A mí me gusta ese
modo de intervenir desde lo político: ofrecer discusiones antes que
certezas, sin juzgar a los personajes.
Santiago Mitre es un
guionista y director de cine bonaerense. Escribió varios
largometrajes para Pablo Trapero (Leonera, Carancho y
Elefante Blanco) antes de iniciar su carrera como director con
su ópera prima El estudiante (2011), un drama político que
transcurre en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Paulina
(2015), su segundo largometraje, recibió en el Festival de
Cannes el Premio de la Semana de la Crítica y el Gran Premio
FIPRESCI; y en el Festival de San Sebastián, el Premio Horizontes
Latinos, el Premio del Jurado de la Juventud y el Premio TVE Otra
mirada. El film presenta una historia sobre el respeto a las
decisiones del otro, los orígenes de la violencia y, ante todo, un
retrato duro y muy lúcido sobre la violencia sexual hacia las
mujeres.
Una reinterpretación de
Mitre en clave personal del conocido film argentino Ultraje (La
patota) dirigida en 1961 por Daniel Tinayre, que el cineasta
enlaza de forma íntima con la novela Desgracia del premio
novel sudafricano J. M. Coetzee y con la influencia de Rossellini y
Pasolini. Tierra Filme pudo conversar con Santiago Mitre el
pasado 17 de noviembre en los cines Golem de Madrid con motivo de la
presentación de su película en España.
Por Sergio Diez
1.- Para alguien que
no conozca bien Argentina, ¿podrías explicar qué tensiones o
contrastes hay entre la capital, Buenos Aires, y Posadas, donde
sucede buena parte de la película?
Sí, Posadas está en la
provincia de Misiones, cerca de lo que se llama “la triple
frontera”, entre Argentina, Paraguay y Brasil. Por lo tanto, es una
de las regiones más multiculturales que hay en Argentina, y se
hablan unas lenguas que en el resto del país ya no se utilizan: esa
especie de mixtura entre el portugués y el español que es el
portuñol; y también el guaraní, que es una lengua
originaria que en Argentina está extinta pero que en Paraguay se
habla un poco, y que era interesante para nosotros en la película.
Volvía concreto ese abismo social que hay entre Paulina y los chicos
para los que ella trabaja, a los que da clase. Más allá de buenas
intenciones y de la distinta situación económica, que es
ineludible, los chicos marcan la diferencia hablándole en guaraní,
diciéndole: “Vos no pertenecés aquí. Aunque nos quieras venir a
ayudar, luego no tenés que dormir en el lugar en el que dormimos
nosotros”. Vuelve concreta la pobreza, el principal problema que
hay en Argentina, en toda Latinoamérica, y en el mundo en general:
se avanza en muchas cuestiones, pero cada vez hay más pobres y más
excluidos. Por eso quisimos plantear esa pregunta inicial que se hace
Paulina: ¿cómo se interviene en esa zona?
2.- En la película
original de Daniel Tinayre de 1961, está más presente una visión
religiosa del mundo. En esta ocasión, al dejar de lado la religión,
el comportamiento de Paulina puede resultar aparentemente más
ambiguo. ¿Era intencionada esta ambigüedad?
La versión original
utiliza la religión como escudo. El escritor de la película de
Tinayre, Eduardo Borrás, fue un catalán anarquista que se exilió
primero en Cuba y luego en Argentina, y trabajó como guionista para
muchísimos directores, algunos de los más importantes del período
clásico. No creo que él fuera un tipo religioso, sino que la
religión le servía para amparar un poco las acciones del personaje
y hablar de alguna manera sobre el perdón, que creo que es la
principal idea que trabaja la película original. A mí la religión
como tema no me interesa, no es algo sobre lo que tenga ganas de
pensar, me parecen que son formas de pensamiento obsoletas. Sí me
interesa en cambio la política y el ejercicio de lo político.
Nosotros trabajamos el film como una especie de tragedia en torno a
la convicción.
