Ela volta na Quinta (André Novais Olivera. Brasil, 2014)
Relato de lo cotidiano
Cuando alguien habla de dejar pasar el tiempo para ver qué ocurre sin actuar sobre lo que le importa es que algo marcha mal.
En este primer largo, el director brasileño André Novais Oliveira confirma lo que ya anunciaba en sus anteriores trabajos y confirma aquí: sólo si intervenimos en el devenir de los acontecimientos podremos cambiar éstos.
Y lo hace transmitiendo exactamente lo contrario en la pantalla: deja fluir la vida cotidiana de Norberto y María José, una pareja que lleva 38 años casados y que están en un momento muy difícil para proseguir con su convivencia. Y su crisis, que explotará al final del metraje, se lleva por delante la vida plácida de sus dos hijos Nato y André y sus respectivas parejas.
Novais pone la cámara al servicio de los actores (que no son sino personajes de una vida diaria reflejo de una cierta clase media brasileña) casi sin su intervención, como testigo de una realidad que nos embauca al principio y nos sorprende al final por la limpieza con que el director refleja una crisis profunda de una pareja cansada de convivir juntos después de tantos años de matrimonio. Para ello utiliza una cámara quieta, con largos planos-secuencia estáticos (la escena del baile de los padres o de la conversación sobre el cambio de domicilio de uno de los hijos con su pareja son ejemplos de esa fórmula) que dan la oportunidad al espectador a asimilar todo lo que diariamente ocurre en esos pequeños hogares donde padres e hijos charlan sobre sus problemas.
La película se va transformando desde un formato documental hasta una pequeña tragedia final para el espectador, pero -y ahí se encuentra la peculiaridad de esta historia- no existe ruptura para los personajes, ni ningún drama para esta familia que terminará juntándose alrededor de una televisión que, seguramente, esté emitiendo la historia de otra familia con problemas similares a los suyos.
En este primer largo, el director brasileño André Novais Oliveira confirma lo que ya anunciaba en sus anteriores trabajos y confirma aquí: sólo si intervenimos en el devenir de los acontecimientos podremos cambiar éstos.
Y lo hace transmitiendo exactamente lo contrario en la pantalla: deja fluir la vida cotidiana de Norberto y María José, una pareja que lleva 38 años casados y que están en un momento muy difícil para proseguir con su convivencia. Y su crisis, que explotará al final del metraje, se lleva por delante la vida plácida de sus dos hijos Nato y André y sus respectivas parejas.
Novais pone la cámara al servicio de los actores (que no son sino personajes de una vida diaria reflejo de una cierta clase media brasileña) casi sin su intervención, como testigo de una realidad que nos embauca al principio y nos sorprende al final por la limpieza con que el director refleja una crisis profunda de una pareja cansada de convivir juntos después de tantos años de matrimonio. Para ello utiliza una cámara quieta, con largos planos-secuencia estáticos (la escena del baile de los padres o de la conversación sobre el cambio de domicilio de uno de los hijos con su pareja son ejemplos de esa fórmula) que dan la oportunidad al espectador a asimilar todo lo que diariamente ocurre en esos pequeños hogares donde padres e hijos charlan sobre sus problemas.
La película se va transformando desde un formato documental hasta una pequeña tragedia final para el espectador, pero -y ahí se encuentra la peculiaridad de esta historia- no existe ruptura para los personajes, ni ningún drama para esta familia que terminará juntándose alrededor de una televisión que, seguramente, esté emitiendo la historia de otra familia con problemas similares a los suyos.
Román Puerta
Violet (Bas Devos. Bélgica-Holanda, 2014)
Belleza vacía, comprensión sin emoción
Violet (2014) es el primer largometraje del cineasta belga Bas Davos. Pudo verse en la sección oficial de la pasada edición del Atlántida Film Fest. El punto de partida de la película es este: un adolescente es asesinado en un centro comercial, y sus amigos, un grupo de ciclistas de BMX, intentan superar su muerte. La película se centra especialmente en un amigo del fallecido, que presenció el asesinato.
El film es fascinante en el aspecto visual, por la habilidad que demuestra en el manejo de la cámara en la longitud y complejidad de muchos de sus planos. También por la riqueza que aporta el empleo de distintos tipos de imagen justificadas en recursos narrativos (las cámaras de seguridad del centro comercial) o por un uso del color y de una corta profundidad de campo muy interesantes. El ritmo es lento, y el film apenas se esfuerza en contar una historia: lo que pretende es representar y transmitir el sentimiento de dolor y de pérdida que un grupo de chicos que han perdido a alguien de su manada.
