No
tiene ningún sentido hacer cinco tomas iguales. Yo siempre procuro (…) tener al
final una paleta de colores distintos que te permita equilibrar las cosas.
Cesc
Gay (1967) es un guionista y cineasta español con siete largometrajes a sus
espaldas (En la ciudad, Ficción, Una pistola en cada mano). Truman,
su nuevo trabajo, es su octava película: una coproducción hispano-argentina
filmada en Madrid y en Amsterdam, protagonizada por Ricardo Darín, Javier
Cámara y Dolores Fonzi (a la que se verá próximamente en Paulina).
Tierra Filme conversó con el director de
la película, junto con compañeros de otros medios digitales, en la pasada
edición del Festival de Cine de San Sebastián, donde el film recibió el Premio
al Mejor Actor ex aequo para Ricardo
Darín y Javier Cámara. Truman es película
sobre la amistad en los momentos críticos que, con un tono agridulce, ofrece una
simpática y honesta reflexión sobre una vida que en muchos casos se nos escapa demasiado
rápido.
Por Sergio Diez
© Maialen Rodriguez |
1.- ¿Qué fue lo que te inspiró para hacer
una película con una historia de este tipo, y darle una visión tan positiva que
tiene sobre todo el personaje de Darín, que es quien sufre todo lo que pasa en
el film?
El
haber pasado, desgraciadamente, por una experiencia similar, como le puede
suceder a mucha gente. Como me dijo el otro día en Toronto un señor: “Todos
tenemos nuestros muertos”. Cuando pasé por algo similar escribí mucho, y pensé:
“Tengo ganas de escribir sobre esto, pero lo quiero hacer cuando haya pasado un
tiempo para mí, y luego dándole ese tono que permita quitar un poco de hierro”.
Por eso si quieres el personaje de Ricardo tiene esa valentía, o ese coraje de
no estar tirado en un sofá bebiendo whiskey
todo el día, sino que va de un lado para otro todo el tiempo. Y eso me dio un
personaje que me emocionó desde el principio.
2.- ¿Desde el inicio del proyecto pensaste
en Ricardo Darín y en Javier Cámara como actores protagonistas?
Cuando
la escribía, no pensaba en nadie. No me gusta pensar hacerlo en ese punto.
Luego sí, enseguida dije: “A ver, un actor de esta edad, cincuenta y pico…”.
Había hecho con Ricardo un fragmento de mi anterior película y entonces creé un
vínculo con él también. Estuvo dos días y medio en el rodaje de Una pistola en cada mano, mi anterior
película. Grabamos Una pistola en un
total de dos semanas, espaciadas en el tiempo, y cada capítulo tardaba en
rodarse unos dos días.
Por
aquel entonces, conseguí crear un vínculo con Ricardo bastante bonito. Decidí
enviarle el guion de Truman, pero
antes reescribí todo su personaje, vaya, que lo argentinicé. Le di el pasado y
el origen argentino, algo que no estaba en la primera versión. Y ya se lo
envié, y la verdad es que él enseguida me dijo: “Quiero hacer esto. No sé
cuándo ni cómo, pero lo hacemos”. Y si Ricardo si se mete a jugar, lo hace
hasta el final.
De
ahí me fui a Javi. Pensé que podía ofrecer un buen equilibrio actoral, ya que
los dos tienen mucha comedia. Esta película, con dos actores más “pesados” o
más intensos, aunque fueran maravillosos, hubiera sido una película más dura de
ver. Y ellos me parecieron una pareja que tienen esa capacidad de transitar
entre la comedia y el drama.
3.- Una de las ideas que más me han
interesado de la película es la del respeto a la libertad de un amigo por parte
de otro. Respetar la decisión de alguien que nos importa sobre cómo quiere
vivir, o cómo quiere morir. ¿Cómo has trabajado con los actores la relación de
los personajes? Y especialmente,
¿por qué decidiste incluir el personaje interpretado por Dolores Fonzi?