Para mí el cine es
esencialmente ambiguo. Yo nunca quiero sobreexplicar y decir cosas
demasiado concretas. Me parece que como modo de intervención
política es más interesante poner el espectador a pensar que darle
todo formateado y que salga de la película habiéndosele olvidado,
prefiero eso que hacer sentencia. Hay una mala tradición de cine
político en torno a estas costumbres: un director que te dice todo
lo que tienes que pensar. Me parece una actitud un poco reaccionaria.
3.- ¿Se te hace raro
referirte a esta película como Paulina y no
emplear el título original en Argentina, La patota
(palabra que, vendría a significar algo así como
pandilla, aunque se suele relacionar a un grupo
de personas que atacan a alguien)?
Me gusta más este título
de aquí en España. Yo le hubiese cambiado el título en Argentina,
pero no me dejaron, por la influencia que aún ejerce la película
original, un film que ganó en su día el Oscar y que es una
película que, quizá no es muy conocida, pero sí muy respetada. Me
gusta más el título de Paulina porque creo que la película
va sobre ella, es el objeto de análisis. La patota probablemente
condiciona más al espectador hacia uno de los acontecimientos
principales de la película, genera expectativas.
4.- ¿Crees que la
respuesta que Paulina ofrece a un acto de
violencia puede contrastar con la visceral reacción que suele
acompañar a sucesos tan trágicos como los que se vivieron en París
hace poco (los atentados del 13 de noviembre)?
Es interesante. La verdad
es que a mí me cuesta hacer relaciones con estas cosas. Pero
recuerdo que en el momento de editar Paulina se produjeron los
atentados en la revista Charlie Hebdo, y que me impresionó que la
reacción de los primeros días posteriores al atentado fue aquel:
“Todo está perdonado”. Sentí que había una especie de vínculo
entre esa actitud y lo que yo quería hacer con la película. Yo no
siento que Paulina trabaje sobre la idea de perdón, pero sí
está esa actitud de combatir la violencia o, mejor dicho, de
correrse de la violencia, de echarse a un lado. Hay una violencia
social generada por la pobreza y por la desigualdad que, al
producirse en una sociedad machista, contiene violencia contra las
mujeres. Pero luego también hay una violencia institucional: el
Estado devuelve una violencia muchas veces tan grande como la que
quiere combatir. Así se entra en esa espiral de la que Paulina
quiere salir: después de haber sido atacada necesita correrse
(apartartse). Yo no creo que ella quiera perdonar, sino que quiere
comprender y no quiere más violencia a su alrededor. Puede estar
equivocada, pero yo puedo aceptar y comprender esas decisiones que
toma.
5.- En la película
simpatizas fácilmente con el carácter de la protagonista: por su
lucha, por sus convicciones, por su instinto. Ahora mismo que en
España tenemos tantísimos casos de violencia machista, de verdad se
puede encontrar un por qué como el que busca Paulina.
La verdad es que no lo
sé. A mí me interesa el personaje de Paulina por lo mismo que vos
decís. Paulina es un enigma, y su cualidad de enigma es, en buena
parte, la riqueza de la película. Las variables que tiene en cuenta
de cara a tomar sus decisiones, y cómo se mantiene inconmovible en
su decisión inicial: “yo tengo que seguir aquí luchando, tengo
que poder entender esto, tengo que seguir participando, y buscando
fuerza de la manera en que se pueda”. Uno puede decir: “No, no
hagas eso”, en algunos casos. Pero aún así, a mí me parece que
tiene un punto igualmente conmovedor. Que puede haber una actitud del
espectador hacia Paulina de: “No te entiendo, pero lo único que
puedo hacer es acompañarte y tratar de cuidarte”. Al menos eso era
lo que yo pensaba haciendo la película. Yo no recomendaría a mi
hermana, por ejemplo, que tomara esa decisión; pero si la toma, lo
único que puede hacer uno es acompañar y no juzgar. Respetar.
