver! Valientes todos vosotros que os reís, ¿vosotros qué haríais? Es la mismísima Jodie Foster y está enfadada en exceso. Lo reconozco por el ritmo discotequero de su carótida. El cual y por qué no, me hace bailar. Agito los hombros, chaqueo los dedos.
— Garijo, por favor compórtate. Y, escúchame, apaga el cigarro. No te soporto cuando te pones chulo.
— Jodie, Jodie, Jodie, deja de ordenarme, disfruta del día otoñal, pronto nevará —me pronuncio con una virtuosa sonrisa mientras la ceniza de mi cigarro cae al agua. Otrora estaba calentita, ya no. Pero no importa, la sangre de mi amada amiga, calienta mi cuerpo. Si, lo sé, soy muy pillo.
Lo apago hundiéndolo en el agua, y la contemplo jubiloso. Sabiendo que su ira le permitiría estrangularme, la reconozco como la mujer más bella de Elysium.
— Y bien, cariño, ¿qué te pasa? Hace mucho tiempo que no te veo activa por Whatsapp, ¿Se te acabaron los megas? —Socarrón, le guiño un ojo.
Recibo una bofetada.
— Guau —verbalizo alargando la última vocal—. ¿Has probado a trabajar con Ray Donovan? Le vendrías genial como guardaespaldas, contigo no hubiera tenido que ir a la Iglesia a….
Me introduce el cañón del revólver en la boca. Me veo en la obligación de guardarme las palabras, trago saliva desacompasadamente. Ahora quien se divierte es ella, llevaba décadas sin verla tan feliz. Rompo a reír; su dedo índice se desliza sobre el gatillo; sigo riéndome; me es imposible querer dejarlo. ¡Qué le den!
Se abre la puerta que tengo a mi espalda.
Ella grita.
Instintivamente cierro los ojos.
Escucho un disparo.
Muero.


Lauren Bacall me mira desde mi hamaca donde, repantigada y con las piernas estiradas sobre el escritorio, fuma. Usa por cenicero mi taza del Athletic, y en la cual solo quedan los restos de nuestros últimos tragos de anoche. Su mirada es tierna.
Se pone en pie, hace estiramientos y, se arregla la melena. Es la mujer más hermosa de toda la Tierra; incluso en pijama destila clase mientras se quita las legañas. La luz que penetra por los agujeros de las persianas se proyecta en sus mejillas.
— ¿Otra pesadilla? —Ha caminado hasta mi cama y ha logrado ponerme el termómetro en la boca. Su mirada es fraternal, me abraza; bajo el pijama, tiemblo.
— Si. Soñé que Jodie Foster me mataba, y…. ¿me llamaba Garijo?
— ¡Ajá! Mí querido Bogart…. Reitero que bebes demasiado. Y sigues empeñado en mezclar el alcohol con la medicación.
— Y sin embargo,….pese a todo —olfateo, corroboro que hasta mi dormitorio, precipitándose por un angosto pasillo llega el aroma de unas natillas con galletas y aderezadas con canela—, te empeñas en resucitarme.
— Si, una y un millón de veces. Por cierto, caballero: ¿qué hacía ese cabello caoba en tu jersey? ¿Ya determinaste a quién pertenece?
— Si te lo dijese me tendrías que prometer que no actuarías contra ella como la Mamba Negra. No tengo fuerzas para fregar tanta sangre.

No obtengo ni siquiera un murmullo como respuesta tan solo, me manosea la cabeza tierna, pesada, maquinalmente. Empujo el puente de mis gafas sabiendo qué ocurrirá. 

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