Rams (Islandia, 2015).
Dirección: Grímur Hákonarson.
Intérpretes:
Sigurdur Sigurjónsson, Theodór
Júlíusson, Charlotte Boving, Jon Bbenonysson, Gudrun Sigurbjornsdottir, Sveinn
Olafur Gunnarson.
Guión: Grímur Hákonarson.
Música
original: Atli Orvarsson.
Fotografía: Sturla Brandth Grovlen.
Montaje:
Kristjan Lodmfjord.
Idioma: Islandés.
Duración: 93 minutos.
Por un rebaño de ovejas
Por Luis López
Gummi y
Kiddi son vecinos y hermanos residentes en un remoto valle islandés. A pesar de la estrechez de su parentesco
y su proximidad geográfica no se hablan desde hace cuarenta años. Ambos son
ganaderos, cuidan y miman a sus ovejas como lo que son; fuente de sustento para
sus sacrificadas vidas. Para su desgracia, una grave enfermedad afecta a los
animales y las autoridades dictaminan el sacrificio de todo el ganado del valle.
Los hermanos tendrán que superar sus diferencias para mantener el linaje
ovejero.
Grímur Hákonarson- mejor director
novel y Espiga de Oro a la mejor película en la pasada Seminci- construye en Rams (El valle de los carneros) una
parábola sobre el odio y el amor fraternal, basada en la fragilidad nada aparente de dos talludos
granjeros enfrentados, que al desencajarse su realidad rutinaria dejan
traslucir sus miedos y debilidades. En
la Islandia más rural son las ovejas las que marcan el segundero. Sin tiempo
para otra cosa que no sea su cuidado, es decir para afrontar sus sentimientos
como personas maduras, estos hermanos han aprendido a vivir en el enfrentamiento
latente construido a base de años y experiencias enconadas, que hábilmente
Hákornarson deja a la imaginación del espectador.
Si de esta
película, candidata por Islandia para los Oscar como mejor película de habla no
inglesa, se hiciese un remake yanqui, y
la muerte no fuera definitiva, veríamos a Jack Lemmon y Walter Matthau en una
suerte de Dos Viejos Gruñones al
estilo campestre. Porque si bien es cierto que el planteamiento de Rams
es un drama, también hay espacio para el humor con mala leche que es el
tipo que más suele darse entre hermanos.
Finalmente es en las situaciones extremas donde se descubre el carácter
de una persona, cuando uno se quita la máscara y actúa en lugar de pensar o
andarse con miramientos. Es entonces cuando Gummi y Kiddi, a punto de perder su
modo de vida, se reconocen el uno frente al otro. Caín y Abel vuelven al
rebaño.
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