En relación a esa
búsqueda de un por qué, quiero señalar que al trabajar yo busco
relativizar un poco las cosas. La película es una obra de ficción y
me gusta cómo se pone en marcha cierta expectativa de suspenso en la
película, una expectativa en torno a la venganza que luego se va
traicionando. Nosotros decíamos siempre que estábamos haciendo una
anti-película de venganza. Pero a la vez es una película de
suspenso que trabaja con esa expectativa.
Algunas de las decisiones
del film están tomadas desde una lógica visible, desde la lógica
de la ficción y del relato, que es lo que me importa a mí sobre
todo, que el espectador esté ahí, tensionado viendo una película.
Por tanto, algunas de las elecciones no las justifico y tampoco me
parece que se necesite. Es parte de la experiencia de ir al cine:
estar ahí, atrapado y sintiendo el suspenso, y a la vez pensando
sobre la gran variedad de temas que trabaja la película.
No, a mí lo que me
interesa es hacer una película buena. Después, sí, el debate está
dentro de la película y el film no lo concluye. A mí no me interesa
hacer sentencia, juzgar a los personajes, ni nada. Prefiero
mostrarlos y que el espectador se haga cargo de esos problemas. Es
lógico que una película en la que se trabajan estos temas genere
discusiones entre los espectadores. No es que yo diga: “Quiero
hacer una película provocadora”. No, yo quiero hacer una película
inteligente y buena. Si el espectador sale discutiendo o no, ya lo
veremos.
7.- Creo que
precisamente uno de los puntos más interesantes de la película es
la idea de respeto al otro. Además, creo que tiene el mérito de
conceder a cada personaje sus razones para actuar de la manera en que
lo hacen, de forma que resulte un poco desasosegante para un
espectador que no sepa con quién situarse pues, a su manera, los
comprende a todos: a Paulina, a su novio, a su padre.
Sí, yo creo que lo que
agradece el espectador, por la recepción que vi que tuvo la película
en Argentina y en los distintos festivales, es que la película te
hace participar en una discusión sobre temas muy trascendentes. Los
personajes exponen su posición y la película no los juzga. El padre
tiene razón, Paulina en muchas cosas tiene razón, la amiga tiene
razón… Todo el mundo en cierta medida tiene razón. El espectador,
por ende, participa en una discusión inteligente y se lo trata como
a una persona inteligente. Sale del cine intentado pensar estas
cuestiones de un modo que no sé si muchas películas lo hacen. A mí
me gusta ese modo de intervenir desde lo político: ofrecer
discusiones antes que certezas, sin juzgar a los personajes.
La voz del padre es
fundamental como contrapeso a la de Paulina, y de hecho el personaje
en la primera versión casi no existía. Nosotros lo hicimos crecer
muchísimo y tuvimos esa idea de que la película empezara con el
prólogo de una discusión muy larga entre Paulina y su padre y que
luego terminara, prácticamente, con otra discusión larga entre
ambos. Ahí está el corazón de la película, en cómo esos dos
personajes intentan pensar el modo en el que hay que intervenir
políticamente sobre los problemas que suceden a su alrededor. Sin
olvidar tampoco que son un padre y una hija atravesados por una
tragedia.
8.-Llama la atención
el empleo de un largo plano secuencia en la primera secuencia del
film: la discusión entre Paulina y su padre.
Hice un proceso de
ensayos bastante largo, y una de las primeras escenas que empezamos a
ensayar era esa, la escena uno. Yo cuando preparo una escena con los
actores necesito ver su trabajo a través de una cámara, para
hacerme una idea de cómo se verá con los límites de un encuadre.
Debo verlo de manera aproximada al formato en el que voy a filmar mi
película. Ellos obviamente hacían la escena y yo miraba por la
cámara. Después, cuando revisaba el material y veía la secuencia
completa, me daba cuenta de que se sostenía bien en un solo plano. Y
me decía: “Ah, bueno, entonces la puedo filmar así”. Se lo dije
al fotógrafo y nos divirtió como desafío técnico. Esa forma de
grabar la secuencia configuró un poco el resto de nuestra película,
a pesar de que esta no tenga muchos planos secuencia más, o por lo
menos no tan largos.