En
un momento de la escritura del guion intuí que le iría bien a la película este
personaje. Yo siempre sentí que estaba escribiendo un paseo de cuatro días, en
el que nunca sabes adónde vas, en el que los personajes van improvisando y en
el que el espectador nunca sabe qué va a pasar luego. Truman es así de simple. Sobre eso, construí mi película.
El
personaje de Dolores, Paola, me pareció que le daba un contrapunto muy
interesante. Me parece que era a su vez un personaje muy delicado, porque
cuando incluyes a un personaje como este, en muchas ocasiones te la juegas.
Pero yo creo que fue un acierto, y uno aún mayor el pensar en Dolores, que
además sabía que ya tenía una relación personal con Ricardo que le vino muy
bien.
Respecto
al trabajo actoral, yo no soy mucho de ensayar. Soy de sentarme con ellos, de
hablar durante unos días con calma. Javi ofreció su casa, nos hacía el
desayuno, llegábamos ahí Ricardo y yo y estábamos por las mañanas. Poníamos todo
sobre la mesa, lo discutíamos todo y sacábamos nuestros muertos, como decía
Ricardo. No me gusta marcar nada, porque creo que es mejor ver qué pasa luego
en el set. Lo importante es entender todos dónde estamos, y reescribir. Yo sigo
reescribiendo y reescribiendo y acomodando las cosas. Ese es el proceso.
4.- ¿Qué papel crees que juega la relación
entre el personaje interpretado por Dolores Fonzi y el de Javier Cámara, esa
atracción y esa tensión sin resolver?
Creo
que lo que les pasa, que hagan el amor, funciona como una liberación. Es la
única secuencia en la que el personaje de Javi se deja llevar. Porque el resto
de la película está contenido, incluso cuando se emociona. Nunca fuimos más
allá, no se ponía a llorar. Y esa es precisamente en la secuencia en la que él
se va, se echa a llorar después de hacer el amor. Una cosa extraña. Para mí es
una secuencia muy especial. Y además establece ese vínculo tan extraño que
existe en la vida entre el sexo y la muerte.
5.- ¿Por qué decidiste hacer esta película
desde la contención?
Yo
siempre hecho este tipo de películas. Pero es que con premisas tristes, sino
las haces así, desde el minuto cinco ya estás gritando y llorando. No hay otro
camino. Y luego, desgraciadamente, cuando vives momentos cercanos a los de la
película, estás contenido todo el rato. De vez en cuando te escondes y lloras
un poco, pero eso es todo. No se muestran abiertamente esas emociones que hay
por debajo. No nos gusta llorar en público. Yo en el cine me reprimo si me
emociona una película: suelen hacer eso. Luego unos se dejan ir más, otros no
lo pueden evitar, pero tendemos a reprimirnos.
Creo
que las mujeres suelen llevar el plano emocional con mucha más naturalidad. No
se avergüenzan de ello. De ahí que los protagonistas sean dos hombres y no dos
mujeres. Si esta película la hubiera hecho con dos mujeres, hubiera tenido otro
caminar. Hubiera sido raro ver a dos mujeres en ese lugar tan hermético.
6.- ¿Cómo abordaste el reto de tratar un
tema dramático como una enfermedad terminal de una forma sutil, con pinceladas
cómicas? ¿Esa combinación de tonos estuvo desde el mismo inicio del proyecto?
Sí, ya desde la escritura intenté que
tuviera este equilibrio. A mí no creo que me apetezca nunca hacer un drama
puro. Yo necesito el humor siempre: ha estado presente en todas mis películas.
En Truman tenía clarísimo que para
caminar estos cuatro o cinco días de ficción que cubre la película había que
hacerlo de esta manera. La amistad me parecía un buen vínculo para contar esto.
Podía
haber situado esta historia entre hermanos, por ejemplo. Pero la familia es más
complicada, y me pareció que la amistad permite ese refugio donde el humor
siempre transita. Los hombres además siempre en mente este tono de ironía, creo
yo. Esa combinación de tonos era algo muy premeditado, muy calculado. Quería ir
a buscar eso cuando escribía, y luego cuando aparecieron estos dos actores, mi
preocupación era: “A ver cómo manejamos esto”.
