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jueves, 7 de mayo de 2015

Críticas: La sombra del actor

7/10
The Humbling (Estados Unidos-Italia, 2014).
Dirección: Barry Levinson.
Intérpretes: Al Pacino, Greta Gerwig, Dianne Wiest, Kyra Sedgwick, Charles Grodin, Dylan Baker, Dan Hedaya.
Guión: Buck Henry, Michal Zebede, sobre la novela de Philip Roth.
Música original: Marcelo Zarvos, The Affair
Fotografia: Adam Jandrup.
Montaje: Aaron Yanes.
Idioma: Inglés.
Duración: 112 minutos



¿QUIÉN PUEDE SALVARME UN RATO?
Sobre actores, teatro, problemas personales y seres humanos

Por Sergio Diez


La sombra del actor (The Humbling) es la nueva película del director norteamericano Barry Levinson, conocido por films como Diner (1982), Good morning, Vietnam (1987), Rain Man (1988) o Bugsy (1991); y por lograr en ellas interpretaciones originales y de una gran calidad de actores de la talla de Dustin Hoffman, Robert DeNiro, Robin Williams, Warren Beatty o el propio Al Pacino, protagonista en esta ocasión.

El film, adaptación de una novela de Phillip Roth (La humillación), nos presenta a Simon Axler (Al Pacino), un actor maduro de enorme talento que se ha consagrado a su profesión durante toda su vida. Sin embargo, una noche, durante la representación de una nueva obra, el idilio se quiebra cuando Simon es incapaz de imprimir verdad a su personaje y acaba por confundir sus líneas con aquellas que recitaba otro personaje al que interpretó mucho tiempo atrás. Axler decidirá entonces que no volverá a interpretar nunca.

La sombra del actor cuenta la historia de un hombre desencantado con su oficio que, en los días de su vejez, debe hacer frente a una vida personal que encuentra vacía. Incapaz de separar las ficciones interpretadas en el teatro de su vida real, Simon se someterá a tratamiento psiquiátrico para superar sus tendencias suicidas, y encontrará un asidero que le salve de la soledad en una joven lesbiana (Greta Gerwig), hija de unos viejos amigos, que durante su adolescencia estaba profundamente enamorada de Simon, y que es capaz de ofrecerle ahora sexo, cariño y comprensión.

Levinson aborda un material trágico desde la comedia, y constituye esa elección tonal en uno de sus mayores aciertos. A pesar del drama vivido por el desestabilizado personaje protagonista, y quizás a causa de ello, el director nos ofrece momentos hilarantes. La película es paródica y dura por momentos, pero no abandona nunca una cierta ternura hacia todos sus personajes, a pesar de que se vean sacudidos por fuerzas más allá de su control. La manera en la que retrata una historia sexual complicada entre sus protagonistas permite que, sin ahorrársenos detalles, se nos cuente a través de imágenes directas a la par que sensibles y sugerentes. Las interpretaciones son asombrosas, con mención especial a los dos personajes principales, Al Pacino y Greta Gerwig, que demuestran una profunda complicidad sobre la que se sustenta buena parte del peso de la película.

El film es un relato en primera persona que sigue a Simon en todo momento. La puesta en escena trata por igual los acontecimientos reales y aquellos que podrían ser fruto de la imaginación de Simon, una apuesta que contribuye a reflejar esa confusión en la que vive instalado el protagonista. La cámara, nerviosa e inquieta, se muestra cercana a las dramas y angustias de sus personajes.

La sombra del actor es una película original y extrañísima. Y sin embargo, su estreno en España ha coincidido, apenas separados por unos tres meses de diferencia, con el Birdman de Alejandro González Iñarritu, el film ganador del Oscar a Mejor Película este año, con el que guarda numerosas similitudes. El argumento de ambas películas muestra a un actor alterado, cada vez menos capacitado para separar su vida real de las representaciones. Pero mientras en Birdman González Iñarritu se centraba en mostrar la degradación paulatina a lo largo de la semana previa al estreno de la nueva obra de su protagonista; Levinson se detiene observar en un período de tiempo mucho más amplio el intento de salvación y posterior degradación de Simon Axler en su vida privada.

Los ecos entre La sombra del actor y Birdman se perciben ya en la primera secuencia del film de Levinson, en la que a Simon Axler, que acababa de asomarse al exterior del teatro, se le cierra la puerta y no puede volver a entrar al lugar del ensayo. Para regresar, deberá dirigirse hasta la entrada principal del teatro, de una forma mucho más natural y menos espectacular que el personaje interpretado por Michael Keaton, que en el film de Birdman vive una situación mucho más embarazosa y sufre un recorrido de vuelta más largo y tortuoso. La evolución de los personajes es similar en su personal descenso a los infiernos, y el aumento de su desesperación lleva en ambos casos a soluciones parecidas que representan, a mi juicio, sus peores defectos.
Los dos films presentan un redoble de tambores y un choque de platillos que considero innecesario, y que sin embargo desentona mucho más, a mi juicio, en la película de Levinson (aunque las similitudes establecidas con El rey Lear de Shakespeare sean interesantes). Una vuelta de tuerca final innecesaria por abrupta, pues si en Birdman todo rezumaba estridencia e histerismo, y ofrecía un film en líneas generales más divertido, pero hasta cierto punto forzado; La sombra del actor cambia una sonrisa continua por carcajadas puntuales, y ofrece mayor honestidad, sencillez y cercanía hacia el drama de sus personajes.

Birdman era el reflejo de la destrucción profesional y personal de un actor de antiguo éxito comercial, y funcionaba a mi parecer mucho mejor como comedia que en aquellos momentos en que quería ponerse seria mediante la reivindicación de la obra Raymond Carver, pues no conseguía hacernos olvidar su falta de sinceridad. Birdman era mayormente una parodia del mundo del espectáculo, la historia de un actor obsesionado con su producción y una sátira sobre los entresijos del teatro. En cambio, La sombra del actor no es un film sobe actores, sino sobre seres humanos perdidos y desesperados, sobre alguien que busca un cuerpo entre tinieblas que dé sentido a su existencia, sobre personas que prefieren agarrarse a alguien que puede destruirlas antes que apagarse lentamente.




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