Era también como plantar
bandera y decir: “Esto es una película de actores”. Los actores
tienen que poner cuerpo al relato y sostener el film desde el físico.
Lo bueno que tiene el plano secuencia para mí es eso: que el tiempo
interno lo están marcando los actores más allá de todas las
indicaciones y marcas que se les pueden hacer para guiar su trabajo.
La responsabilidad del tiempo interno es de ellos, están muy
expuestos. Para mí Paulina es una película de actores, y yo
necesitaba su compromiso y su inteligencia para trabajar.
9.- Quería
preguntarte también cómo trabajaste con Dolores Fonzi su personaje:
¿hicisteis muchos ensayos, hablasteis mucho del personaje, dejaste
que ella llenara muchos huecos?
Todo eso. Fue un proceso
largo. A mí el trabajo con los actores me importa y es probablemente
a lo que más atención le pongo. De hecho, la puesta en escena está
muy condicionada por el trabajo actoral. Intento filmar simple para
tener tiempo de probar cosas y de pensar la escena cuando estamos
grabando. Tuvimos un proceso de unos seis u ocho meses de ensayo.
Cuando digo proceso de ensayos no es únicamente estar haciendo la
escena, sino también ver películas juntos y discutirlas, o leer
textos y novelas que luego también comentábamos. Textos que nos
servían para pensar sobre el personaje y sobre la película. En ese
mundo aparecieron un millón de referencias que si las digo va a
parecer que el film es una especie de licuadora, pero que a nosotros
nos servían: leer a Simone Weil, por ejemplo, para complementar
algunas miradas sobre la película, a pesar de que después nadie
pueda detectar que está detrás de nuestro trabajo.
10.- A la hora de
narrar diferentes sucesos, decides mostrarlos dos veces desde
perspectivas y puntos de vista diferentes. Me gustaría saber por qué
quisiste hacerlo de esta manera.
Creo que me gustaba, en
primer lugar, como procedimiento de suspenso. La película ya tenía
establecido un primer tiempo de relato mediante el racconto que
va haciendo ella a psiquiatra con la que conversa. Luego llega la
escena del parque, y después de ella se vuelve hacia atrás, de una
forma que inicialmente uno no entienda si eso que se muestra a
continuación pasa después o antes de lo que acabamos de ver. Y
comprendes poco a poco qué ha pasado y cómo se ubica. El recurso
aporta suspenso y pone al espectador en movimiento, le obliga a
pensar al irle cayendo la información de a poco. En una película
que, además, trabaja sobre el punto de vista, las distintas miradas
sobre un hecho, era interesante también ese quiebro de perspectiva
alrededor de uno de los sucesos de violencia más importantes que
tiene la película.
11.- ¿Y filmabas
muchas tomas de cada plano normalmente?
Depende. Pero siempre
intentábamos grabar la menor cantidad de planos y de tomas posible.
En el momento de grabar está todo muy marcado: hay un plano, hay una
coreografía y los actores saben cómo se tienen que mover, en qué
momento tienen que decir el diálogo y demás. Mi método es lo
contrario a la improvisación: tal vez por mi experiencia como
guionista le doy mucha importancia al proceso de escritura y después
trabajo sobre lo que escribí, y cuando no funciona, lo reescribo. No
utilizo mucho la improvisación. Dentro de unos parámetros lógicos,
claro: si un actor quiere cambiar alguna cosa, suelo estar abierto,
pero fijamos la nueva variante y se repite eso.
12.- ¿Cuáles
fueron tus referentes cinematográficos para Paulina?