7.- ¿No te dio miedo o te preocupó durante el proceso de rodaje pasarte por
el lado cómico o por el lado de las emociones más tristes?
Sí,
era lo que más vigilábamos. Teníamos toda una serie de signos o lenguaje de
señas entre nosotros tres, que el resto del equipo no acababa de entender.
(Risas). Encontrar ese equilibrio fue la clave. También es verdad que cuando
ruedas, lo que tienes que hacer es ser un poco flexible y entender que montas y
elijes luego. No hay que ponerse nerviosos. Luego ya encontrarás la calma de
una sala de montaje: estás solo allí, no hay presión, estás tranquilo y
escoges. No tiene ningún sentido hacer cinco tomas iguales. Yo siempre procuro
abrir un poco el abanico; decir: “Chicos, estamos muy serios, vamos a
relajarnos un poco”. O lo contrario: “Estamos demasiado abiertos”. Y así tener
al final una paleta de colores distintos que te permita equilibrar las cosas.
8.- ¿Cuánto tiempo llevó rodar la película? ¿Hubo algún momento que fuera
especialmente bonito o complicado de grabar?
Grabar
de noche es siempre muy complicado. Yo tengo problemas a partir de las dos de
la madrugada. Hasta las dos o tres se puede, pero estos rodajes que son de
convocar a las cinco de la tarde para terminar a las cinco de la mañana, creo
que no funcionan bien. No sirvo yo y no me suele gustar lo que veo: ni el nivel
de los técnicos ni el nivel de los actores, a los que se les cae la cara, les
cuesta memorizar… Es donde peor me lo paso.
Luego
todas las secuencias tienen su complejidad y no sabes nunca qué puede pasar. A
veces la secuencia que parecía más difícil termina siendo la más agradable o la
más fácil de hacer, y luego una tontería a lo que no dabas importancia se
convierte en algo un poco complejo.
9.- ¿Cómo fue el rodaje en Amsterdam?
El
rodaje fue fantástico, entre otras cosas porque empezamos a grabar allí. No empezamos
la filmación con el equipo que estábamos en Madrid preparando la película sino
que solo estábamos presentes los jefes de equipo, trabajando con técnicos de
Holanda. Eso fue bastante extraño. Además, era como estar desubicados, en un
lugar desconocido. Pero nos unió mucho a la vez mucho.
Para
Ricardo y para Javi estuvo muy bien empezar allí. Hay en Ámsterdam una escena
importante para Ricardo, que es la del hijo. Esa escena es su primer momento en
la película de break, en el que el
protagonista se rompe. Y fue una buena idea arrancar por ahí, porque Ricardo
agarró bien su personaje, y dijo: “Aquí estamos”.
© Maku López |
10.- El título de la película es el nombre
del perro del personaje protagonista. ¿Por qué esa importancia para Truman?
Lo
del título es para despistar, así de claro. No quería poner el foco en ellos ni
en el tema, sino en algo que es lo que le importa al personaje de Darín, y le
da un camino a seguir, pero despista. Yo lo hice aposta para no tener un nombre
del estilo Los últimos cuatro días. Una
película que ya desde el título te colocara en un lugar muy concreto.
Quería
que tuvieras la sensación de: “Mira, esta película va de un perro y dos
amigos”. Identificar la película con la comedia. Cuando ves un perro u otro
animal en el cartel o en el título de un film sueles pensar automáticamente que
se trata de una comedia. Eso por un lado. Y por otro, porque el perro es el macguffin, el elemento que lleva al
personaje de Julián (Darín) a hacer determinadas cosas, la razón por la que
está preocupado.
11.- ¿Cómo fue trabajar con un perro como personaje
de bastante relevancia en la película?
