Críticas: Eternal

3/10

Self/less (USA, 2015)

Dirección: Tarsem Singh.

Intérpretes: Ryan Reynolds, Ben Kingsley, Matthew Goode, Natalie Martínez, Victor Garber, Derek Luke.

Guión: David y Álex Pastor.

Música original: Dudu Aram y Antonio Pinto.

Fotografía: Brendan Galvin.

Montaje: Robert Duffy.

Idioma: Inglés.

Duración: 117 minutos.

Use/less

Por David Sancho

En su cuarta película como guionistas, los hermanos Pastor abordan el tema de la inmortalidad. Nos cuentan la historia de un millonario que, mientras afronta sus últimos días de vida, recibe una misteriosa oferta para transferir su conciencia a un cuerpo más joven. Una vez que el proceso se lleva a cabo la situación se complica y nada es lo que parecía ser.

Un punto de partida que da mucho juego y que da pie a múltiples reflexiones sobre el miedo a la muerte, las ansias de poder o la dicotomía religión/ciencia. Pero los hermanos Pastor optan por dejar rápidamente de lado la reflexión y llevan la película al terreno del thriller convencional.

El mayor problema de la cinta es que una vez desprovista de cualquier atisbo de reflexión, como thriller no logra alcanzar unos mínimos aceptables. La historia tiene agujeros importantes y  en demasiadas ocasiones echa mano de decisiones absolutamente injustificables de sus personajes para que el guión avance en la dirección deseada, sin importar la coherencia o el sentido común.

Aun así la película tiene cierto ritmo y un par de escenas de acción medianamente decentes que amenizan la función, pero todo muy lejos de lo que espera de un director irregular pero, a la vez, técnicamente brillante como el indio Tarsem Singh.

Los actores muy de andar por casa. Ben Kingsley está para cobrar el cheque y Ryan Reynolds da un poquito de vergüenza ajena cuando en sus primeras escenas intenta imitar el solemne estoicismo de Kingsley. 

En general todo falla a uno u otro nivel. La cinta navega sin rumbo, sin tener muy claro qué clase de película quiere ser. Trata de ser seria pero se niega a perder al espectador palomitero por el camino, por lo que se acaba convirtiendo en un producto que aspira a demasiado sin arriesgar nada.