Suffragette (Reino Unido, 2015).
Dirección: Sarah Gavron
Intérpretes: Carey Mulligan, Helena Bonham Carter, Meryl Streep, Anne-Marie Duff, Brendan Gleeson, Ben Whishaw.
Guión: Abi Morgan.
Música original: Alexandre Desplat.
Fotografía: Eduard Grau.
Montaje: Barney Pilling.
Idioma: Inglés.
Duración: 106 minutos.
Rebeldes por la fuerza
Una película como Sufragistas no puede estrenarse en un momento más apropiado en nuestro país. En un contexto amplio, estamos en una de las épocas en las que la cuestión de la igualdad de género está más candente. De forma más concreta, si miramos hacia las inmediatas Elecciones Generales del 20 de Diciembre (tan solo dos días después de que la cinta llegue a las salas comerciales), nos encontramos con las dificultades que los españoles que residen en el extranjero tienen para participar en la votación. No pocos se sentirán pues reflejados en un filme sobre las mujeres que han luchado por sus derechos democráticos. La película de Sarah Gavron despoja además al movimiento de cualquier romanticismo (muchos recordaremos a la simpática madre de la familia Banks en Mary Poppins -1964-), centrando su atención en las clases bajas y en la intransigencia generalizada que solo ponía obstáculos al proceso y que condujo hacia medidas más drásticas por ambas partes del conflicto.
De hecho, a pesar de la traducción de su título, la película habla de la organización sufragete, fundada y liderada por Emmeline Pankhurst (una Meryl Streep que funciona como reclamo comercial, pero cuya intervención se limita a una escena) en el Reino Unido de principios del siglo XX. Frente a los sufragistas moderados, Pankhurst y sus seguidoras defendían un activismo más directo, con manifestaciones, desobediencia civil o huelgas de hambre. Maud, la protagonista del relato (Carey Mulligan entregada a la causa), se convierte en miembro de este grupo por casualidad y casi a la fuerza, pero pronto se verá arrastrada por esa llamada a la acción de aquellas consideradas “mentalmente inferiores”, que lo dieron y lo perdieron todo por conseguir que las generaciones futuras tuvieran más oportunidades que ellas.
Estamos ante un trabajo también bastante consecuente y reivindicativo del sector femenino cinematográfico, liderado por la propia directora y la guionista Abi Morgan (autora, entre otras, de Shame -2011- de Steve McQueen), que ya habían colaborado juntas en Brick Lane (2007), otra historia sobre la búsqueda de libertad de la mujer en un contexto diferente. Gavron maneja la cámara con soltura y nerviosismo, incluso en ocasiones de manera algo caótica (como las circunstancias de sus personajes), incidiendo en los primeros planos, frente a la clásica y cuidada ambientación; junto a la gris fotografía de Eduard Grau y la militante banda sonora de Alexandre Desplat, todo ello contribuye a introducirse en la situación.
De este modo, es innegable que hay momentos duros (como los de los encarcelamientos, que, de nuevo recordando a McQueen, se podrían relacionar con los de Hunger -2008-), y emotivos, especialmente los que Maud comparte con su hijo. Sin embargo, en conjunto Sufragistas es incapaz de despegarse de los convencionalismos que imperan en las películas que hablan de temas sociales importantes. Su tendencia al academicismo hace que todo aquello que cuenta, interesante como mínimo, quede ahogado en la frialdad de sus formas.
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