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viernes, 9 de octubre de 2015

Entrevistas: Pablo Larraín

"Una verdadera reconciliación no va a llegar a Chile hasta que realmente se haga justicia"


Pablo Larraín (1976) es un director de cine chileno que ha dirigido cinco largometrajes. Debutó en el año 2006 con Fuga, y consiguió un gran prestigio crítico con su segundo trabajo, Tony Manero (2008), que obtuvo, entre otros, el Premio Horizontes Latinos del Festival de Cine de San Sebastián. Su cuarta película, No (2012), sobre la campaña contraria a la continuación de Pinochet en el referéndum de 1988, estuvo nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa y recibió el Premio de la Quincena de los Realizadores en el Festival de Cannes. Su trabajo se centra en revisar la idea de impunidad y la trágica experiencia de la dictadura en la historia reciente chilena.

El club, su nuevo trabajo, obtuvo el Oso de Plata-Premio Especial del Jurado del Festival de Cine de Berlín. El film se estrena este viernes 9 de octubre en España, pero se presentó en nuestro país en la sección Horizontes Latinos del Festival de Cine de San Sebastián. Fue en el Zinemaldia de Donostia donde Tierra Filme pudo entrevistar a Pablo Larraín después de la proyección de su película.




Por Sergio Diez


1.- ¿Por qué decidiste acercarte a un tema tan delicado como el que trata El club? ¿Cómo fue el proceso de preparación de la película?

¿A ti te parece delicado?

2.-Me parece que es un tema que la gente muchas veces no quiere ver.

Sí, a mí lo que me pasa… Yo fui educado en un colegio católico.

3.-Yo también.

Entiendo la pregunta, por eso te hacía la mía, no quiero joder. (Sonríe). Son materiales que lidian con susceptibilidades, y yo creo que el cine tiene que hacer eso a veces. Todos sentimos en algún momento que algo afecta a las nuestras. Probablemente cuando se logra hacer eso, hay algo que vale la pena contar.

No sé cuál fue tu experiencia, pero desde cuando yo estudié hasta ahora, hay curas que conocí que son muy respetables hacia los que siento mucha admiración, y creo que son muy buenos hombres, que de verdad han hecho cosas muy valiosas. Después hay otros curas que conocí que son gente que vive en la cárcel o que están en procesos judiciales. Y después hay un tercer grupo de curas que nunca más vi, son como curas que se perdieron. Y esta película es sobre esos curas, sobre eso que a veces decimos que es el club de los curas perdidos. Curas que ya no están, que los sacan de circulación, digamos. Y esta película viene a mostrar un poco la idea de una Iglesia que tiene como un lavadero, al que lleva sus trapos sucios. Como se dice: “Los trapos sucios se lavan en casa”. La Iglesia los lava en el tipo de casa que aparece en la película.
Foto: Montse Castillo
4.- Otro director, al acercarse al tema de la película, muy probablemente hubiera querido mostrar, de alguna otra forma, las imágenes de las que los personajes hablan. ¿Por qué decidiste tú en cambio sugerir verbalmente todo lo que ha sucedido en el pasado? ¿Te propusiste que esas imágenes las generaran mentalmente los espectadores?

Lo que uno intenta hacer es buscar un espectador activo. Esa película que podría haber sido, de la que tú me hablas, es una película que todos ya hemos visto. Es un cine que no necesita al espectador. Es un cine que te muestra todo, que te juzga todo. Todo lo que se hace, se dice. Todo lo que se ve, se muestra. Todo se expone. Y en cambio acá lo que hacemos es indagar con una palabra o una imagen que detone el imaginario del espectador a partir de su biografía y a partir de su propia forma de entender el mundo. Y eso me parece mucho más interesante, porque es el espectador el que completa la película, no eres tú. 

5.- Hemos leído que te consideras un director que trabaja desde el amor a sus personajes para poder construir su película, para poder comprenderlos sin juzgarlos. En una película con un tema tan difícil y una visión del ser humano tan amarga como esta, cómo concilias ese trabajo desde el amor con unos personajes hacia los que no sientes simpatía.

Bueno, yo siento simpatía. Y lo que hago es verlos con compasión. Creo que la compasión es la clave de la película. Es la clave de la religión además. El cine que intente aproximarse a un fenómeno místico como la religión debe, creo yo, intentar ver a sus personajes desde esta perspectiva. A pesar de que son personajes que se ven tan distantes y quizá violentos, a algún espectador le producen cierto cariño.

6.- ¿Como en la relación de uno de los sacerdotes con los perros?

