Steve McQueen: The Man & Le Mans (Reino Unido–EE. UU., 2015)
Dirección: Gabriel
Clarke, John McKenna.
Documental: Steve McQueen, Chad McQueen, John Sturges, Neile Adams, Alan Trustman, Lee H. Katzin, Peter Samuelson, Jonathan Williams.
Documental: Steve McQueen, Chad McQueen, John Sturges, Neile Adams, Alan Trustman, Lee H. Katzin, Peter Samuelson, Jonathan Williams.
Guión:
Gabriel Clarke.
Música original: Jim Copperthwaite.
Fotografía:
Matt Smith.
Montaje:
Des Murray.
Idioma: Inglés.
Duración:
110 minutos.
Por Miguel Montañés
«Lo teníamos todo. Excepto un guión.»
A
finales de los 60 Steve McQueen era una jodida estrella del rock. El caso de Thomas Crown (1968) y, sobre
todo, Bullitt (1968) lo habían aupado
a lo más alto del firmamento cinematográfico y eso siempre permite cierta
libertad para hacer lo que a uno le salga de las narices. A Steve McQueen le
encantaba beber, le encantaban las mujeres y le encantaban los coches. No
necesariamente en este orden. También le gustaba actuar. Le gustaba tanto
actuar que si en un plano tenía que parecer sudoroso prefería eludir a la maquilladora
y su espray de agua para enfundarse un mono de piloto, encerrarse en un auto de
carreras y dar dos vueltas a la pista a todo lo que diera de sí el bólido sobre
el ardiente asfalto de un día de verano. Así sudaba de verdad. De esa manera
las venas de sus sienes se hinchaban y el público vería que aquello era real. Y
si no lo veía no era su problema. Él había hecho su parte. A Steve McQueen le
gustaba tanto actuar que quería dirigir. Como de sus tres grandes pasiones la
que más posibilidades audiovisuales presentaba y menos disputas conyugales (error)
debería plantearle eran los coches, se empeñó en levantar el proyecto que
prometía suministrar la experiencia automovilística definitiva. Dile que no a
Steve McQueen en 1969.
Steve McQueen: The man
& Le Mans funciona
como un making of de ese proyecto, Las 24 horas de Le Mans (1971), y a pesar de no arriesgar en el
planteamiento, recupera grabaciones inéditas, su factura es tremendamente
solvente y hasta salda alguna deuda de McQueen con miembros de aquel equipo de
rodaje. Rodaje que se estiró durante varios meses y otros tantos accidentes y
cuyo presupuesto acabó rebasándose en millón y medio de dólares. En eso tuvo que
ver que arrancara sin que hubiera un guión escrito y se grabaran distintas
versiones de muchas escenas porque nadie tenía claro cuál se incluiría en el
montaje final. A pesar de ser McQueen el que ejercía el control, John Sturges —Los siete magníficos (1960), La gran evasión (1963)—, estuvo al frente de la cinta en un
principio, pero terminó abandonando con una frase para la historia del séptimo
arte: «soy demasiado viejo y demasiado rico para aguantar esta mierda.» La
crónica de Gabriel Clarke y John McKenna es pródiga en detalles sobre la dramática
gestación de la película más personal de Steve McQueen. En ese sentido cumple
con creces.
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