Ghadi (Líbano, 2013).
Dirección: Amin Dora.
Intérpretes: Georges Khabbaz, Lara Rain, Emmanuel Khairallah, Camille Salameh, Rodrigue Sleiman.
Guión: Georges Khabbaz.
Música original: Nadim Mishlawi.
Fotografía: Karim Ghorayeb.
Montaje: Rana Sabbagha.
Idioma: Árabe.
Duración: 100 minutos.
Una fábula de esperanza
Por Ricardo González Iglesias
Ghadi se encuentra en el grupo de feel good movies que pueblan los estrenos cinematográficos. Pero
este film funciona como una fábula coherente y necesaria, al contrario que
otras muchas películas gratuitamente adscritas a este género.
Coherente porque la sencillez,
ritmo y devenir de la historia hace que la inmersión del espectador sea total,
gracias a un sincero y claro planteamiento que nos invita a jugar sin mayores
preocupaciones.
Necesaria, porque a través de
este cuento ambientado en un barrio cristiano de una pequeña ciudad costera del
Líbano, conocemos los problemas, ingratitudes, inquietudes y esperanzas de una
sociedad castigada por el colonialismo, la guerra y la opresión a lo largo de
los años. De ahí que todo esté impregnado de una fe que trasciende lo
espiritual para convertirse en sentimiento identitario, y que funciona como
cimiento necesario del afán de superación. Aunque sea obvia y algo infantil, la
mentira piadosa en la que se sostiene el film ni genera falsarias dudas narrativas ni juega lo más mínimo con lo
sobrenatural, trasladándonos al suelo más sólido y franco de la realidad
mejorada, día a día y paso a paso, por todos los miembros de una comunidad.
Y como toda fábula, contiene una
moraleja de certidumbre, esperanza, confianza y optimismo inevitable en el
Líbano de hoy. Ghadi se conforma de
esta manera en una proyección de lo que un país puede llegar a ser si se le
permite, todos unidos por un concepto, por un fin superior encarnado en la
película por un niño muy especial cuya existencia se iconografía para aglutinar
en su figura el bien necesario que toda sociedad anhela.
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