Acabé
la semana hecho una birria, falto de un pulmón y del hígado; empero esta noche,
después de cenar un batido de espinacas, Lauren Bacall me arrastra al interior
del Halcón Milenario. Una vez dentro, puesto a rular el reproductor de música,
cerradas las puertas, y observando embobado las calles desérticas de mi pueblo,
me abrocha el cinturón.
Silbando, arranca sin más dilación. Y volamos hasta Elysium envueltos en la música de Otis Redding porque a mi señora compañera el blues le priva; yo con un whisky en la mano lo bailo todo.
Llegamos sin pasar por aduanas, ni siquiera soportando colas. Verme por allí es algo cotidiano, incluso los camilleros me saludan levantando la mano.
Aun luciendo con mi borsalino gris, mi aspecto es pésimo pero, no obstante, tan sonriente como el del empresario del año.
La ministra de interior, una espléndida Jodie Foster, brazos en jarra y con bonito escote, me espera en recepción. Al verme en una silla de ruedas, su rictus muestra decepción. Como alzando las cejas soy el mejor, le dedico un guiño; ella, quien no soporta mi vida de fiestero empedernido, me sacude una bofetada digna del primer premio. Mi cabeza se agita como un punching ball golpeado por Mohamed Ali; con mucha clase, Lauren, la reina del tacón, se mea de la risa. Mi sonrisa no se borra porque sé que la tengo en el bote.
Los empleados murmuran, sé que hay apuestas. Los más pesimistas apostaron que me haré abstemio antes de conseguir robarle un beso pero ellos desconocen que están ante doctor Amor. De hecho soy el mismo que a sus esposas e hijas, incluso hermanas mellizas, les robó el corazón porque sintiéndolo mucho soy el mejor.
Hablan con Humphrey Bogart.
Silbando, arranca sin más dilación. Y volamos hasta Elysium envueltos en la música de Otis Redding porque a mi señora compañera el blues le priva; yo con un whisky en la mano lo bailo todo.
Llegamos sin pasar por aduanas, ni siquiera soportando colas. Verme por allí es algo cotidiano, incluso los camilleros me saludan levantando la mano.
Aun luciendo con mi borsalino gris, mi aspecto es pésimo pero, no obstante, tan sonriente como el del empresario del año.
La ministra de interior, una espléndida Jodie Foster, brazos en jarra y con bonito escote, me espera en recepción. Al verme en una silla de ruedas, su rictus muestra decepción. Como alzando las cejas soy el mejor, le dedico un guiño; ella, quien no soporta mi vida de fiestero empedernido, me sacude una bofetada digna del primer premio. Mi cabeza se agita como un punching ball golpeado por Mohamed Ali; con mucha clase, Lauren, la reina del tacón, se mea de la risa. Mi sonrisa no se borra porque sé que la tengo en el bote.
Los empleados murmuran, sé que hay apuestas. Los más pesimistas apostaron que me haré abstemio antes de conseguir robarle un beso pero ellos desconocen que están ante doctor Amor. De hecho soy el mismo que a sus esposas e hijas, incluso hermanas mellizas, les robó el corazón porque sintiéndolo mucho soy el mejor.
Hablan con Humphrey Bogart.
Encantado de pertenecer a vuestro equipo. Gracias Manuel!
ResponderEliminarMe ha encantado :)
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