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miércoles, 10 de junio de 2015

Críticas: Insidious 3

4/10
Insidious: Chapter 3 (Canadá-Estados Unidos, 2015).
Dirección y guión: Leigh Whannell.
Intérpretes: Dermot Mulroney, Lin Shaye, Hayley Kiyoko, Stefanie Scott, Leigh Whannell.
Guión: Chad Hayes, Carey Hayes
Música original: Joseph Bishara.
Fotografía: Brian Pearson.
Montaje: Timothy Alverson.
Idioma: Inglés.
Duración: 97 minutos.


Whannell sin Wan: como un viaje astral

Por Alberto Gallardo


En 2010 se estrenaba la primera entrega de Insidious de la mano del cineasta malayo James Wan, figura clave del nuevo terror low cost norteamericano, reconvertido ahora en director de blockbusters de acción (recientemente al mando Fast & Furious 7 y pronto en la ya confirmada Aquaman).

Tras darse a conocer con la célebre saga Saw,  Wan repetía  una exitosa colaboración con el guionista Leigh Whannell que resultó esta vez en un atractivo relato de terror clásico –con sus casas encantadas, sus espíritus malignos y sus mediums- puntuado por ciertos rasgos de estilo propios de un peculiar repertorio macabro que el cineasta ha ido depurando a lo largo de su filmografía hasta alcanzar un punto álgido en la sensacional Expediente Warren.

Tras una secuela aceptable que trataba de dilatar los momentos de tensión y reducir las estridencias del original en la plasmación de un aterrador más allá, Wan cede el testigo en esta tercera entrega al coguionista de la saga, un Leigh Whannell que además repite como intérprete en la piel de uno de los cazafantasmas que ayudan a revelar la amenaza a la que se enfrentan los sufrientes protaogonistas.

A Whannell hay que reconocerle méritos como guionista, o más bien como responsable de ideas con tirón suficiente para resistir numerosas secuelas. Tanto en Saw como  en Insidious Whannell ha demostrado saber jugar con los lugares comunes del género para lograr unas jugosas vueltas de tuerca, a menudo sobreexplotadas pero no por ello menos eficaces, con suficiente gancho para ser celebradas por los seguidores de este tipo de cine.


Sin embargo, el debut del guionista y actor australiano tras la cámara deja en evidencia su dependencia de un Wan que coloca como pocos en la actualidad unos elementos tan recurrentes como atractivos en pantalla. Whannell cambia personajes y nos sitúa esta vez en una precuela que se desarrolla años antes de los sucesos de la primera entrega, rescatando a la medium Elise Rainier (Lin Shaye) a la que sitúa esta vez en el centro de la trama.

A pesar del carisma de Shaye y de los resultones guiños a las primeras entregas, la película adolece de una realización plana y de un recurso excesivo al tramposo sobresalto sonoro. Se echa de menos el talento de James Wan para estremecer con elementos mínimos, pues Whannell intenta inquietar por acumulación de escenas potencialmente terroríficas pero poco elaboradas, en las que el espectador curtido en el fantaterror anticipará sin gran esfuerzo el susto y dará al traste con la tensión buscada.

Tampoco ayudan un reparto en piloto automático y una trama que tarda en arrancar, resulta reiterativa y saca a la palestra subtramas poco o mal desarrolladas, cambiando arbitrariamente de punto de vista, lo que termina sacando al espectador de la atmósfera opresiva en la que lograba envolvernos la sufrida familia de la Insidious original. 

En definitiva, Insidious 3 es un olvidable subproducto de terror que puede entretener a los más indulgentes fans del género, pero cuyos resultados a nivel de tensión y pericia cinematográfica quedan más cerca de la flojísima Annabelle que del estimulante primer episodio de una saga cuya continuidad queda en entredicho tras esta insuficiente entrega que se convierte en un viaje astral en sí misma: queda el cuerpo de una premisa que funcionó en origen, despojado esta vez de un alma que le dote de entidad o vida. Un cadáver inerte, que no da demasiado miedo.



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