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domingo, 21 de febrero de 2016

Críticas: Anomalisa

7/10
Anomalisa (EEUU, 2015)
Dirección: Charlie Kaufman, Duke Johnson.
Intérpretes (voces): David Thewlis, Jennifer Jason Leigh, Tom Noonan. 
Guión: Charlie Kaufman, Dan Harmon. 
Música original: Carter Burwell. 
Fotografía: Joe Passarelli.
Montaje: Garret Elkins.
Idioma: Inglés.
Duración: 90 minutos. 

Cómo ser Michael Stone

Por Miguel Montañés

Charlie Kaufman se ha ganado por méritos propios el puesto de narrador más interesante de nuestra época. En una pelea a navajazos entre Aaron Sorkin y Charlie Kaufman apostaría sin dudar por el segundo, aun teniendo las de perder, porque lo de Sorkin lo he visto muchas veces antes aunque nadie pueda compararse con él, pero lo de Kaufman proviene de otro planeta. Uno todavía por descubrir. 

Ya desde aquel delirio noventero nunca lo suficientemente reclamado que se estrenó aquí con el nombre de Búscate la vida y en el que un hoy irrecuperable Chris Elliot interpretaba a aquel patán repartidor de periódicos que vivía con sus padres rondando la treintena (quién iba a pensar que veinte años después la realidad iba a superar a la parodia), Charlie Kaufman empezó a dinamitar las reglas del relato convencional para contar lo de siempre —qué otra cosa se puede contar— desde un prisma nada evidente cuyo efecto terminó puliendo hasta alcanzar lo más profundo del alma del público.  
Anomalisa no es una excepción en la temática del guionista y desde hace un tiempo también director neoyorquino, de hecho se cuela por una de las rendijas pendientes de explorar en Cómo ser John Malkovich (1999) y propone una peripecia enajenada en la que un hombre acostumbrado al éxito asiste aterrado a la pérdida de individualización de las personas que le rodean. Una metáfora kafkiana de la búsqueda de alguien especial, diferente, un ser complementario conformado por imperfecciones deseables por cuanto le hacen único. Podría parecer un lugar común, sin embargo Kaufman se cuida mucho de llevarse la historia a su terreno y entrega momentos de enorme belleza en acciones tan poco frecuentes en una cinta de animación por muy para adultos que sea como una sesión de sexo oral.  

Las expectativas son altas cuando se trata de amor, y como le pasa a Michael Stone, el espectador es arrojado demasiado pronto de vuelta a la cruda realidad al agotarse un metraje que debería haber dado algo más de sí, pero en cualquier caso estamos ante una de las mejores películas, de animación o no, de la temporada. Estaríamos ante la mejor película de animación de no ser por una compañía empeñada en no fallar nunca. Sí. Se llama Pixar. Y este año lo ha vuelto a hacer.


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