Violet es una película elegante y bella, eso nadie lo niega: un habilidoso ejercicio de estilo. Pero se queda terriblemente vacía. Un film demasiado cerebral y frío, que tiene el mérito de observar minuciosamente las consecuencias de una muerte violenta que trastoca la vida de una comunidad, pero sin llegar a generar ninguna emoción más allá de la fascinación plástica o de la admiración hacia el ingenio creador del cineasta. Uno no puede evitar pensar que un film que gira alrededor de un sentimiento como la pérdida, y que renuncia a toda narrativa aparente, debería conectar de una forma más sincera con sus espectadores.
Sergio Diez
Pas à Genève (lacasinegra. España, 2014)
Jóvenes perdidos
¿Qué es Pas à Genève? Según sus autores pretende ser una reconstrucción de una “cartografía audiovisual y heterodoxa” a la par que un “relato alucinado” de un sueño de verano: unos días que pasaron sus autores en Ginebra, donde se debatían entre el espacio que registraban con sus equipos y las protestas del 15M que se sucedían en España durante aquel lejano 2011. De hecho, cuando el documental intenta ser solo eso, parece que acierta en sus pretensiones, aunque sea un mero espejismo. No obstante, el problema de intentar ser 'alternativos' y de colocarse la etiqueta de 'outsiders', básicamente radica en la necesidad de construir un discurso -o trasladar su confección al espectador- y una pose artística tan coherente como fuerte, dada la marginalidad de eso que se ha dado en llamar cine experimental. Este tipo de cine en el que parece refugiarse la creación del Colectivo Lacasinegra está habituado a vivir con la incomprensión y la invisibilidad tanto de los medios no especializados, cuando no con los adjetivos peyorativos de los espectadores. Pas à Genève no será una excepción y, en este caso, toda crítica será merecida.
Con todo, de Pas à Genève se podría decir, paradójicamente, nada. Conscientes de que la película a priori excluye a un determinado espectador, las continuas definiciones de sus autores únicamente intentan ayudar a poner coherencia a un caótico puzle que ningún espectador puede resolver; quizá esa sea su función, quedar como un testimonio irresoluble, pero al igual que no aparecen las respuestas, tampoco se formula ninguna pregunta o interpelación capaz de mover al espectador del letargo inducido por el documental. Al final, todos los fragmentos parecen ser retazos de unos jóvenes perdidos entre las imágenes y los sonidos de un bosque -eso sí, articulados de forma heterodoxa-, mientras los sentidos de sus coetáneos apuntaban a una Puerta del Sol donde se aspiraba a hacer historia.
Antonio Cabello
Viaje a la luna
Entre los jóvenes cineastas que trabajan en los márgenes del cine español hay una recurrente exploración de los límites de la (no)ficción. Eduard Sola, guionista prolífico y polifacético, debuta en la dirección con un proyecto íntimo protagonizado por sus propios abuelos. Es inevitable pensar en Hermes Paralluelo y su hermosa No todo es vigilia (2014), un muy honesto retrato de la vejez, con toda su ternura y toda su crudeza. Sola se inclina por lo primero, y convierte a su abuelo en un héroe romántico que luchará por sentirse vivo hasta el final de sus días. Un anciano que nos recuerda al entrañable Carl de Up (Pete Docter, Bob Peterson; 2009), y es que Lunático es un film que conjuga la magia de los sueños con la realidad del peso de los años.
El director permite que entre las líneas de la trama principal se cuelen momentos de vida. Esos que captan la misma esencia de unos cuerpos con muchos años a sus espaldas. La ingenuidad de los "actores" enriquece con su autenticidad la construcción del discurso que el autor propone. Al final, como en los buenos trabajos "documentales", nunca sabemos con exactitud dónde empieza la realidad y dónde la ficción. El híbrido resultante es una interesante aproximación al cine y a la vida.
El director permite que entre las líneas de la trama principal se cuelen momentos de vida. Esos que captan la misma esencia de unos cuerpos con muchos años a sus espaldas. La ingenuidad de los "actores" enriquece con su autenticidad la construcción del discurso que el autor propone. Al final, como en los buenos trabajos "documentales", nunca sabemos con exactitud dónde empieza la realidad y dónde la ficción. El híbrido resultante es una interesante aproximación al cine y a la vida.
Manuel Barrero Iglesias
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