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viernes, 24 de julio de 2015

Críticas: Todo saldrá bien

4/10
Every Thing Will Be Fine (Alemania-Canadá-Francia-Suecia-Noruega, 2015).
Dirección: Wim Wenders.
IntérpretesJames Franco, Rachel McAdams, Charlotte Gainsbourg, Marie-Josée Croze, Julia Sarah Stone.
GuionBjørn Olaf Johannessen.
Música original: Alexandre Desplat.
FotografíaBenoît Debie.
MontajeToni Froschhammer.
Idioma: Inglés.
Duración: 118 minutos.


Existencialismo

Por Ricardo González Iglesias




 “Yo quiero ayudar a la gente a que vuelva a aprender a mirar
Wim Wenders

Esta declaración de principios del director alemán nos hace entender el carácter reflexivo y pedagógico de su cine, más allá de simples imágenes narrativas o usos descriptivos de los elementos cinematográficos. La luz, el paisaje o el tiempo son relevantes componentes protagonistas de un cine pausado, que invita a mirar, a pensar la mirada, a construir una narratología propia sobre dicho pensamiento y los hechos acaecidos en el film, sin entrar en (pre)juicios o en justificaciones en la actuación de los personajes. Todo en el cine de Wim Wenders transmite una libertad omnisciente, una trascendencia espacio-temporal que la audiencia percibe en la quietud de cada plano, de cada pillow shot construido como homenaje a su admirado Yasujiro Ozu.

Todo saldrá bien, tras un paréntesis documental en la carrera de Wenders, significa la vuelta  de éste al terreno de la ficción, continuando su reflexivo soliloquio y su inagotable investigación estereoscópica. La perenne presencia del tiempo en la narración, su metódica y cuidadosa construcción y su preminencia respecto del resto de los elementos hacen de este último film del director algo cercano a un ensayo sobre el tiempo y sobre el paso del mismo, y su afección asignada por definición a la vida del ser humano.

El tiempo lo cura todo. Sempiterna frase que acompaña nuestras desgracias o infortunios a lo largo del tiempo, se convierte en este film en una pregunta, en una cuestión a la que el espectador debe escudriñar la respuesta a partir de un accidente de funestas consecuencias para todo un grupo de personajes que, a raíz del mismo, se entregan al tiempo y su inercia como antídoto al dolor y a la culpa. Así, Todo saldrá bien adquiere características de esbozo naturalista donde los personajes buscan, lloran, aman y, en definitiva, intentan (sobre)vivir a pesar de sus penosas secuelas y circunstancias, encontrando unas el consuelo en el aislamiento del entorno contagiado de tristeza y culpa, y otras compartiéndolo en la esperanza de la mitigación.

Aunque el interés del film y la habilidad de Wenders están fuera de toda duda, no es así el resultado de Todo saldrá bien. El ritmo introspectivo impuesto a lo largo del mismo hace que, por momentos, la reflexión vire hacia el peligroso terreno del aburrimiento, ya sea por una errónea dilatación narrativa o por un exceso de inamovilidad emocional de los protagonistas en parte de la historia. La atención del espectador y su inmersión en la profundidad que Wenders consigue con la tridimensionalidad, se pierde ante una evolución hacia el aislamiento de los personajes respecto del entorno, aplanados contra el mismo y ahogados en una creciente oscuridad que les envuelve y delata psicológicamente, dejando de formar parte de la inmensidad del mundo y encerrándose en su propio plano confrontado. Aunque expresivamente todos los elementos evolucionen coherentemente a lo que Wenders pretende transmitir, estos conducen rígidamente a la narración hacia una pérdida de la atracción, conformando una suerte de existencialismo manierista que no termina de despegar.

Todo saldrá bien cuenta con unos mimbres interesantes, convincentes y eficaces, en algunos momentos incluso brillantes, pero que en su unión, ya sea por una desequilibrada adicción o por una competitiva supervivencia, se fagocitan unos a otros, dando como resultado una película menor en la filmografía de Wenders, el cual no consigue identificar las verdaderas necesidades narrativas del film, arrollando con su talento y exceso productivo cualquier atisbo de sencillo existencialismo nórdico que estuviera presente en el guion de Bjorn Olaf Johannessen.



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