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sábado, 7 de noviembre de 2015

Críticas: Sinister 2

3/10
Sinister 2 (Estados Unidos, 2015).
Dirección: Ciaran Foy.
Intérpretes: James Ransone, Shannyn Sossamon, Robert Daniel Sloan, Dartanian Sloan, Lea Coco
Guión: Scott Derrickson, C. Robert Cargill.
Música original: tomandandy.
Fotografía: Amy Vincent.
Montaje: Timothy Alverson, Ken Blackwell, Michael Trent.
Idioma: Inglés.
Duración: 97 minutos.


Siniestra falta de ideas

Por Miguel Delgado

Blumhouse es una productora de terror relativamente reciente que ha conseguido ver como sus películas se convertían en grandes éxitos del género. Todo empezó con la primera Paranormal Activity, y a partir de ahí no han parado de realizar películas de bajo presupuesto que han conseguido ser taquillazos, como Insidious, The Purge (y todas las secuelas que estás sagas puedan tener), o la más reciente The Visit. Incluso han conseguido triunfar fuera de este género que tantos beneficios les han reportado, puesto que la productora de Jason Blum se encontraba detrás de esa magnífica película llamada Whisplash. Si bien es cierto que han conseguido algunos productos de calidad más que estimable, Blumhouse no duda en explotar aquello que ha funcionado bien, y Sinister, una de las películas que mejor acogida tuvo, no iba a ser una excepción. Ahora nos llega esta segunda entrega de aquella cinta protagonizada por Ethan Hawke y dirigida por Scott Derrickson. Este último no repite tras las cámaras, lo que sin duda no es buena señal.

Y es que Sinister 2 puede definirse muy rápidamente como aquellas secuelas que solo responden a la pura explotación, a aprovecharse de una marca que tuvo éxito para que bajo su manto los espectadores vayan a pasar por taquilla. La primera parte ya no era ninguna maravilla, Scott Derrickson proponía una trama tan simple que apenas tenía recorrido y un ligero abuso de susto chabacano. Pero también es cierto que, en su novedad, conseguía un ambiente siniestro, inquietante, materializado en esas cintas de vídeo macabras, todo ello gracias a la buena mano de un competente Scott Derrickson. Nada de eso queda y aquí. La película apenas se molesta en volver a esbozar la mitología de la siniestra presencia que persigue a los protagonistas y por supuesto, ni se molesta en hacerla avanzar. La historia personal de los personajes no resulta mucho mejor, y se dedica a mezclar un par de tramas paralelas que nunca llegan a estar bien enfocadas.

Por un lado tenemos a James Ransone repitiendo el personaje que ya realizó en la anterior película. Como protagonista de esta, tanto su actuación como su personaje se quedan en una especie de plano casi cómico, una especie de “pringado con encanto” que podría haber funcionado en otro tipo de película, pero nunca en esta. Su relación con la malvada deidad muestra una desgana y un falta de trabajo alarmante. Por otro lado, nos encontramos con  Shannyn Sossamon, actriz que iba para sex symbol pero llevaba ya un tiempo desaparecida, aunque este año la hemos visto en la serie Wayward Pines y ahora aquí. Es en este personaje y la relación con sus hijos donde encontramos lo que podría resultar lo mejor de la cinta. Y también en esa manera de cambiar el punto de vista y acercarse más a la relación de los niños con los espíritus que hay a su alrededor.  Nada que nos haga olvidar los problemas cuando por ejemplo, se trata el tema de malos tratos y de un cabeza de familia abusador, y se hace de la manera más vulgar posible.

Ciaran Foy es el responsable de este producto y tampoco encontraremos un gran consuelo en el apartado técnico, quitando un par de juegos medianamente interesantes. Por lo demás, todo lo que cabría esperar de un producto de estas características. El tema de los sustos basados en subir el volumen hasta unos decibelios revienta-tímpanos y el movimiento imposiblemente veloz del ente de turno está tan trillado sin haber funcionado nunca, que resulta desconcertante que aún haya realizadores tan torpes como para caer en el uso sin tregua de este cutre elemento. En cuanto a lo más destacado de la primera parte, las famosas cintas de vídeo, aquí se vuelve a recurrir a ellas como no podía ser de otra manera, pero se exageran tanto, que provocan el efecto contrario, y ya no inquietan, si no que se miran con una ceja arqueada de incredulidad. Tal vez lo más rescatable en este apartado sea la banda sonora de tomandandy, que se transforma a lo largo de la cinta en una estridente música que podría haber logrado un perturbador ambiente en una cinta más conseguida. 

Hay miles de películas como Sinister 2, realizadas sin ningún tipo de oficio ni originalidad, plantadas simplemente para poder llevar el producto a las salas y que el nombre de la película lleve a los espectadores a ellas. Si la primera entrega hubiese tenido algo menos de repercusión, nos encontraríamos ante un lanzamiento directo a DVD que difícilmente conseguiría distribución en nuestras pantallas. Sin embargo se estrena en cines, gracias en gran parte al poder y prestigio adquirido por la productora. Pero avisados estáis. 


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