Para la preparación de
esta película, pensé mucho en Rossellini y en Pasolini, que son dos
de los directores que más me interesan. Especialmente el Rossellini
de Europa 51 y el Pasolini de Accatone. Rossellini se
acerca en esa película a lo político de un modo particular, hace un
cruce entre religión y política que me pareció interesante, que
estaba bueno y que me sirvió para hacer ese transvase y convertir a
Paulina en esa especie de “santa laica” que creo que representa.
Lo religioso está muy en el centro de la película de Rossellini y
yo lo saqué de la mía, pero creo que algo sí permaneció en el
personaje de Paulina, que personalmente me resultaba inspirador. Y
después Accatone me gusta porque me gusta Pasolini. Pasolini
siempre tiene una mirada muy interesante para trabajar sobre los
conflictos sociales, muy controversial, fuera de lo políticamente
correcto.
13.- ¿Por qué una
película sobre este tema ahora? ¿Por qué crees que ha conectado
tan bien con la gente joven?
Porque creo que es una
película que no menosprecia al espectador, que lo desafía y que lo
trata de igual a igual, que no le da nada cerrado, sino que le da la
posibilidad de pensar y apela a su inteligencia. Eso es lo que yo
quiero con una película, que me interpele y que me lleve a zonas a
las que no fui antes. Y además creo que tiene un modo poco dogmático
de pensar la realidad, que eso es lo que creo que hace que conecte
bien con la juventud. Yo, que me siento todavía un poco joven,
intento pensar las cuestiones políticas desde perspectivas nuevas.
14.- ¿Por qué crees
que es interesante una película con un tema como el machismo en este
momento? Aquí en España, el estreno nos llega muy poco después de
la gran marcha del 7 de noviembre en contra de la violencia machista.
En Argentina pasó
exactamente lo mismo. La película se estrenó tres semanas después
de una marcha multitudinaria que se llamó “Ni una menos”, que
fue la primera marcha que hubo en contra de la violencia machista.
Creo que buscaba sintonizar con la problemática de la sociedad en la
que vivimos. A mí me gusta que, más allá de lo que diga la
película, el cine funcione como plataforma de pensamiento y de
expresión, y en ese sentido está bueno que Paulina llegue en
este momento, en el que están candentes estas cuestiones. Todo lo
que colabore a la discusión me parece que es enriquecedor para la
sociedad y políticamente.
15.- ¿Ha sido muy
complejo abordar algunos de los problemas sociales que afectan más
directamente a la mujer?
Bueno, es que yo estoy
muy rodeado de mujeres que me podían ayudar. Dolores participó
mucho. Tenía otras mujeres con las que hablé y que participaron en
conversaciones previas a la elaboración del guion. Se involucró
mucho mi socia, Agustina, que es la persona con la que trabajo y en
la que más confío. Y después mi madre es especialista en violencia
contra la mujer y me ofrecía una especie de referente para pensar en
estas cosas.
16.- ¿Y hablaste con
mujeres que habían pasado por ataques similares al sufrido por
Paulina?
Sí, sí. Pero al final
llegas a la conclusión de que cada mujer lo atraviesa de un modo
distinto, que no se puede generalizar, hacer un promedio sobre
experiencias que luego pudiera ser empleado en la película no tenía
sentido. Nosotros teníamos un personaje singular que atraviesa esa
situación traumática y terrible de un modo determinado, con una
lógica propia.
17.- ¿Cómo
valorarías el estado actual del cine argentino y del latinoamericano
en general, tan premiado últimamente en los principales festivales
de cine?
En buena parte de América
Latina existen cinematografías emergentes que, a veces, precisamente
por su novedad, llaman mucho la atención. Argentina no es una de
ellas en el sentido de que tiene mucha tradición y produce alrededor
de 150 películas al año, que es muchísimo en comparación con
otros países de su entorno. México también tiene, como Argentina,
una cinematografía centenaria. Pero sí, Chile, Colombia, Ecuador o
Brasil, a través de nuevas legislaciones o de incentivos fiscales,
están empezando a construir una cinematografía que hace unos años
era inexistente. Me parece muy interesante que el Estado asuma esa
responsabilidad de facilitar las cosas, tener una política cultural
que permita que se puedan hacer más películas en el país. Chile lo
hizo y modificó muchísimo la producción en calidad y en cantidad;
Colombia también; Ecuador lo está haciendo. Y hay otros países un
poco más marginados que lo están empezando a hacer como Guatemala o
Bolivia.