Bueno,
yo no sé nada de perros. Cualquier cosa relacionada con “Truman” (nombre del
perro de la película) se la tienes que preguntar a Ricardo, porque él fue quien
dirigió al perro. Ricardo es un enfermo de estos animales: tiene tres en su
casa de Buenos Aires. En concreto, el perro que aparece en la película se murió
hace poco. Se llamaba Trueno.
A
Ricardo le encantan, tiene un vínculo muy especial con ellos. Lo llevó él
durante el rodaje y las escenas salían. Creo que fue inteligente por su parte,
porque los perros obedecen a una persona, no a cuatro. Y estableció ese vínculo
con él que nos fue muy útil.
12.- Creo que eso se nota en el momento en
el que se va Darín durante un tiempo, deja el perro en otra casa y este se pone
a medio llorar.
Sí,
sí. Mira, yo buscaba un león. Yo le dije a la chica que me ayudaba a buscar el
animal: quiero un león, de estos que puedes ver en los documentales que está
herido ya, que le queda poco de vida. El león es un animal que me fascina.
Trueno si te miraba como mal, imponía mucho. Pero no lo hacía.
Cuando
Trueno apareció, yo le vi cojo, lleno de cicatrices, y tuve la sensación de que
era un poco como Ricardo. Ahí supe que había encontrado lo que yo buscaba. Además,
era un animal que había trabajado con niños autistas, y que por eso tenía una
paciencia especial, un saber mirar. Todos estábamos preocupados en el rodaje, y
él te miraba así como: “Total, ¿para qué os preocupáis tanto?”. Te daba una
paz… Parecía un yogui. Y no le podías hacer trabajar más de dos horas o así.
Luego ya se tiraba por ahí y se quedaba dormido.
13.- Sí, hay una toma así.
Claro.
En una de estas se tumbó y yo dije: “Fílmalo”.
14.- Es curiosa la paradoja de que el tipo
que enfermo, un auténtico lleno de vitalidad y que no deja de abusar de su
amigo el buenazo, tenga miedo a dormir solo y no quiera dejar a su perro Truman
con nadie. A pesar de que no podrá tener al perro con él para siempre.
Bueno,
es que por mucho que nos pueda parecer un héroe por tener esta actitud tan
valiente, al final es como todos nosotros. La gracia es esa visceralidad que tiene el personaje. Esa
contradicción de que puedes estar en la fase final de tu vida y sin embargo ser
muy activo, que creo que es lo bonito. “-Te vienes a dormir a casa. –No. –Sí,
te vienes a dormir a casa”. Y esa fragilidad, por otro lado, de un hombre que
no puede controlar bien su cuerpo, y que cada nuevo achaque le rompe un poco
más.
15.- Es interesante también la escena de la
disculpa.
Es
el atractivo de escribir un personaje así, con esa doble dimensión. Como en esa
otra secuencia en la que viene a decir: “No te comas la cabeza. Te levantas y
le pegas la bronca a ese tipo porque es lo que quieres hacer”. Cuando estás en
esa situación, si hay algo que puedes hacer es lo que te da la gana. Y más si
eres alguien como él, que es como un vendaval. Yo siempre le decía a Ricardo:
“Tu personaje es un tsunami: arrasa allá donde va”.
16.- ¿Ha sido importante la improvisación
de los actores en la realización de la película? Se me viene a la cabeza la
escena en la que Ricardo Darín mandaba a paseo a Javier Cámara.
La
libertad siempre se la dejo, obviamente. A los actores les pido que me den lo
que yo creo que necesito, y luego estoy abierto a lo que ellos quieran. Es la
mezcla de esas dos cosas lo que después utilizas para montar la película. Mal
iría yo si solo quisiera comprar lo que yo creo que se debe ver. Y tampoco
estaría bien que yo supiera lo que quiero, y a ver lo que me hacen. Se trata de
encontrar las dos cosas.
