Stand By for Tape Back-Up (Ross Sutherland. Reino Unido, 2015)
Malditismo analógico
No son pocas las propuestas de esta edición del Atlántida Film Fest que abordan el propio cine como objeto de estudio, pero lejos de la reflexión idealizada sobre las películas juveniles norteamericanas de los ochenta y noventa que encontramos en Beyond Clueless, o los diversos ensayos del crítico Mark Cousins, en el caso de Stand by for Tape Back-up las imágenes grabadas en un VHS realmente sirven a su autor para exorcizar viejos demonios, más como excusa para disponer un monólogo teatral en el que aflore su capacidad poética que buscando un mecanismo con el que dialogar sobre las imágenes.
Empachado de Bukowski y pagado de sí mismo, el poeta irlandés Ross Sutherland canaliza su depresión, posterior alcoholismo y la muerte de su abuelo a través del material que éste dejó grabado en un cinta VHS. Y aunque de inicio su dispositivo analógico alcanza instantes profundos y prometedores como el ralentizado sobre Cazafantasmas, la propuesta entra pronto en un bucle redundante sobre imágenes de El príncipe de Bel Air y concursos televisivos, donde se descubre que la coartada de la memoria audiovisual en su búsqueda de respuestas adquiere un tono de telepredicador que poco tiene que ver con el cine y más con su pose de poeta maldito con voz asmática, bastante menos interesante. Por lo que en definitiva, lo que podría suponer una trayecto a lo más recóndito e íntimo de las imágenes que esconde un VHS, termina por ser un disparatado egotrip más propio de bares y tertulias nocturnas, con tanto calado poético y cinematográfico como una perfomance de Turista en tu pelo.
Empachado de Bukowski y pagado de sí mismo, el poeta irlandés Ross Sutherland canaliza su depresión, posterior alcoholismo y la muerte de su abuelo a través del material que éste dejó grabado en un cinta VHS. Y aunque de inicio su dispositivo analógico alcanza instantes profundos y prometedores como el ralentizado sobre Cazafantasmas, la propuesta entra pronto en un bucle redundante sobre imágenes de El príncipe de Bel Air y concursos televisivos, donde se descubre que la coartada de la memoria audiovisual en su búsqueda de respuestas adquiere un tono de telepredicador que poco tiene que ver con el cine y más con su pose de poeta maldito con voz asmática, bastante menos interesante. Por lo que en definitiva, lo que podría suponer una trayecto a lo más recóndito e íntimo de las imágenes que esconde un VHS, termina por ser un disparatado egotrip más propio de bares y tertulias nocturnas, con tanto calado poético y cinematográfico como una perfomance de Turista en tu pelo.
Antonio M. Arenas
Beyond Clueless (Charlie Lyne. Reino Unido, 2014)
Otra estúpida película americana
La obvia pasión que Charlie Lyne siente por el cine de instituto hace que lo utilice de base para realizar una especie de estudio sociológico de la adolescencia y el paso a la edad adulta.
La decisión más arriesgada que toma su director y posiblemente la que hace que la película se quede en mera curiosidad, es la elección de las películas en las que basa sus reflexiones. Lyne no opta por el cine ochentero liderado por John Hughes, Regreso al futuro o las primeras películas de Kevin Smith, sino que toma como referencia el cine adolescente de los noventa y de principios de siglo como El diablo metió la mano o Dale caña que es francesa.
A partir de ahí, Lyne hace un gran esfuerzo por tratar de extraer profundas reflexiones de lo peor que se ha hecho en el género. Pero la cosa se le va de las manos completamente cuando entra en el cine de terror y sobrenatural, extrapolando conclusiones sacadas de estas películas al mundo adolescente real, generando una sensación de falta de seriedad que le equipara a las películas que menciona.
La sensación final es la de un documental al que le falta seriedad y le sobra pasión.
La decisión más arriesgada que toma su director y posiblemente la que hace que la película se quede en mera curiosidad, es la elección de las películas en las que basa sus reflexiones. Lyne no opta por el cine ochentero liderado por John Hughes, Regreso al futuro o las primeras películas de Kevin Smith, sino que toma como referencia el cine adolescente de los noventa y de principios de siglo como El diablo metió la mano o Dale caña que es francesa.
A partir de ahí, Lyne hace un gran esfuerzo por tratar de extraer profundas reflexiones de lo peor que se ha hecho en el género. Pero la cosa se le va de las manos completamente cuando entra en el cine de terror y sobrenatural, extrapolando conclusiones sacadas de estas películas al mundo adolescente real, generando una sensación de falta de seriedad que le equipara a las películas que menciona.
La sensación final es la de un documental al que le falta seriedad y le sobra pasión.
David Sancho
Love is All (Kim Longinotto. Reino Unido, 2014)
El amor tiene muchas caras
Atlántida Film Fest es un lugar en el que siempre han tenido su hueco películas que utilizan imágenes prestadas. Por este festival pasaron Your Lost Memories y Después de la generación perdida, los trabajos de Miguel Ángel Blanca que reflexionaban sobre la imagen y la memoria. En esta edición tenemos hasta tres películas que se nutren exclusivamente de imágenes encontradas. El cine adolescente de los 90 en Beyond Clueless o una cinta VHS grabada en Stand By for Tape Back-Up sirven como vehículo para que sus autores desarrollen sus delirantes teorías o hagan terapia. En ambas tenemos una omnipresente voz en off que nos lleva exactamente hacia donde los autores quieren que vayamos. Y el espectador no siempre quiere estar ahí. El egocentrismo de ambos autores dinamitan las posibilidades de dos buenas ideas de arranque.
Kim Longinotto sabe que no necesita imponer su presencia, más allá de las imágenes que ha escogido, a las que acompaña con música de Richard Hawley. La directora trata de enseñarnos cómo se nos ha mostrado el amor en el cine, desde el primer beso capturado en la pantalla. Una empresa que parece muy ambiciosa, pero en la que Longinotto conoce sus limitaciones. El film no se limita a ser un muestrario de la representación del amor, sino que aprovecha para mostrar las desigualdades históricas a través de este tema. El machismo, el racismo y la homofobia están muy presentes en un trabajo que además sirve para recuperar un buen número de películas sepultadas por el paso del tiempo.
Kim Longinotto sabe que no necesita imponer su presencia, más allá de las imágenes que ha escogido, a las que acompaña con música de Richard Hawley. La directora trata de enseñarnos cómo se nos ha mostrado el amor en el cine, desde el primer beso capturado en la pantalla. Una empresa que parece muy ambiciosa, pero en la que Longinotto conoce sus limitaciones. El film no se limita a ser un muestrario de la representación del amor, sino que aprovecha para mostrar las desigualdades históricas a través de este tema. El machismo, el racismo y la homofobia están muy presentes en un trabajo que además sirve para recuperar un buen número de películas sepultadas por el paso del tiempo.
Manuel Barrero Iglesias
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