En un festival dedicado al fantástico/terror la muerte siempre se presenta en primer término. No es de extrañar el éxito popular del cine de género, siempre dispuesto a enfrentarnos con nuestros miedos más profundos. El cine como catarsis. En esta edición de Nocturna hemos podido ver dos películas que plantean esa lucha encarnizada del ser humano contra la muerte, incluso zafándose de sus brazos cuando parece que el fin ya ha llegado.
Por Manuel Barrero Iglesias
Infini (Shane Abbess. Australia, 2015)
Sección oficial
La representante de la ciencia-ficción dentro de las secciones competitivas pretende reflexionar sobre grandes cuestiones a través de un thriller de supervivencia galáctica. Podemos destacar la habilidad del director para aprovechar al máximo los escasos recursos a su alcance. La modestia de la producción no le impide construir un producto de apariencia sólida, y un muy buen uso de los espacios.
Son múltiples las referencias de las que bebe Infini, empezando por Alien y acabando por todo el cine de contagio vírico. Con estos elementos Abbess nos sumerge en un relato que habla sobre la vida y la muerte. Falla un guión muy confuso, con algún tópico cansino (la mujer embarazada) y la escasez de verdadera tensión.
La representante de la ciencia-ficción dentro de las secciones competitivas pretende reflexionar sobre grandes cuestiones a través de un thriller de supervivencia galáctica. Podemos destacar la habilidad del director para aprovechar al máximo los escasos recursos a su alcance. La modestia de la producción no le impide construir un producto de apariencia sólida, y un muy buen uso de los espacios.
Afterdeath (Gez Medinger, Robin Schmidt. Reino Unido, 2015)
Dark Visions
Una playa. Una casa y un faro. Cinco personajes. Todos ellos parecen están muertos y se encuentran en ese paisaje que parece ser una especie de limbo, a la espera de ser mandados al cielo o al infierno. Alguno de ellos incluso cree posible volver a la vida. Un planteamiento muy interesante, y una puesta en escena que recuerda por momentos a Coherence. El juego con la desorientación espacial convierte a los personajes en marionetas tratando de escapar del poder que las controla. Estamos hablando de una primera media hora brillante, en la que los directores consiguen crear inquietud en un espectador expectante.
Pero para este tipo de filmes siempre resulta complicado superar su propia premisa sin que se agote. Algo que hacía muy bien la mencionada Coherence, pero que no acaba logrando esta Afterdeath. El desarrollo de los conflictos presentados es decepcionante, remontando algo el vuelo en una parte final algo más inspirada. Con todo, se nos antoja merecido el premio como mejor película en Dark Visions, sección en la que participado.
Una playa. Una casa y un faro. Cinco personajes. Todos ellos parecen están muertos y se encuentran en ese paisaje que parece ser una especie de limbo, a la espera de ser mandados al cielo o al infierno. Alguno de ellos incluso cree posible volver a la vida. Un planteamiento muy interesante, y una puesta en escena que recuerda por momentos a Coherence. El juego con la desorientación espacial convierte a los personajes en marionetas tratando de escapar del poder que las controla. Estamos hablando de una primera media hora brillante, en la que los directores consiguen crear inquietud en un espectador expectante.
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