Nocturna 2016: Madness (II). Buceando en el subsconciente

Por Manuel Barrero Iglesias

Dos de las películas que pudimos ver en Madness este año podrían haberse proyectado perfectamente en Dark Visions. Ambas van dinamitando expectativas a medida que avanzan por un camino que toma derroteros inesperados. Dos trabajos con vocación autoral que no se conforman con la repetición de fórmulas gastadas.

Una cabaña en el bosque y un lago. Cinco jóvenes protagonistas. A priori podría parecer que estamos ante el típico slasher de toda la vida, pero ya el prólogo nos avisa: una secuencia sexual de muy alto voltaje, alejada del erotismo de saldo que suele mostrar este tipo de filmes. Luego llega el grupo y parece que las cosas vuelven al cauce de lo convencional. Pero no. El componente sexual vuelve a apoderarse pronto del film, aunque los jóvenes protagonistas no se entregan tanto como aquella pareja del prólogo. Scott Schirmer, quien ya sorprendió en Nocturna con Found (2012), se atreve con un relato poco convencional, en el que el sexo es una presencia sugerente y peligrosa a la vez. Los personajes son empujados al abismo de sus pasiones más escondidas, como al abismo se asoma un film arriesgado, y siempre a punto de caer en el precipicio del ridículo. Nosotros, como siempre, aplaudimos el riesgo. Y Harvest Lake acabó siendo una de las propuestas más estimulantes del certamen.

Parte The Hexecutioners de una interesante premisa: un futuro en el que la eutanasia es permitida, práctica que es llevada a cabo por empresas que asisten asisten aquellos que quieren morir. El film empieza con el primer día de trabajo de una joven en tan peculiar ocupación. Tras ello, irá con otra compañera más experta a un remoto lugar. Una idea que podría haber dado lugar a interesante reflexiones deriva en film con entes demoníacos y rituales satánicos. Una película que se toma con una tremenda seriedad, y cuyas elevedas pretensiones están a años-luz de sus pobres resultados.