Sicario (Estados Unidos, 2015).
Dirección: Denis Villeneuve.
Intérpretes: Emily Blunt, Benicio Del Toro, Josh Brolin, Victor Garber, Jon Bernthal.
Guión: Taylor Sheridan.
Música original: Jóhann Johánnsson.
Fotografia: Roger Deakins.
Montaje: Joe Walker.
Idioma: Inglés, español.
Duración: 121 minutos.
En tierra de lobos
Por Miguel Delgado
El nombre del franco-canadiense Dennis Villeneuve empezó a
sonar con fuerza tras el éxito de Incendies, cinta que estuvo nominada a los
Oscar como mejor película de habla no inglesa, a pesar de que ya tenía algunos
trabajos interesantes a sus espaldas. El año que finalmente terminó de
explotar fue en 2013, cuando vieron la luz sus dos colaboraciones con Jake
Gyllenhaal: Enemy, peculiar adaptación de la obra de José Saramago El hombre
duplicado, que dio lugar a una cinta paranoica y sugerente, y Prisioneros, su
salto a Estados Unidos con una producción de encargo que supo resolver creando
uno de los mejores thrillers de los últimos años. Su estilo, sin endulzamientos
y muy atmosférico, parecía el idóneo para tratar el tema del narcotráfico y
como se enfrentan a él diversas fuerzas de USA, otro proyecto de encargo con el
que se esperaba que volviese a demostrar su talento. En cierto modo así ha
sido.
Sicario es una película seca, que va desde el principio al
meollo del asunto y que no pierde el tiempo ramificando en subtramas
personales, sino que son los acontecimientos principales los que van mostrando
y desarrollando a los personajes. Esto, mezclado con tensas y realistas
secuencias de acción, hace que se pueda emparentar esta cinta con otra de tono
similar como es La noche más oscura, aquel maravilloso thriller dirigido por
Kathryn Bigelow. Y es que Villeneuve vuelve a demostrar que en eso de meternos
en situaciones tensas y peliagudas es un especialista. Hay algunos momentos
esporádicos especialmente brillantes, tómese como ejemplo toda la secuencia de
entrada y salida de Juárez, que va cocinándose a fuego lento, sin precipitarse,
y elevando poco a poco la tensión del espectador, que intuye que todo va a
explotar por algún lado. Si lo hace o no, es lo de menos, es el ritmo lo que
hace maravillosa esa secuencia. La película es en estos momentos (como en su
inicio, o en el túnel) cuando rinde al nivel esperado.
Sin embargo, uno no puede desprenderse durante sus dos
primeros actos de que aquí realmente no hay demasiado que contar. No hay nada
demasiado destacado en esta nueva caza al narco de turno, ni en los hechos
necesarios para ello más allá de la buena mano del realizador y de que resulte
interesante. La culpa viene de un guión que avanza algo rápido y en algunos
momentos a trompicones, dando la sensación de que podría haber más
fluidez en el desarrollo de la trama. Por suerte, el tercer acto sube el nivel
del interés, y es que muestra al final una historia que vale la pena contar,
con sus dos escenas sorprendentes y un mensaje final capaz de dejar al público
apabullado y pegado en la butaca. Este es el nivel que se pedía a toda la cinta
y aunque llegue tarde, deja con un buen sabor de boca.
La culpa de todo lo comentado en el anterior párrafo viene
en parte de sus personajes. Emily Blunt es, en apariencia, la protagonista del
relato. Ese es uno de los problemas, puesto que mientras la película se centra
en ella, la misteriosa presencia de otro personaje se torna más interesante. Y
es que Benicio del Toro es el protagonista en espíritu, el personaje más
relevante una vez completada la narración y en el que el actor puede
desarrollar una inquietante actuación. Nunca se muestra el punto de vista del
personaje de Blunt, que aun así tiene las características suficientes como para
no ser un mero monigote y la actriz ofrece una actuación más que digna.
A su lado, Josh Brolin cuenta con un personaje básicamente explicativo, aunque
el buen hacer de este interprete siempre esté presente.
Así pues, Sicario se muestra un paso por debajo de la sus
cautivadores últimos trabajos, esos que no podías quitarte de la cabeza.
No resulta tan remarcable ni sugerente, pero aún así nos ofrece un
trabajo cuidado y de calidad por parte del realizador y del equipo artístico y
técnico (sus colaboradores habituales Roger Deakins en la fotografía, y Jóhann Jóhansson
en la sucia y cuidada banda sonora). A pesar de sus defectos, estás películas
hechas con bueno pulso, alejadas de manierismos y de acción superflua,
directas, punzantes y realistas son de agradecer.
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