Conducta (Cuba, 2014).
Dirección y guión: Ernesto Daranas.
Intérpretes: Armando Valdés Freyre, Alina Rodríguez, Silvia Águila, Yuliet Cruz, Amaly Junco, Armando Miguel Gómez.
Fotografía: Alejandro Pérez.
Montaje: Pedro Suárez.
Idiomas: Español.
Duración: 108 minutos.
Chala y los perros
Por Sergio Diez Sánchez
Chala va a sexto curso. Le gusta pasar el tiempo con sus amigos, con las palomas a las que cría en las azoteas. Quiere sacar adelante a su madre, una joven alcohólica sumida en una tendencia autodestructiva. A pesar de no tener más de once años, Chala es el que lleva el dinero a su casa. Se lo proporciona Ignacio, un amigo de su madre que vive de organizar combates de perros. El trabajo de Chala es cuidar a estos animales en el tiempo que transcurre entre pelea y pelea. A Chala no le va bien en el colegio. A sus profesores no les gusta cómo se porta, ni que se meta en líos. En Chala solo cree probablemente Carmela.
Carmela es una maestra que podría haberse jubilado hace ya unos años. Sin embargo, ni puede ni quiere dejar atrás una vida dedicada a la educación de unos chicos con los que mantiene el contacto incluso cuando estos crecen y se hacen adultos con mayor o menor fortuna. Una mujer admirada en su ámbito profesional por jefes, compañeros y, sobre todo, por sus alumnos, con los que desarrolla una relación de respeto y confianza más allá de toda duda. Sin embargo, un problema le sobreviene y tiene que cogerse una baja que la apartará momentáneamente de la escuela. Con ella fuera de circulación, intentan meter al chico en un colegio correccional.
Chala está enamorado de la chica más brillante de su curso. Se llama Yeni. A ella no le gustan los modos del Chala ni su innata chulería. Vive con su padre en un estado de precariedad que podría obligarles a abandonar La Habana, y que no le permitiría estudiar en el colegio de no haber sido por la generosidad de Carmela, que se dispuso a asumir las consecuencias de una irregularidad en la matrícula a cambio de que la niña pudiera ir a la escuela. Yeni y su padre son palestinos, el nombre que reciben en Cuba las personas de la región oriental de la isla que abandonan su lugar de origen para probar suerte y vivir en el oeste. Sus orígenes parecen perseguirlos. En esa situación, es normal que no dedique demasiado tiempo a Chala.
Conducta (2014) es la segunda película de ficción del director cubano Ernesto Daranas. Seleccionada por Cuba para que representara a su país en las nominaciones de los Oscar, el film también estuvo nominado en los Premios Ariel como mejor película iberoamericana, y en los Premios Goya, como mejor película hispanoamericana. Daranas, licenciado en Geografía y Pedagogía, es un cineasta con una larga trayectoria ligada al cine documental y a la televisión cubana. Su primera película, Los dioses rotos, se estrenó en el año 2008.
El film es una reflexión profunda sobre la educación: la relación entre un tutor y su alumno, el paso de la infancia a la edad adulta y la necesidad de cariño de quienes nos importan, de que otra persona, a la que admiremos, crea en que nosotros podamos dar algo bueno al mundo. Conducta podría enlazarse temáticamente con las historias sobre jóvenes conflictivos del cine del Hollywood clásico de los años cincuenta, con unos personajes que, sin saber cómo enfrentarse a un presente que no les gustaba, adoptaban la rebelión por sistema, como en Rebelde sin causa (1955). Pero Chala no es James Dean, sino un niño que intenta ser leal a aquellos a quienes quiere, y que por suerte todavía no ha alcanzado un nivel de desencanto tan grande para no querer mirar con un mínimo de ilusión el futuro. El destino de Chala sin Carmela habría sido muy probablemente, en el mejor de los casos, el de un equivalente cubano al del perdedor triste de La ley del silencio (1954), un Marlon Brando que fue traicionado en el momento decisivo por su hermano, su ser más querido, y que como Chala, combina una apariencia de duro, chulo y valiente con la devoción con la que cuidan de sus palomas.
