Social Icons

domingo, 17 de mayo de 2015

Documenta Madrid 2015: Something Better to Come

Por Román Puerta


Something Better to Come (Hanna Polack. Dinamarca, 2014)

Estamos acostumbrados a ver grandes miserias en los países del  tercer mundo, alrededor de sus grandes urbes, pero este documental firmado por la polaca Hanna Polak nos traslada al vertedero mayor de Europa, el Svalka, a tan solo 26 kilómetros de Moscú, donde nos muestra la historia de los niños y adolescentes que viven (si esto puede definirse una vez vista la película) en este lugar inmundo. 

Dominado el lugar por las mafias, la directora toma una rápida decisión. Se fija en Yula, una niña de 11 años, rubia, preciosa, que malvive entre basura y entre adolescentes que no saben cómo han ido a parar allí, y deja la película sin voz del narrador, les da la palabra a los habitantes de este lugar que se encuentra a tan poca distancia del lujo y el prosperidad que defiende y nos enseña el gobierno ruso dirigido por Vladimir Putin.

La historia que nos cuenta Polak abarca 14 años en la vida de Yula y la organiza en dos partes bien diferenciadas, dos partes cuya narración y desarrollos son bien diferentes y cuyos desenlaces son diametralmente opuestos.

Y cada uno de estos bloques se transforma, en manos de su directora, en dos formas de entender el documental, o “el cine de lo real”, como lo definen los organizadores de este imprescindible DOCUMENTAMADRID. El primero, que se desarrolla íntegramente en el vertedero entre toneladas de basura, un ruido infernal de camiones que entran y salen continuamente y el miedo a los guardas de seguridad y demás representantes de las mafias rusas, es donde la palabra de la directora se ausenta -sólo una referencia al principio para presentar el lugar y la forma en que pudo entrar en este gueto- para dejar fluir las imágenes y la palabra de los protagonistas y llenarnos de una verdad que deja sin palabras al espectador. Puro documental, puro impresionismo visual. Pero poco a poco Polak se involucra en el relato y empieza a interactuar con los habitantes de Svalka. En ese momento Yula se hace mayor y hace mayor a la película (con escenas imprescindibles como la visita al abuelo quien en una de sus paranoias alcohólicas ataca a la cámara físicamente) aunque sea a costa de descompensar parcialmente el tratamiento temporal dado a cada uno de los bloques. 

El detalle, el detenimiento en el discurrir cotidiano de la vida del principio se transforma en un proceso de cambio desde el momento en que nuestra Yula transforma su pensamiento y, por tanto, su futuro. Y aquí la película cambia su registro y toma elementos formales de la ficción que derivan en un cierto sentimentalismo. El cambio físico de Yula, que nos lo presenta Polak de forma súbita, redunda en esa transformación de la mirada del espectador. Y lo que parecía una bajada a los infiernos definitiva de aquella niña de 11 años que comenzamos a conocer en el vertedero, toma su sentido en la última imagen de Yula sujetando a su hija en la ventana del hospital donde ha dado a luz y exhibiéndola como el símbolo de su propio triunfo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
 
Blogger Templates