Mange tes morts (Francia, 2015)
Dirección: Jacques Audiard.
Intérpretes: Jesuthasan Antonythasan, Kalieaswari Srinivasan, Claudine Vinasithamby, Vincent Rottiers, Marc Zinga.
Guión: Jacques Audiard, Thomas Bidegain, Noé Debré.
Música original: Nicolas Jaar.
Música original: Nicolas Jaar.
Fotografía: Éponine Momenceau.
Montaje: Juliette Welfling.
Idioma: Tamil, francés, inglés.
Duración: 109 minutos.
Las mismas guerras
Por Sofia Pérez Delgado
Si no conociéramos a Jacques Audiard ni su trayectoria, atendiendo
al tema que trata Dheepan podríamos
pensar que en una película bienintencionada sobre el exilio y la búsqueda de
una vida mejor en un nuevo país: un soldado, una chica joven y una niña huyen
de la guerra civil de Sri Lanka haciéndose pasar por una familia, y acaban
establecidos en una zona marginal de París. Pero Audiard siempre se posiciona en
el lado oscuro, ese que conduce la corrupción moral y sentimental de sus
protagonistas. Sin forzar el contraste de costumbres ni la intolerancia, el
director habla en Dheepan de los
problemas reales de la inmigración en Francia, pero que podrían aplicarse a
muchos otros lugares. Tal vez esta universalidad fuera la que le hizo alzarse
con una polémica Palma de Oro en el último Cannes, habiendo pasado bastante desapercibida
para la crítica especializada frente a las aclamadas obras de Todd Haynes, Hou
Hsiao-hsien, László Nemes o Jia Zhang-ke.
Sin embargo, Dheepan
es una cinta solvente y autoral, en el que Audiard lleva al límite su
preocupación social, especialmente relacionada con los extranjeros que viven en
los bajos fondos; personajes rotos que intentan reconstruirse en un ambiente
poco propenso a ello. En este caso, parece que los protagonistas podrían
adaptarse plácidamente a su nueva condición, al nuevo idioma del lugar que les
ha acogido (?), e incluso se abre una posibilidad al romanticismo. Sin embargo,
los suburbios poco a poco se van a transformar en un micromundo de violentas
facciones, como el de la prisión de Un
profeta (2009), frente al que Dheepan y su familia postiza levantan
barreras para protegerse (como esas ventanas por las que ven suceder las cosas
sin participar activamente). Pero finalmente, se verán involucrados de forma
inevitable.
Audiard practica un cine sensorial. En este caso, los
desenfoques son una proyección del interior (el alma, si se quiere) de los
protagonistas, interpretados por los sobresalientes Jesuthasan Antonythasan y
Kalieaswari Srinivasan, que se expresan a través de emociones dosificadas y
contenidas. Frente a la crudeza predominante, el realizador se permite
introducir algún momento onírico: Dheepan sueña con elefantes, los animales más
venerados de Sri Lanka, como una representación de los fantasmas de aquellos
que asesinó y de aquellos que perdió.
Otra constante de Audiard es la de la afirmación de que no
se puede huir del pasado ni de la propia naturaleza, sino más bien utilizarlos
para sobrevivir. El conflicto al que se enfrenta Dheepan en París no es tan
diferente a la situación de la que venía huyendo de su país. Aún así, no se
trata de una película de peleas de bandas al uso, sino que, como hemos ido
comentando, es algo que está de fondo, latiendo de manera tensional, pero que
hasta bien entrado el metraje no se convierte en el motivo principal de la
trama. Se establece entonces con sequedad y precisión la escenificación de un entorno
en el que reina la ley del más fuerte: o matas o te matan.
El filme solo chirría en un epílogo excesivamente positivo,
al igual que ya ocurría en De óxido y
hueso (2012), como si el director no se atreviera a acabar con la desesperanza
del resto del relato. Quizás desde su anterior película Audiard se haya vuelto
más autocomplaciente, sus personajes más empáticos, sus resoluciones menos
amargas… y seguramente Dheepan no es
su trabajo más sugestivo, pero la sensibilidad con la que sigue tratando temas
amargos, y por extensión, la facilidad con la que el espectador se involucra en
ellos, es algo cuanto menos digno de admirar.
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