La
improvisación en el cine es una cosa muy sobrevalorada: tú tienes un encuadre, unas
luces que te guían, una marca aquí que no puedes pasar. Estamos rodeados de un
equipo de un montón de personas. Actuar en cine es muy difícil porque tienes
tantos elementos a tu alrededor que debes controlar como actor, además de la
interpretación de tu personaje en ese momento concreto, que es muy complicado.
El
actor tiene que venir con una confianza en lo que está haciendo, haber
preparado las cosas todo bien, y en ese momento dejarse ir, con una cierta
naturalidad. En el cine se improvisa muy poco. No tiene mucho sentido.
Interpretar es dejarse ir pero en base a un trabajo previo.
17.- En relación al trabajo con los
actores: ¿repetíais muchas veces una secuencia y hacíais muchas tomas, o en
general grababais pocas?
Depende
del día y del momento. A veces te das cuenta de que hay que grabar más, y los
actores también lo saben, y otros en los que te das cuenta de que ya has
conseguido una buena toma.
18.- Y por esa libertad que les dabas a los
actores, ¿tuviste que escribir mucho durante el rodaje?
No,
cuando ya estás rodando, reescribes cosas, pero pocas y muy puntuales. Serían
más bien ideas nuevas que se te ocurren sobre la marcha. Pero cuando sí
reescribes es en el proceso de ensayos. A nivel de diálogo, sobre todo. De
repente te das cuenta de que una secuencia no tiene sentido: ya está hecha en
otro lado. Cuando escribes, hay veces que pones dos escenas que en el fondo
cuentan una misma cosa, y dices: “¿Para qué he hecho yo esta secuencia?”. La
ventaja que tenemos los directores que escribimos es que lo reescribimos
nosotros mismos. Cuando ya necesitas de un guionista, se complica un poco más todo.
19.- ¿Cortaste alguna escena durante el
proceso de montaje?
Claro,
siempre, sí, sí. No muchas, pero siempre cortas cosas. Escribes, ruedas y luego
hay ves que hay secuencias que no han salido como debían; u otras que te das
cuenta que no hacen falta. Una película se hace tres veces: cuando se escribe,
cuando se filma y cuando se monta. Cada vez que empiezas un proceso tienes que
tener la valentía, el desapego hacia tu material suficiente como para saber que
la película puede y tiene que seguir cambiando y evolucionando. El director que
no entiende que debe ser muy flexible en esos momentos, se pierde.
20.- ¿Te preocupaba la recepción crítica
que pudiera tener una película de las características de Truman?
No
más que otras. Todas las películas las vives y sientes igual. Les has dedicado
tres años, y quieres que le vayan bien.
21.- Sí, ¿pero no te preocupaba más esta
por la combinación de tonos?
Nunca
he pensado eso. Te tengo que decir que yo procuro desconectar de la crítica. No
me ayuda estar pendiente en ese sentido. Ni para bien ni para mal. Tú notas las
cosas, noto si la película gusta más o menos, obviamente te llega todo. Pero
eso es una cosa y otra es entrar en la ansiedad de: “A ver qué han dicho”. Yo
desconecto, no soporto verme ni escucharme y mi cabeza está ya en otro lugar en
el momento del estreno. Es una forma de aislarme y de protegerme. Por supuesto
que todos estamos más contentos cuando la cosa funciona, y cuando nadie te hace
ni caso ni va a ver tu película, te jode. Pero sientes que ya pasó tu tiempo en
relación a la película.
22.- ¿Qué esperabas del Festival de San Sebastián?
Pasar
unos buenos días. (Risas). No, yo he hecho alguna vez de jurado y sé que los
premios dependen del grupo humano que se junte ahí, y los que se sientan salen
con lo que salen y ya está. Así como otros premios del estilo de los Goya son
más democráticos y a veces puedes intuir por dónde van a ir los tiros, los de
un festival son imprevisibles. La opinión de seis o siete personas es
determinante. Lo que quería era esto: tener la oportunidad de mostrarla, que la
viera mucha gente y que se hable de ella. Es lo que todos queremos. Poner el
foco en tu proyecto.
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