Conducta pone el acento sobre aquellos jóvenes que se ven obligados a envejecer antes de tiempo, sobre el origen de la conducta y de los conflictos familiares. El film aborda las consecuencias de la ausencia de referentes familiares a seguir, con un protagonista que desconoce, aunque intuye, quién es su padre, y que acepta que su madre evite cualquier tipo de responsabilidades. Ante ese panorama, el Chala se agarra desesperadamente a la única persona que cree que en él.
El film llega a nuestras salas en un momento especialmente oportuno en la medida en que revisa, sin maniqueísmo, la historia reciente de Cuba: critica la permanencia en el poder durante largos períodos de tiempo y abre un interesante debate sobre la prohibición de la presencia de los símbolos religiosos en el espacio público. Daranas cree en Cuba y en los cubanos por encima de todo, una fe en sus compatriotas que no le impide cuestionar un sistema político que, para el director, ha planteado problemas sociales que salpican a sus personajes: el trato a los propios inmigrantes cubanos de otras zonas del país, la corrupción de determinados funcionarios o los temores que guían la actuación de otros empleados públicos.
Conducta es un film que plantea que las personas pueden dar lo mejor de sí mismo en sus relaciones de entrega al otro. Pero ese espacio en común en el film entra en contradicción con estructuras demasiado rígidas de organización social que alienan y arrasan con los sueños de los personajes. No en vano son las organizaciones educativas en buena medida las que chocan con Chala, Carmela y Yeni. Daranas ofrece una visión de la libertad que debe residir en el individuo pero que adquiere su pleno sentido cuando se vincula al destino del otro.
El personaje secundario que más me interesa en la medida en que influye sobre Chala es el del perro que tiene que cuidar durante buena parte de la película. Puede que mi elección parezca poco convencional, pero voy a intentar justificar porque veo que entre Chala y el animal se crea un vínculo muy fuerte. Chala es un joven que, a pesar de su mala actitud en la escuela, fuera de las aulas asume grandes responsabilidades con aquellos que le importan. Los perros, sin embargo, son los únicos que le devuelven el cariño y la atención recibidos.
Durante buena parte del film, Chala cuida de un mismo perro, que se volverá un compañero inseparable durante los paseos de Chala con sus amigos. Un duro revés llevará a que Chala no quiera saber nada del dinero de Ignacio. Gracias a Yeni, Chala encuentra sus sentimientos hacia el perro reflejados entre las páginas del Colmillo blanco de Jack London. Harto del mundo de unos adultos como Ignacio, se rebelará contra ellos. La catarsis provocada por el perro más querido hará que Chala se cuestione su propio comportamiento, se acerque definitivamente a su maestra y deje de negarse a sí mismo.
La principal virtud de Conducta reside en su mirada, en la forma en que combina un realismo que no evita la crudeza pero que no se regodea ni en el barro ni en la lágrima. Ningún personaje se compadecerá aquí a sí mismo, porque están demasiado ocupados en conocerse a través de la unión con el otro. El cineasta consigue templar en su película los dramas que en la vida sobrevienen con aquellos momentos de amor, unión o compañerismo que normalmente los acompañan.
Esa mirada adquiere una fuerza especial unida a unas interpretaciones que hacen que logran algo tan complejo como mostrar de forma sincera la complicidad y los problemas de los chicos. Resulta sorprendente que coincida en cartelera con una película española que ofrece otra lección transparencia en interpretaciones juveniles como es A cambio de nada (2015) de Daniel Guzmán.
En un momento en el que la tendencia general de todo film que busque vincularse a la denuncia social es el tremendismo, el regodeo y el desamparo, se agradece una película que se empapa en una serie de dramas sociales sin perder la fe que los maestros sienten hacia sus alumnos ni la curiosidad con la que los niños miran a un mundo devastador a la par que fascinante.
Daranas se compromete con los dramas del paso de la infancia a la madurez, pero también con los problemas sociales de la Cuba que tanto ama. Una pequeña joyita para todos aquellos que quieran comerse un pedazo de mundo infantil que en muchas ocasiones es más terrible e intenso que el de nosotros. Conducta es un film con aliento propio, original y valiente, que ofrece la extraña ilusión de que ha sido dirigida desde los ojos y la piel de sus personajes.
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