En otros aspectos, me
cuesta encontrar paralelismos entre las distintas cinematografías:
un chileno con un guatemalteco tienen muy poco que ver, más allá de
que pertenezcan al mismo continente. Esos agrupamientos en torno a
continentes tan amplios me parecen un poco arbitrarios. Pero es que
también me cuesta un poco la idea de hablar del “cine argentino”
como si fuese una unidad, porque tampoco lo es. Cada uno tiene sus
intereses y demás, más allá de que no puedes evitar pertenecer a
una misma tradición o pasado común.
18.- ¿Cómo se vive
una acogida tan buena como la que ha tenido la película en algunos
de los festivales de cine más importantes?
Uno no sabe si quiera
cómo interpretarlos. (Risas). Terminé la película en marzo o en
abril, se estrenó en mayo en Cannes, donde obtuvimos dos premios, y
fue fantástico. Fue una alegría enorme. Y luego en San Sebastián
lo mismo: obtener los tres premios por los que la película competía,
otorgados por tres jurados distintos, fue maravilloso. Creo que,
además de los premios, los festivales ocupan un rol importantísimo
y fundamental para el cine de autor, el cine independiente o de
riesgo. Son la plataforma y a veces el único lugar de exhibición y
de encuentro con el público que tienen algunas películas. Sirven
para acercarla al público y a los circuitos de distribución de los
distintos países. Creo que lo de Cannes, por la relevancia del
festival, sirvió muchísimo para la distribución de Paulina en
muchos países. Lo de San Sebastián igual. Hacen que la película
sea más visible y se encuentre con la mayor cantidad de espectadores
que podamos.
19.- ¿Has pensado la
posibilidad de rodar fuera de Argentina visto el éxito de la
película?
No sé si me interesa. Me
lo han ofrecido y siempre digo que sí, por las dudas, pero no sé si
quiero. Soy argentino, pienso como argentino, se me ocurren ideas
para historias protagonizadas por personajes argentinos, y no sé si
podría filmar en otro lugar porque no los conozco. Me gusta pensar
sobre los problemas de mi país. Después me fui dando cuenta de que
los problemas de mi país son parecidos a los problemas de otros
lugares del mundo, al menos muchos de ellos. Por eso tampoco lo tengo
claro. Pero a priori no es algo que me interese. Trabajo en guiones
que van a ser filmados en Argentina.
20.- ¿Podría ser que
firmaras en un futuro algún nuevo guion que dirigiera Pablo Trapero?
No, hace rato que no
trabajo con Pablo. La última película que le escribí fue la de
Elefante Blanco, y terminé mi participación antes de dirigir
mi primera película, El estudiante. Desde que empecé a
trabajar como director, ya no me planteo escribir para otros. Yo a
Pablo lo quiero, es un amigazo, y me parece un buenísimo director;
pero habíamos hechos tres películas juntos y tres cortometrajes, y
había un cierto desgaste. A él le conviene trabajar con otros
guionistas antes que conmigo.
21.- ¿Tienes algún
nuevo proyecto en marcha?
Sí, estoy trabajando en
un guion nuevo que se llama La comicidad, que es dificilísimo
y le estoy dando vueltas desde hace un buen tiempo, pero que me tiene
entusiasmado. Es sobre un encuentro de presidentes latinoamericanos
en Santiago de Chile, así que es una nueva vuelta de tuerca al cine
político, protagonizado esta vez ya sí directamente por políticos
con poder.
Entrevista realizada por
Sergio Diez junto a compañeros de Cinemaadhoc, Insertos y
Radio Cine.
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