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miércoles, 16 de septiembre de 2015

Críticas: La visita

6/10
The Visit (Estados Unidos, 2015).
Dirección y guión: M. Night Shyamalan.
Intérpretes: Kathryn Hahn, Olivia DeJonge, Ed Oxenbould, Deanna Dunagan, Michelle Rose Domb.
Fotografía: Maryse Alberti.
Montaje: Luke Franco Ciarrocchi.
Idioma: Inglés.
Duración: 94 minutos.


Esta abuela es un peligro

Por Alberto Gallardo

Tras los sonados descalabros de las desastrosas Airbender: El ultimo guerrero y After Earth, el director M. Night Shyamalan hace propósito de enmienda con un modesto regreso al terror intimista en La Visita, en la que nos sorprende echando mano del muy manido subgénero found-footage para narrar un relato de horror clásico con niños atemorizados y ancianos amenazantes, que en su planteamiento inicial puede recordar a un ‘Hansel y Gretel’ de nueva generación.

La película comienza con una breve presentación del entorno familiar de los protagonistas, una responsable quinceañera con alma de cineasta y un revoltoso preadolescente aficionado al rap. Ambos viven con su madre, que aún trata de recuperarse emocionalmente del abandono de su marido y que oculta un conflicto del pasado con sus padres, los abuelos de los niños, a los que estos planean visitar para rehacer los lazos familiares rotos mientras graban  un documental sobre la historia de la familia.
La llegada de los jóvenes a un remoto pueblo de Pennsylvania  para visitar a los abuelos no será tan plácida y entrañable como los protagonistas esperan, pues pronto comprobaran que los dos ancianos tienen un comportamiento un tanto extravagante, especialmente pasado el atardecer. Juega con acierto Shyamalan en este tramo al choque generacional, enfrentando juventud con vejez, mientras se mueve en la frontera entre el humor y el misterio, creando divertidos momentos entre el sobresalto y la carcajada.

Lo mejor de Shyamalan está presente en este fragmento inicial. El cineasta logra inquietar recurriendo a algo tan cotidiano como una puerta entreabierta o un ruido a medianoche, dilatando las escenas tensas y aprovechando bastante bien las posibilidades del found-footage para buscar el golpe de efecto que nos haga removernos en la butaca. Se echa de menos la personalísima elegancia en el encuadre de las ya lejanas El protegido o El bosque pero el film tiene ciertos rasgos estilísticos que lo apartan de la mediocridad en el plano visual.
Por desgracia, los vicios del cineasta también hacen acto de presencia cuando nos acercamos al desenlace. El gusto de Shyamalan por el golpe de efecto final, le lleva a caer en innecesarias revelaciones melodramáticas (el alegórico relato sobre el fútbol americano) que resultarán claves en el clímax. En cuanto a la sorpresa del desenlace, mantiene los niveles exigibles de coherencia, pero a ella le sigue, cuando ya han caído las máscaras, un segmento excesivamente truculento que paradójicamente pierde fuerza frente a la mucho más perturbadora ambigüedad de la amenaza (la partida de dados).

Con todo, y a pesar de que el film queda lejos de convertirse en un título clave del terror contemporáneo, estamos ante un indiscutible repunte en la filmografía de Shyamalan, pues la película funciona como entretenimiento terrorífico y se sostiene gracias a su acertada mezcla de horror y humor, con las dosis justas de sobresaltos para contentar a su audiencia potencial. Un filme menor pero atractivo, que alberga además una resultona alegoría sobre el miedo a envejecer, que queda no obstante difuminada en un desenlace que no hace justicia al conjunto.


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