Sí, exacto. Y también por la proximidad. Es una película que está filmada cerca de los personajes. Es una película en la que hemos utilizado una óptica que nos permitía estar a noventa centímetros de los personajes. Los ves cerca, los ves respirar, ves su piel, casi puedes notar su sudor. Yo me acuerdo de cuando me iba a confesar en el colegio: uno sentía al cura muy cerca, y casi podías olerle el hálito, si tenía o no perfume. Quería capturar esa sensación.

Pero sí, sobre todo proximidad porque creo que son personajes distintos. Algunos cuando están solos son personas que se ven más frágiles, pero cuando están en grupos se vuelven peligrosos. Está en la condición humana. En general, la devoción religiosa es así. Existe el tipo que se pone a una bomba, sube a un tren y lo explota, digamos; pero también existen actos de intolerancia religiosa de forma colectiva, y me parece muy interesante que eso suceda. Es una guerra santa está también, distinta a la yihad, pero también es una guerra santa.

7.- ¿Cómo trabajaste la interpretación de los actores?

No, lo que pasa es que, lo que hicimos acá, que yo no había hecho antes –y que muchos directores hacen, en todo caso. No estamos inventado la rueda- es no darle el guion a los actores, ellos no sabían de qué iba la película, cómo eran sus personajes ni los de sus compañeros. Lo que necesitas para hacer eso, en primer lugar, es tener muy buenos actores. Crear un espacio de confianza entre ellos y nosotros. Es importante que el actor haga un acto de presencia. Idealmente lo que tú haces es que tiras cámara, el tipo está delante, no sabe mucho de nada, la escena se la acabas de dar; y la primera toma y la segunda toma no sirven, pero luego ya empieza a funcionar porque el actor tiene la certeza de que para poder hacer lo que tiene que hacer primero debe estar allí, en ese lugar instante, y eso es capturado. No es consciente de lo que va a pasar ni de lo que pasó, y eso le da una cierta frescura al relato, porque al personaje se le ve más frágil.

8.- ¿Crees que la llegada de un Papa nuevo como el de ahora puede cambiar ese tipo de situaciones que se denuncian en la película?

Yo quisiera comentar dos cosas. La primera es que la película intenta aproximarse a eso, y hay una pugna en el film entre la nueva Iglesia y la vieja Iglesia. La idea de una nueva Iglesia más cercana a sus fieles, una Iglesia más humilde, una Iglesia más compasiva y humana. Pero luego existe también esta vieja Iglesia, esta Iglesia de cónclave, más elitista, una Iglesia que no pone en cuestión nada, que no reconoce sus errores, una Iglesia soberbia. Esa pugna creo que está bien incluida en la película, muestra esas dos caras.

Y lo segundo que quería decir es que yo no sé bien cuáles son las intenciones del nuevo Papa, uno puede leer algunas cosas positivas, otras me parecen más dudosas: por ejemplo, que mantenga en Chile activos a unos cardenales y que han encubierto directamente a monstruos durante los peores años, y esa situación me parece una contradicción, no sé bien qué leer de él.

Pero al mismo tiempo, creo que él busca hacer cambios en la Iglesia, pero no se nos puede olvidar que esta es una institución que lleva funcionando de la misma manera por dos mil años. Que venga a hacer eso en pocos años no es tan sencillo. Hay que darle tiempo.

9.-Chile, como España, tiene en su pasado la experiencia reciente de una dictadura. Yo quería preguntarte por dos cosas: ¿cómo de presente está en el Chile actual la dictadura de Pinochet? ¿Y en países que tienen una experiencia de este estilo se debe buscar la reconciliación a cualquier precio o esta no será posible hasta que se logre cerrar todas las heridas?

Lo que pasa es que hay cosas que tienen que ver con la impunidad. En Chile no hemos sido capaces de juzgar apropiadamente a la gran mayoría de militares implicados en el golpe de Estado. Hay mucha información que existe y que no sabemos, tanto de víctimas como de victimarios. No sabemos dónde están. No sabemos quiénes fueron los que cometieron esos asesinatos. Entonces hay una estructura de impunidad, que se parece a la de la Iglesia. No sé, yo creo que una verdadera reconciliación no va a llegar a Chile hasta que realmente haya justicia, y eso lo veo difícil porque ha pasado mucho tiempo y porque hay mucha información muy oculta y mucha gente que quiere protegerla. Mientras que eso no se arregle, es difícil que haya una reconciliación verdaderamente sana más allá de que pase tiempo.


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