The Hateful Eight (EE.UU., 2015).
Dirección y guión: Quentin Tarantino.
Intérpretes: Samuel L. Jackson, Kurt Russell, Jennifer Jason Leigh, Demian Bichir, Walton Goggins, Tim Roth, Bruce Dern, Michael Madsen.
Música original: Ennio Morricone.
Fotografía: Robert Richardson.
Montaje: Fred Raskin.
Idioma: Inglés.
Duración: 187 minutos (versión 70mm), 167 minutos (versión digital).
El western de las masas
Por Luis López
Ocho malnacidos. Uno por cada película de Tarantino incluida ésta. El pasado regresa. Aunque le cierres la puerta encontrará una ventana. Si la enladrillas entrará por la gatera. Si la blindas por el respiradero. Y así hasta que alcance tu orilla. Ante el pasado sólo cabe rendirse y convivir con él de la mejor manera posible. Negociar. Soportarse. Todos llevamos un contable en el interior al que no pagamos lo suficiente para que haga magia financiera con nuestros recuerdos. Y pasa factura a nuestra memoria que, débil, señala al deudor en cuanto le aprietan las tuercas.
Ocho malnacidos armados con pistolas. Y no es que las cargue el diablo, sino que cada hijoputa mima su munición porque quitar una vida ahorra papeleo: tramas y subtramas. La agonía de un personaje queda bien ante la cámara, que el espectador vea sus vísceras y ese líquido viscoso y rojo- vivo- que se come la pantalla. La violencia viste. Es una reacción humana perfectamente justificable si tu contable señala el asiento con una bala. La miseria humana es esto. Y también lo es suplicar por la vida propia. Esta acción es muy de contable. Desparramar y luego limpiar. Desparramar es arte y limpiar obliga al artista a volver a ensuciar. Limpiar nunca es el final.
Ocho malnacidos armados con pistolas encerrados bajo el mismo techo por un temporal. La naturaleza también reclama su cuota en Ultra Panavision. Como si se tratase de un experimento social: grupo experimental y grupo control, variables definidas y medibles. Hay que cuantificarlo todo. Método. El método ante todo. Y tomar datos. Luego analizarlos para arrojar conclusiones. Se deja cocer lento. Tarantino le ha cogido el gusto al metraje largo. A explayarse. Es capaz de ajustar muchas voces porque es un sastre único. También los contables son coquetos y quieren lucirse en público. Tarantino hace trajes a medida que sientan como un guante. Tanto que te acaba convenciendo para comprarlo, porque no hay otro igual justificando informes y cuadratura de cuentas ante los superiores, se llamen Weinstein o como se llamen.
Ocho malnacidos armados con pistolas encerrados bajo el mismo techo por un temporal no son necesariamente enemigos. Las alianzas se tejen como una manta navajo. Es decir, desollando al animal primero. Tiene que parecer lo que no es. Sólo así es posible el mismo balance entre dos contables distintos. Lo inevitable nunca sucede. Lo inesperado sí. Y que Ennio Morricone haga la música. Bajo su batuta la vida puede ser maravillosa.
Recapitulación. El bueno de Quentin tiene un universo recurrente. ¿Es eso malo? No, ninguno se despega mucho del suyo. Se llama gravedad. Pero, ¿te ha gustado Los odiosos ocho? Mi puntuación está escrita en rojo arriba. Ya, pero, ¿sí o no? Lo que hace este tío no lo hace nadie. ¿Eso lo convierte en especial? Si hoy en día pagar una entrada de cine significa algo, en efecto, aquí tienes un ejemplo.
Una película interesante y una propuesta que sólo pudo ser de Tarantino, pues siempre elige a actores que sean capaces de desarrollar un buen personaje. La versatilidad de un actor puede llevarlo al éxito, en esta ocasión Walton Goggins encarna en la serie Vice Principals a un Vicepresidente ambicioso por el poder que se encuentra con Neal Gamby (Danny McBride) y ambos desean ser el Director de la escuela, así que harán todo lo posible por conseguirlo. Dejamos atrás al personajes de Walton en The Shield como Detective o en peliculas como Los odiosos ocho, así nos muestra que puede ir desde lo dramatico y de suspenso hasta lo cómico como en esta serie.
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