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sábado, 10 de octubre de 2015

Anti-Karaoke: 10º Aniversario


Por Manuel Barrero Iglesias 

Fotos: Naria Caamaño



Este sábado 10 de octubre Anti-Karaoke celebra su décimo aniversario. Huelga decir que no es nada sencillo mantener un show semanal durante tanto tiempo, con todas las dificultades (tanto externas como internas) que inevitablemente surgen a lo largo de una trayectoria tan dilatada. En este artículo intentaré analizar el porqué del éxito de un espectáculo por el que han pasado miles de personas. Aunque aviso que me va a resultar muy difícil ponerme en el papel de frío analista cuando Anti-Karaoke ha significado tanto para mí a nivel personal. Y con esto podríamos empezar a explicar la magia del AK. Cualquiera de los que son –o han sido en algún momento de sus vidas- habituales pueden relatar una experiencia profundamente personal de por qué AK ha supuesto algo fundamental en su trayectoria vital. Yo tengo la mía –algún día escribiré un artículo sobre ello-, pero cientos de personas tienen la suya propia.

Y es que Anti-Karaoke es, ante todo, liberador. Catártico. Podríamos decir incluso que terapéutico. Durante tres horas a la semana (o al mes, cuando se hacía en Madrid, que es donde yo lo viví) uno tiene la posibilidad de abstraerse absolutamente de todo tipo de preocupaciones y problemas. Una oportunidad para volver a la adolescencia. Piensen en cuando eran púberes, ¿cuántas veces imaginaron ser una estrella de rock mientras se desgañitaban en la habitación (o en la socorrida ducha) los temazos de su grupo favorito? AK es esa fantasía hecha realidad. Elige el tema que más te guste, coge el micrófono, súbete al escenario y dáselo todo a un público entregado. Durante cinco minutos puedes dar rienda suelta a la estrella de rock que llevas dentro. Y durante el resto del show contribuyes a que decenas de personas se sientan en la piel de Freddie Mercury, Kurt Cobain, Phil Anselmo, David Bowie, Axl Rose o Mick Jagger (por mencionar solo una minúscula parte del inmenso repertorio). Porque eso sí, si usted es de esa clase de persona que odia el rock, puede quedarse en su casa. O mejor aún, suicídese. Pero si disfruta del rock en cualquiera de sus múltiples vertientes, aquí tiene su lugar. Una de las preguntas más frecuentes es por qué lo de “anti”. Es evidente que no estamos ante un karaoke cutre (que también tienen su gracia, como no) en el que vas a cantar Julio Iglesias o Camilo Sesto. Esto es otro nivel, un sitio donde se pueden cantar cosas muy bestias y desfasar a lo loco.

Hemos hablado de lo arropado que se encuentra siempre aquel que sube al escenario. Ese es otro de los secretos de su éxito. La familia antikaraokiana que acoge a todo el que entra a formar parte de la misma. Obviamente, como en todas las familias, siempre hay sus más y sus menos. Pero el espíritu festivo nunca muere. Una cosa está clara siempre: quien sube a cantar recibirá apoyo total e incondicional. Puedes cantar muy bien, o puedes sonar como una matanza de cochinos. Da igual, los vítores del público no te los quita nadie. Es cierto que hay preferencia por aquellos que se dejan hasta el último aliento, pero si te quedas petrificado en el escenario también te vas a llevar una ovación. Esa seguridad, ese saber que hagas lo que hagas, la gente te va a aplaudir es uno de los grandes tesoros del Anti-Karaoke. No hay el menor atisbo de competitividad, no hay ningún tipo de premio, no se trata de ver quién lo hace mejor. De lo único que se trata es de pasarlo bien.

Anti-Karaoke es un espectáculo hecho para y por el público. Es difícil encontrar un show más interactivo, y es la gente quien lo va construyendo a medida que transcurre la noche. Algo fundamental para sentirlo como algo propio, para sentir que se es parte de él. Aunque también hay que decir que Anti-Karaoke no funcionaría igual sin la presencia de su maestra de ceremonias. Sin ningún ánimo de polemizar. Pero es que Anti-Karaoke jamás sería lo mismo sin Rachel Arieff como conductora. Ella no es solo la cara, sino el alma del espectáculo. Una personalidad única y arrolladora que imprime ese carácter genuino y especial. Su condición de show-woman polifacética daría para otro artículo extenso, pero basta con decir que es imposible encontrar a alguien como ella en un mundo cada vez más lleno de clones.

Este sábado se cumple el décimo aniversario de un espectáculo que nació en el underground de la noche barcelonesa, y que ha superado todas las expectativas posibles. Un evento único al que les recomiendo que asistan. Si son habituales, no hace falta que les explique nada, todo esto ya lo saben. Si han ido alguna vez, se pueden hacer una idea de lo que hablo. Y si no han ido nunca, no saben lo que se pierden. Por mucho que yo les explique, tienen que vivirlo en directo.

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